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Muere el juez argentino Claudio Bonadio, azote de Cristina Kirchner en los tribunales

El magistrado, de 64 años, padecía una enfermedad terminal

Federico Rivas Molina
El juez federal argentino Claudio Bonadio, en una foto de archivo.
El juez federal argentino Claudio Bonadio, en una foto de archivo.Telam

El juez argentino Claudio Bonadio, instructor de una decena de causas por presunta corrupción contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y su entorno, murió durante la madrugada del martes en su casa de Buenos Aires. El magistrado, de 64 años, arrastraba las consecuencias de una lesión cerebral que el año pasado lo obligó a una delicada operación. Si bien ya había extendido su licencia de vacaciones hasta marzo, su muerte ha sido inesperada por el celo con que su entorno manejó la gravedad de sus dolencias.

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Con la muerte de Bonadio, Cristina Kirchner perdió al hombre al que acusó de "sicario" y "pistolero" y al que siempre vinculó con una supuesta maniobra del Gobierno de Mauricio Macri para sacarla de la carrera política. Bonadio fue un verdadero azote judicial para la expresidenta, el primer juez que la procesó en una causa por presunta corrupción. Fue el 13 de mayo de 2016, apenas cinco meses después de que la expresidenta dejase la Casa Rosada. No lo hizo por corrupción, sino por haber perjudicado al Estado en una operación de venta de dólares poco antes de que terminara su mandato. La causa se conoció como "dólar futuro" y fue la primera de una larga lista. 

Bonadio intentó siempre meter presa a Cristina Kirchner, pero chocó contra la negativa del Senado de retirarle los fueros que como senadora la protegen de la prisión preventiva. Eso no le impidió avanzar en una decena de investigaciones.

Las causas que Bonadio llevaba contra la expresidenta sumaban una decena, entre ellas la de los  "cuadernos de la corrupción". De esos apuntes de un chófer del poder, que detalló viajes cargado de sobornos de empresarios vinculados a la obra pública y altos funcionarios corruptos, se desprendieron otras investigaciones secundarias. Bonadio procesó en ese expediente a un centenar de empresarios y a Cristina Kirchner como la jefa de una presunta asociación ilícita montada desde el Estado para recaudar fondos ilegales.

A finales del año pasado, Bonadio ya había elevado a juicio oral cinco causas contra Cristina Kirchner, la había citado a ocho indagatorias en un solo día y le había dictado nueve prisiones preventivas, seguidas de pedidos de desafuero al Congreso. También investigó a sus hijos, Máximo y Florencia, por presunto enriquecimiento ilícito.

Cristina Kirchner siempre llamó la atención sobre la "casualidad" de que sus expedientes cayeran por sorteo en el juzgado de Bonadio, a esas alturas merecedor de su más enconada enemistad. “Fui citada por Bonadio a ocho indagatorias en una sola mañana, esto solo ocurre aquí”, recordó Kirchner ante un tribunal en diciembre pasado, cuando se celebró la apertura del primer juicio oral que enfrenta por corrupción. Habló entonces de lawfare, utilizando el término con que se define el uso abusivo de las causas judiciales por parte del poder político y mediático.

Las opiniones sobre Bonadio fueron parte de la "grieta" política que divide a los argentinos. Muchos vieron en el magistrado la versión local del brasileño Sergio Moro, el juez que llevó a la cárcel a Luiz Inacio Lula da Silva. Para el kirchnerismo, sin embargo, Bonadio era la encarnación de todos los males de la justicia argentina, fecunda en operaciones políticas contra opositores y permeable a las presiones del poder. 

Uno de los abogados más activos de Cristina Kirchner, Gregorio Dalbón, escribió en redes "Murió", sin mayor comentarios. Referentes del macrismo, como el excandidato presidencial Miguel Ángel Pichetto y la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, publicaron a primera hora un comunicado exigiendo "que las causas que llevaba adelante [el juez Bonadio] sigan el ritmo que los judiciables precisan para que la justicia llegue a tiempo y sea verdaderamente justa".

El Gobierno de Alberto Fernández tenía en Bonadio un problema que no sabía como resolver. Sin los votos necesarios para desplazarlo a través del Consejo de la Magistratura, el órgano responsable de evaluar la gestión de los jueces, buscaba una salida "honorable" bajo la fórmula de una jubilación anticipada. Pero no tuvo en cuenta que Bonadio era superviviente de mil batallas.

Peronista declarado, el juez llegó a los tribunales federales en 1994, durante el gobierno de Carlos Menem (1989-1999). Antes había sido secretario de Asuntos Legales del ministro de Interior, Carlos Corach, el hombre que más poder acumuló durante los años noventa. En 1996, el ministro de Economía de entonces, Domingo Cavallo, padre de la "convertibilidad" del peso con el dólar, denunció en la prensa que Bonadio figuraba en un listado que Corach le había mostrado de su puño y letra con los jueces que "jugaban a favor del gobierno". Muchos de los magistrados de ese listado fueron apartados, pero Bonadio resistió. 

Con los años, el juez acumuló más de 40 denuncias en su contra en el Consejo de la Magistratura, de las cuales salió indemne. Cristina Kirchner lo demandó más tarde por mal desempeño, sin éxito. La muerte se llevó, finalmente, al hombre que puso a la expresidenta contra las cuerdas. 

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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