Rusia tacha de “campaña propagandística” las acusaciones de ciberespionaje de Occidente

Moscú reprocha a Holanda haber esperado casi seis meses para informar de la expulsión de cuatro de sus ciudadanos

El presidente ruso, Vladímir Putin, saluda a su llegada este jueves a Nueva Delhi.HARISH TYAGI (EFE)

Moscú ha acusado este jueves a Holanda de “manía espiatoria” y de participar en una “campaña propagandística” contra Rusia. Esta fue la reacción del Ministerio de Exteriores ruso ante las imputaciones formuladas por el Gobierno holandés a cuatro supuestos miembros del servicio de inteligencia militar ruso (el antiguo GRU, cuyo nombre actual es Dirección Central del Estado Mayor). En un comentario difundido por el ministerio ruso se reprocha a Holanda el haber esperado casi seis meses para informar de la...

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Moscú ha acusado este jueves a Holanda de “manía espiatoria” y de participar en una “campaña propagandística” contra Rusia. Esta fue la reacción del Ministerio de Exteriores ruso ante las imputaciones formuladas por el Gobierno holandés a cuatro supuestos miembros del servicio de inteligencia militar ruso (el antiguo GRU, cuyo nombre actual es Dirección Central del Estado Mayor). En un comentario difundido por el ministerio ruso se reprocha a Holanda el haber esperado casi seis meses para informar de la expulsión de cuatro rusos con el fin de influir en la sesión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) que comienza el 9 de octubre.

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Antes, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Ryábov, manifestó que Moscú tiene “solo una información inicial de lo más general sobre el tema” y excluyó “cualquier posibilidad de que Rusia se inmiscuyera en comicios en EE UU”.

Aunque los agentes expulsados, tanto de Holanda como de EE UU, son supuestamente miembros del antiguo GRU, el Ministerio de Defensa ruso (del que depende esa organización) guardo silencio sobre el tema y, en cambio, convocó una sesión informativa para afirmar que 73 personas habían fallecido a consecuencia de experimentos realizados por EE UU en un laboratorio cercano a Tbilisi, la capital de Georgia, con sustancias de alta toxicidad.

Las acusaciones occidentales, desde los supuestos autores del envenenamiento del exagente Serguéi Skripal y su hija Yulia el pasado marzo en el Reino Unido a las expulsiones de Holanda, afectan al antiguo GRU todas ellas, pero no al servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR), que dirige Serguéi Narishkin, exjefe de la Duma Estatal de Rusia (Cámara baja del Parlamento). En una reciente rueda de prensa dedicada a un tema histórico, Narishkin, que es presidente de la Sociedad Rusia de historia, comentó el intento de envenenamiento de los Skripal.

Incluso si suponemos que algún servicio de seguridad hubiera recibido la misión de envenenar a Skripal, no es profesional el modo en el que fue ejecutada [la misión]”. “Fue una provocación burdamente urdida”, agregó. Las investigaciones del servicio ruso The Insider y el equipo Bellingcat han revelado que los supuestos envenenadores fallidos tienen relaciones con los servicios del espionaje militar rusos. Uno de ellos, que se presentó como Ruslán Bochirov, es en realidad el coronel Anatoli Chepiga, de 39 años, quien recibió el título de héroe de Rusia por participar en 2014 en el traslado del presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich a Rusia, y la operación de anexión de Crimea. El coronel Chepiga procede del Lejano Oriente ruso y es veterano de la guerra de Chechenia.

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Por su parte, el periodista Alexéi Venediktov, director de la emisora El Eco de Moscú, en su canal de Telegram, ha distinguido entre actividades tradicionales de espionaje, que en el pasado se llevaban a cabo mediante microfilms y ahora con fotos a distancia desde drones, y “actividades subversivas”. En esta categoría, se incluirían el intento de aniquilar a los Skripal, la injerencia en las campañas electorales y en los laboratorios químicos, cosas que “constituirían una base para esta dura posición pública de los países de la OTAN”.

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