William Barr, el fiscal en la diana por el ‘informe Mueller’

El hoy responsable de Justicia opinó en un escrito, antes de su nombramiento, que no había caso

El fiscal general de EE UU, William Barr.REUTERS

El pasado verano, sin que nadie se lo solicitara, William Barr, ciudadano prácticamente jubilado desde 2008, escribió un informe para el Departamento de Justicia en contra de la investigación llevada a cabo por el fiscal especial Robert Mueller sobre la supuesta obstrucción a la justicia de Donald Trump. “La hipótesis de Mueller sobre la obstrucción [a la justicia] está mal concebida”, escribió Barr. “Según yo lo entiendo, su teoría se basa en una innov...

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El pasado verano, sin que nadie se lo solicitara, William Barr, ciudadano prácticamente jubilado desde 2008, escribió un informe para el Departamento de Justicia en contra de la investigación llevada a cabo por el fiscal especial Robert Mueller sobre la supuesta obstrucción a la justicia de Donald Trump. “La hipótesis de Mueller sobre la obstrucción [a la justicia] está mal concebida”, escribió Barr. “Según yo lo entiendo, su teoría se basa en una innovadora pero legalmente insostenible lectura de la ley”.

A la luz de los sucedido este fin de semana, podría decirse que quienes cuestionaron en su momento el nombramiento de Barr como fiscal general y le solicitaron que rechazase el ofrecimiento de la Casa Blanca se sienten hoy reivindicados tras la carta de cuatro páginas que resume 22 meses de trabajo del fiscal especial y que, según el criterio de Barr, establece que no hay pruebas suficientes “para establecer que el presidente haya cometido una falta de obstrucción a la justicia”. Desde luego nadie puede llamarse a engaño y decir que Barr no lo había anticipado.

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William Pelham Barr, a menos de dos meses de cumplir 69 años, tiene a sus espaldas una sólida carrera en el sector público. Republicano hasta la médula, Barr trabajó en la CIA durante cuatro años en la década de los setenta. De padre judío convertido al catolicismo, Barr fue criado en Nueva York en esta última religión y se licenció en leyes por la Universidad de George Washington, en la capital de la nación.

Barr no es ajeno al cargo de fiscal general. Cuando el pasado mes de diciembre fue nombrado para el puesto después del despido fulminante de Jeff Sessions, tras una larga batalla por su papel en la investigación de la trama rusa, era la segunda vez que este veterano abogado representaba a la Justicia de EE UU. Entre 1991 y 1993, Barr sirvió al frente del Departamento de Justicia durante la presidencia del ya fallecido George Bush padre.

Duro con la inmigración, siempre ha sido un acérrimo defensor de la ley y el orden, tanto como para defender la prohibición de entrar en Estados Unidos a extranjeros con el virus del VIH y considerar el centro de reclusión de Guantánamo un buen lugar para que permanezcan los refugiados haitianos y aquellos individuos infectados de VIH que buscan asilo en Estados Unidos.

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Tras el final de sus años en Justicia, Barr optó por pasarse al lucrativo sector privado y trabajó en la compañía telefónica GTE (donde tuvo un importante papel para su transformación a través de fusiones en la omnipresente Verizon) durante 14 años hasta su retiro en 2008. Desde entonces, Barr ha sido consejero en una importante firma de abogados.

Conocido por mantener el sentido del humor en las situaciones difíciles, William Barr ha sido el filtro, el hombre que, al menos hasta ahora, ha determinado cuánto y qué se hacía público del esperado informe de Mueller. Curiosamente, durante su período bajo el mandato de Bush padre, Barr fue jefe de Mueller cuando este último estaba al frente de la División Criminal del Departamento de Justicia. En el brutal mundo de la política de Washington, supuestamente, Barr y Mueller son amigos. Al menos así lo probaría el hecho de que el fiscal especial haya asistido a las bodas de los hijos de Barr. Ahora, amistad o no amistad, la política y la ley han vuelto a cruzar sus caminos.

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