Irán espera un gesto de EE UU para volver a respetar el acuerdo nuclear
Agobiado económicamente, Teherán amaga con limitar el acceso de los inspectores a sus instalaciones atómicas si no empiezan a levantarse las sanciones
Irán vuelve a tensar la cuerda nuclear. Después de que uno de sus ministros dejara caer la posibilidad de fabricar armas atómicas si el régimen se siente acorralado, esta semana amaga con recortar el acceso a sus instalaciones de los inspectores de la ONU. Su pretensión es que ...
Irán vuelve a tensar la cuerda nuclear. Después de que uno de sus ministros dejara caer la posibilidad de fabricar armas atómicas si el régimen se siente acorralado, esta semana amaga con recortar el acceso a sus instalaciones de los inspectores de la ONU. Su pretensión es que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anule las sanciones impuestas por su predecesor sin contrapartidas. O con el mínimo de ellas. Pero tras su aparente firmeza puede haber tanto de táctica negociadora como de desesperación económica. Teherán necesita algún gesto de Washington para salvar la cara.
El portavoz de Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh, recordó el lunes que “si la otra parte no cumple sus obligaciones para el 21 de febrero” y empieza a levantar las sanciones, su Gobierno se verá obligado a suspender las visitas por sorpresa de los inspectores de la ONU a los sitios atómicos. Así lo exige una ley que el Parlamento (en manos de los ultraconservadores) aprobó el pasado diciembre, tras el asesinato del físico nuclear Mohsen Fakhrizadeh. Desde entonces, Irán ha acelerado sus violaciones del acuerdo que firmó con las grandes potencias en 2015.
Teherán aceptó limitar el enriquecimiento de uranio y un estricto régimen de inspecciones a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales por su programa nuclear secreto, contrapartida que se evaporó con la retirada unilateral del acuerdo por parte de Estados Unidos. El resto de los firmantes, con la UE a la cabeza, han seguido defendiendo el pacto para evitar que la República Islámica desarrollara armas atómicas, un objetivo que siempre ha negado perseguir. Hasta que el ministro responsable de los servicios secretos, Mahmud Alavi, sugirió la semana pasada que esa posición podría cambiar: “Un gato arrinconado puede comportarse de forma diferente que un gato libre. Y si [Occidente] empuja a Irán en esa dirección, ya no será culpa de Irán”, declaró en la televisión estatal iraní.
Es la primera vez que un alto funcionario iraní admite tal posibilidad en público. Sin embargo, es “algo que los responsables iraníes debaten desde que EE UU abandonó el pacto”, señala Ellie Geranmayeh, especialista en Irán del European Council on Foreign Relations (ECFR). En el fondo del asunto, se trata de evaluar “si ser parte de un acuerdo internacional que restringe su programa nuclear proporciona más seguridad o más inseguridad”, explica, a la vista de que con la Administración de Donald Trump, Teherán no solo vio endurecerse las sanciones, sino que se encontró bajo la sombra de un posible ataque militar. La experta sospecha que “si Irán no nota diferencias con Biden en términos prácticos, se abrirá ese debate entre los dirigentes políticos”.
Aun así, Geranmayeh recuerda que los políticos “han apostado mucho a favor de mantener la opción de volver a cumplir plenamente con el acuerdo nuclear si Estados Unidos hace lo mismo”. Ahí radica el problema. Tras afirmar a principios de mes que esa era la condición “final e irreversible”, el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jameneí, insistió el miércoles en que no vale con las palabras y que quiere ver “acciones concretas de la otra parte antes de dar un paso”. Pero Biden ha señalado que Irán debe revertir sus violaciones al acuerdo primero. Tal vez sea mero postureo antes de empezar a negociar, pero ¿cómo se rompe ese diálogo de besugos sobre quién da el primer paso?
La analista del ECFR sugiere “un regreso sincronizado y por fases de ambos al cumplimiento completo del acuerdo”. Se trataría de ir suavizando las sanciones a medida que Irán, que no ha dejado el pacto, revierte sus incumplimientos. Algunos observadores confían en que el creciente daño económico de las sanciones estadounidenses obligue al régimen iraní a flexibilizar su postura, más aún cuando afronta unas elecciones presidenciales el próximo junio.
Insatisfacción y descontento
“Cada día hay más insatisfacción pública, tanto por la ineficacia del Gobierno en el control de la pandemia como por la mala situación económica”, admite un profesional iraní. Durante los tres últimos años, el rial ha perdido el 70% de su valor respecto al dólar, y lo que es más grave, han cerrado cientos de fábricas por todo el país. Según estadísticas oficiales, casi la mitad de los 83 millones de iraníes se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Muchos tenían la esperanza de que la elección de Biden sirviera para mejorar la situación. Pero la frustración empieza a ser visible. Durante el 42º aniversario de la revolución la semana pasada, las redes sociales se hicieron eco de la quema de algunos carteles, una inusual muestra de descontento.
“Los iraníes han dejado la puerta abierta para la diplomacia, en particular con la sugerencia de que el Alto Representante [para la Política Exterior] de la UE, en tanto que presidente de la comisión conjunta del acuerdo, facilite las conversaciones a nivel técnico”, asegura Geranmayeh. No obstante, opina que “EE UU y los europeos deben entender que tienen que ofrecer primero algún alivio económico tangible antes de que Irán empiece a revertir su trayectoria”.
En ese sentido, los firmantes europeos del acuerdo (Alemania, Francia y el Reino Unido) podrían ayudar a crear confianza con una línea de crédito (algo que ya propuso en su día el presidente francés). Ese paso, que requeriría la aprobación tácita de EE UU, sería especialmente útil para Irán, donde el 90% de sus reservas se encuentran congeladas en bancos extranjeros por las sanciones. Otro posible gesto es un nuevo intercambio de presos, a lo que Teherán ya se había mostrado favorable en el pasado.
Qatar intenta mediar
El ministro de Exteriores de Qatar, el jeque Mohamed Bin Abdulrahman al Thani, viajó el lunes a Teherán en un intento de mediar en la crisis que enfrenta a Irán con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. El recelo de estos hacia su vecino complica el deseo de la nueva Administración de Estados Unidos por reavivar el acuerdo nuclear. Algunos observadores han sugerido que Doha, un aliado de Washington que mantiene buenas relaciones con Teherán, puede estar mediando entre bambalinas. Antes de viajar a Teherán, el jeque Mohamed habló con el enviado especial de EE UU para Irán, Robert Malley, y con el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan. “El Estado de Qatar está trabajando para rebajar la tensión a través de un proceso político y diplomático para regresar al acuerdo nuclear”, dijo el ministro.