Una explosión, siete muertos y una ciudad destruida, el caso que persiguió a Carlos Menem hasta su muerte

La justicia argentina cierra el juicio contra el expresidente, investigado por la explosión, en 1995, de la fábrica militar de Río Tercero, destinada a ocultar una venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia

Tres policías caminan por una calle en Río Tercero (Argentina), tras la explosión en noviembre de 1995.IRMA MONTIEL (Associated Press)

La muerte del expresidente Carlos Menem ha dejado un sentimiento de impunidad en la ciudad de Río Tercero. La localidad argentina vivió su capítulo más negro bajo la sombra del exmandatario cuando el 3 de noviembre de 1995 se convirtió en una postal de guerra. En los noventa, el Gobierno de Menem vendió ilegalmente a Ecuador y Croacia armas y explosivos que reacondicionab...

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La muerte del expresidente Carlos Menem ha dejado un sentimiento de impunidad en la ciudad de Río Tercero. La localidad argentina vivió su capítulo más negro bajo la sombra del exmandatario cuando el 3 de noviembre de 1995 se convirtió en una postal de guerra. En los noventa, el Gobierno de Menem vendió ilegalmente a Ecuador y Croacia armas y explosivos que reacondicionaba en la Fábrica Militar estatal ubicada en aquel rincón de la provincia de Córdoba, 700 kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Ante un inminente control internacional y para tapar el faltante de material bélico, la cúpula del organismo militar hizo volar por los aires las bombas que se encontraban en la fábrica. El atentado, que se intentó hacer pasar como un accidente, dejó siete muertos y cientos de heridos, víctimas de las bombas que cayeron sobre la ciudad. El expresidente tenía una cita por este caso en los tribunales el próximo 24 de febrero. Un caso judicial por presunta responsabilidad que ahora, 25 años después, se ha cerrado ante la imposibilidad de juzgarlo.

Aquella mañana de noviembre de 1995, las calles de Río Tercero se volvieron grises. La primera bomba que cayó hizo saltar a todos de la cama. Era el prólogo de los cientos de explosivos que caerían durante el resto del día. El escenario se volvió desolador: miles de personas corriendo sin rumbo bajo una nube de hongo que cubría el cielo. Las puertas de las casas caídas, los edificios derrumbados, las plazas cubiertas de trozos de proyectiles y cenizas, y un ruido ensordecedor que dejaba a todos atontados.

Nadie entendía qué pasaba, ni cómo debía protegerse. Un éxodo espontáneo provocado por el miedo dejó una ciudad de 45.000 habitantes completamente vacía. El recuerdo que guarda de aquel día el actual alcalde, Marcos Ferrer, está grabado en su memoria como si fuera una película en cámara lenta. “Era un escenario dantesco”, dice sobre los hechos que sucedieron cuando él tenía 13 años.

Dos hombres ayudan a un herido, en la explosión de 1995 en Río Tercero.OSCAR BEGUAN (Associated Press)

La primera versión oficial de los hechos fue la un accidente. Pero el caso fue llevado a los tribunales y, dos décadas después del atentado, cuatro directivos de Fabricaciones Militares fueron condenados a más de 10 años de prisión por “estrago doloso agravado por la muerte de personas”. En el juicio, realizado en 2014, la justicia entendió que la explosión había sido “intencional, programada y organizada para ocultar un faltante de proyectiles, municiones y explosivos” que se habían exportado de manera ilegal. Pero la ciudad quiso llegar hasta el último responsable y avanzó sobre Menem.

El expresidente argentino había firmado entre 1991 y 1995 tres decretos secretos de venta de armas a Ecuador, que se encontraba en conflicto bélico con Perú, y a Croacia, que estaba en guerra con Serbia tras la disolución de la antigua Yugoslavia. Pese a que Argentina era uno de los garantes del Tratado de Paz entre los dos países sudamericanos, en aquellos años hizo por lo menos tres embarques aéreos con material bélico rumbo a Ecuador. La causa judicial por contrabando de armas tuvo sus altibajos en los tribunales durante dos décadas en las que el panorama común fue la impunidad. Menem pasó unos pocos meses con arresto domiciliario por esas acusaciones y fue condenado en 2013 a siete años de prisión, pero la sentencia nunca quedó firme. En 2018 fue finalmente absuelto porque ya había prescripto el delito.

Imágen de Río Tercero, tras las explosiones de 1995.OSCAR BEGUAN (Associated Press)

La causa de la venta ilegal de armas sirvió de puntapié para que, en mayo del año pasado, un tribunal decidiera llevar a juicio al expresidente por lo sucedido en 1995. La pandemia, sin embargo, alargó los plazos y recién para febrero de este año estaba previsto que se le juzgara. “Carlos Menem fue partícipe necesario de la voladura de Río Tercero. No podría haberse realizado semejante acto terrorista sin la anuencia del poder”, asegura el alcalde Ferrer, que tras la muerte del exmandatario anunció que la ciudad no se sumaba al luto de tres días establecido por el presidente, Alberto Fernández. Que nunca haya sido condenado por las explosiones, para Ferrer, es una muestra del peso de la política sobre la justicia. “La gente vinculada al poder tiene una justicia diferente a la de los ciudadanos de a pie”.

Las escandalosas acusaciones no evitaron que Menem continuara su carrera política. En 2003 fue candidato a presidente por tercera vez, pero perdió frente a Néstor Kirchner. Dos años después ganó una banca en el Senado que ocupó hasta su muerte, el pasado domingo. Junto a él se ha ido ahora también la posibilidad de juzgar su rol en las explosiones de aquel día. Carlos Gonella, el fiscal de la causa, ha lamentado que nunca se vaya a conocer si Menem “dio alguna orden, consentimiento o acompañamiento” a la explosión, según ha dicho a la agencia Télam. “Era la única persona que faltaba juzgar”, ha afirmado.

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