La región chilena que nunca cambia de hora
Magallanes no toca el reloj desde 2017: durante tres meses tiene una hora distinta a la del resto del país
Los 160.000 habitantes de la región de Magallanes (extremo sur de Chile) llevan un año sin tener que cambiar el reloj dos veces al año, como sí hacen el resto de chilenos. Un decreto del Gobierno de Michelle Bachelet les permitió por primera vez tener solo un horario, dadas sus peculiares condiciones geográficas: sus noches son extremadamente largas en invierno y sus habitantes clamaban por aumentar la luminosidad por las tardes. En pleno debate sobre la cuestión del cambio de hora en Europa, el caso de Magallanes vuelve a resurgir.
Mientras el resto del país austral tiene horario de invierno entre mayo y agosto, Magallanes se queda con el de verano los 12 meses, quedando así una hora por delante que el resto del territorio continental. Sus habitantes están encantados: “Ha sido un éxito desde el punto de vista de la salud, de la economía y de la seguridad”, señala el alcalde de Punta Arenas, Claudio Radonich, la principal ciudad de la región, a unos 2.500 kilómetros de Santiago de Chile y a 700 de la Antártica.
Esa hora adicional de luz por las tardes les ha permitido a los habitantes de Magallanes suplir en parte el déficit de vitamina D causado por las pocas horas de sol en invierno. La medida, señala Radonich, ha traído beneficios en la salud mental de la gente: “En invierno, los niños entraban y salían de clases con plena oscuridad nocturna. Ahora, en cambio, tener una hora adicional de luz por las tardes ayuda al mejor ánimo de menores y adultos”. La mayor luminosidad también ha dado un buen impulso a la economía local: tras el trabajo, los magallánicos no se van directo a sus casas, sino que salen y consumen. “Como una cantidad importante de accidentes de tráfico suceden de noche, el horario único también ha sido un aporte para la seguridad vial y pública”, concluye el regidor de Punta Arenas.
Cada vez que cambia la hora, en invierno y en verano, en Chile se enciende el debate sobre las conveniencias de uno y otro horario. En 2015, también durante el pasado Ejecutivo de Bachelet (centroizquierda), entró en vigor un horario único de verano para todo el territorio continental. El Gabinete había llegado a la convicción de que adelantar o atrasar la hora no tenía efectos sobre el consumo de energía eléctrica ni sobre la salud y que todo dependía de la decisión de querer tener mayor luminosidad por las mañanas o por las tardes. Y se concluyó que era preferible iluminar la tarde.
No todos quedaron contentos con la medida: los padres de niños pequeños se quejaron por tener que llevarlos al colegio a oscuras, reproches que alcanzaron un alto nivel de repercusión y que llevaron al Gobierno a regresar, en 2016, al régimen de tres meses de horario de invierno (entre mayo y agosto) con un horario único en Magallanes. La Administración del conservador Sebastián Piñera, que regresó al poder en marzo pasado, acaba de anunciar que los meses con horario de invierno aumentarán de tres a cinco (entre abril y septiembre) con el objetivo de parar de una vez con los continuos cambios. Las modificaciones entrarán en vigor en 2022, pero Magallanes mantendrá con su excepción horaria.
Existe amplio consenso en torno al éxito de la medida. Para la senadora democristiana por Magallanes Carolina Goic, “en horario vespertino se tiene mayor cantidad de luz natural y eso lo han agradecido estudiantes, trabajadores y la población en general”. La parlamentaria recuerda que “por la ubicación geográfica, con el horario de invierno a las cuatro de la tarde empezaba a oscurecer y eso impactaba en todo. Hasta en el ánimo de la gente”.
La Universidad de Magallanes hizo los estudios para observar el impacto que tendría un horario único de verano para la región. Se estudiaron los posibles efectos en el turismo, los servicios financieros, líneas aéreas, entre otros, pero las autoridades concluyeron que los aspectos negativos eran menores que la necesidad de luz por la tarde: “El horario único era una fuerte demanda ciudadana”, recuerda Máximo Pacheco, quien fuera ministro de Energía del Gobierno de Bachelet, aunque los habitantes de la región austral de Chile han debido esforzarse y adquirir nuevos hábitos.
En los tres meses en que Chile y Magallanes tienen horarios distintos, la región austral tiene los relojes una hora por delante. Los magallánicos, por lo tanto, tuvieron que acostumbrarse a que los telediarios arranquen a las diez de la noche y no a las nueve, como en el resto del país. Con los trámites con el resto de Chile deben coordinarse en forma permanente. El ingeniero Joaquín Vásquez, que creció en la zona, relata que a nivel laboral causa determinadas molestias tener un horario desfasado con el resto de Chile. “Trabajamos con empresas de Santiago y, por ejemplo, cuesta coincidir en los horarios para comunicarse”. Algo parecido sucede con los vuelos: “Siempre hay que preguntar ¿horario de Magallanes o de Santiago?”, señala la senadora Goic. Pero le quita dramatismo: “Esto es normal en una primera etapa”.
Para Gabriel Boric, el diputado por Magallanes del Frente Amplio de izquierda, las molestias por tener un horario distinto del resto del país se superan rápidamente. “Tener un horario único es positivo, no solo por los efectos de una hora de luz adicional por la tarde, sino porque reafirma una identidad regional, que es profundamente valorada por los magallánicos”.
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