La investigación del accidente de Aeroméxico en Durango descarta el fallo humano o mecánico
La fuerte tormenta se perfila como la causa más probable del siniestro, ocurrido el pasado 31 de julio
El accidente del avión de Aeroméxico que dejó 85 heridos el pasado 31 de julio en Durango (norte del país) no fue consecuencia de un fallo humano ni mecánico, según han adelantado este miércoles los responsables de la investigación. "No existe evidencia de fallas humanas en la conducción de la aeronave. Tampoco de fallas mecánicas", ha subrayado el director de Análisis de Accidentes e Incidentes de Aviación y presidente de la comisión que investiga el suceso, Constantino Tercero, basándose en el registro de datos del vuelo. El dictamen final todavía tardará semanas en ver la luz.
Los factores climatológicos —una fuerte tormenta que dio lugar a un fenómeno conocido micro-ráfaga, una columna descendente muy localizada de aire y agua que impacta sobre el suelo— son ahora la línea de investigación "más significativa", según ha comunicado en una rueda de prensa convocada para anunciar los avances en la investigación. Las autoridades de aviación civil mexicana descartan, también, que la tripulación del Embraer 190 —que se desplomó a unos metros de la pista y en medio de una fuerte tormenta— dispusiese de información suficiente para "considerar suspender momentáneamente" las maniobras de despegue.
La comisión de investigación sí ha confirmado que en el aparato viajaba, además del comandante y el segundo, un tripulante en fase de entrenamiento. Ese tercer piloto —de cuya presencia no tenía conocimiento ni la aerolínea ni la autoridad—, hizo parte del carreteo previo al despegue y cedió los mandos al comandante después. Los técnicos ya han notificado a las autoridades esa circunstancia, según ha desvelado el director general de Aeronáutica Civil, Luis Gerardo Fonseca, en la comparecencia.
"Es un procedimiento que está establecido en los manuales de la aerolínea: un piloto en entrenamiento ocupó la posición del copiloto con la aprobación y, con el acompañamiento del comandante, llevó a cabo los procedimientos iniciales de despegue hasta que el comandante le solicitó y recuperó el control de la misma", ha apuntado. Esa sesión de entrenamiento en vuelo no se llevó a cabo conforme a los protocolos establecidos, por lo que se dio aviso a la autoridad aeronáutica, que ya ha iniciado los "procedimientos administrativos para, en su caso, determinar las responsabilidades y aplicar las sanciones que determina la normatividad". No obstante, el director general de Aeronáutica Civil mexicana ha incidido en que la presencia de ese tercer tripulante en prácticas "no es causa del accidente" y que no hay indicios de que se produjese ningún error "en la conducción de la aeronave".
Las autoridades mexicanas de aviación civil han anunciado, asimismo, que van a enviar una circular de obligado cumplimiento para que las aerolíneas ajusten sus manuales de operación a fin de que exista "mayor control en el acceso a la cabina de pilotos" para que esté "libre de distracciones", "aun no siendo la causa del accidente", según ha puntualizado Fonseca.
El Embraer de Aeroméxico que operaba el vuelo AM2431 entre Durango y la Ciudad de México se desplomó minutos después de las cuatro de la tarde del pasado 31 de agosto. Habían pasado solo unos segundos desde su despegue —tan pocos que la aeronave cayó dentro del polígono del aeropuerto, ubicado a unos 40 minutos del centro de la ciudad—. En él viajaban 99 pasajeros: 87 adultos, nueve menores y dos niños, además de cinco miembros de la tripulación —dos tripulantes de cabina de pasajeros, el comandante, el segundo y el tercer piloto en fase de entrenamiento—. No se registraron víctimas mortales, pero 85 personas sí tuvieron que ser atendidas con heridas de diversa consideración. Al día siguiente del accidente la aerolínea aseguró que la pericia y buen hacer del comandante había evitado la tragedia. Un milagro del que cinco semanas después ya se empiezan a conocer más detalles.
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