La migración resucita como baza electoral en la recta final de la campaña mexicana

La decisión de Trump de separar a familias migrantes vuelve a colocar el tema en el centro del debate

Una familia de migrantes cruza la frontera en Ciudad JuárezJoe Raedle (Getty Images)

Donald Trump ha resucitado la migración como baza electoral en la recta final de la campaña mexicana. En los tres meses de ruta hacia los comicios del 1 de julio, los candidatos habían pasado casi de puntillas por un fenómeno que, pese a verse reducido en los últimos años, continúa siendo especialmente sensible en el país. Vaguedades en los programas y apenas un puñado de propuestas en los debates era el saldo dirigido a los alrededor de 12 millones de c...

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Donald Trump ha resucitado la migración como baza electoral en la recta final de la campaña mexicana. En los tres meses de ruta hacia los comicios del 1 de julio, los candidatos habían pasado casi de puntillas por un fenómeno que, pese a verse reducido en los últimos años, continúa siendo especialmente sensible en el país. Vaguedades en los programas y apenas un puñado de propuestas en los debates era el saldo dirigido a los alrededor de 12 millones de ciudadanos mexicanos que viven en EE UU. Hasta que apareció Trump. La decisión del magnate republicano de separar a padres e hijos migrantes cuando cruzan ilegalmente la frontera ha vuelto a poner sobre la mesa el problema y, a la vez, a escenificar la espinosa relación de le espera al futuro presidente con el vecino del norte.

Los tres candidatos aprovecharon este martes sus actos de cierre de campaña para posicionarse estratégicamente. Desde Baja California, José Antonio Meade, contendiente del PRI, tachó la decisión de “absolutamente inaceptable” y exigió al gobierno de EE UU “que termine de inmediato este tratamiento”. Ricardo Anaya, de la coalición Por México al frente, lanzó un reproche al Gobierno mexicano y le instó a “denunciar con firmeza y dejar ya esta actitud tibia y sumisa” respecto a Washington. Mientras que desde Culiacán, el candidato de Morena, López Obrador, fue el más tajante al exigir “una enérgica nota diplomática de protesta en contra el gobierno de Trump”, así como “la intervención urgente del alto comisionado de Derechos Humanos de la ONU”.

La polémica decisión de Trump ha desatado fuertes críticas dentro de la comunidad internacional, hasta el punto de precipitar la salida de EE UU del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. En este contexto de respaldo internacional y cierto oportunismo sitúa la profesora de Estudios Globales en la universidad neoyorquina The New School, Alexandra Délano, los discursos de los candidatos mexicanos. “Es menos costoso políticamente elevar el tono contra Trump ante unas acciones que van contra el Derecho internacional. Pero sería deseable una respuesta más clara ante Gobierno de EE UU más allá de esta crisis”.

Desde prácticamente el mismo día de su nominación como candidato a la Casa Blanca, Trump se convirtió en el ogro de la política mexicana. “Esta es la primera vez que México reaccionan con firmeza, aupados por el sentimiento de frustración y coraje que hay en el país”, apunta Víctor Alejandro Espinosa, politólogo e investigador del Colegio Frontera La Frontera Norte, en alusión a la respuesta oficial del Gobierno, en boca del canciller Luis Videgaray, que calificó la medida de “cruel e inhumana”, demás de aprovechar para subrayar que el 99% de los menores que han sido separados de sus familias son centroamericanos, no mexicanos.

Para Carlos Bravo Regidor, experto en migración y profesor del CIDE, “México ha sido extremadamente prudente y cuidadoso en su relación con Trump. Consciente de la relación asimétrica de poder, la intención ha sido no provocar una escalada de tensión. Con esta subida de tono y estas reivindicaciones simbólicas, los candidatos buscan rentabilizar la indignación del electorado, pero son conscientes de que en el fondo, en materia de política exterior no van a poder hacer nada sustancialmente destino a lo que ha hecho Peña Nieto”.

En esa relación dialéctica con EE UU se inscribe también la poca presencia hasta ahora del tema migratorio durante la contienda electoral. “Los candidatos han preferido mantener un perfil bajo en esta materia porque tarde o temprano aparece un elefante en la habitación: la política mexicana con respecto a Centroamérica. Mientras que el discurso frente a los migrantes mexicanos en EE UU es de derechos humanos, con los migrantes centroamericano se ha decantado más hacia un tema de seguridad nacional”, añade Bravo.

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México ha registrado en los últimos tres años un colosal acelerón —1000%— de las solicitudes de asilo de migrantes centroamericanos. Este cambio de paradigma tiene mucho que ver con el endurecimiento de los controles en EE UU. Pero México, pese a las críticas de Trump, tampoco ha aflojado la mano. El Plan Frontera Sur, firmado en 2014, solidificó la colaboración entre ambos países con una fuerte inversión económica, tecnológica y presencia estadounidense.

Varios analistas hablan incluso de una externalización de la frontera de EE UU al sur de México. De las 14.500 solicitudes de refugiados —tres cuartas partes, de El Salvador, Honduras y Guatemala— registradas en 2017, solo han aceptado el 13%. Desde hace tres años, México detiene y deporta más que Trump.

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