Un hombre fuerte del kirchnerismo, el primer procesado por Odebrecht en Argentina
El exministro Julio De Vido está acusado de beneficiar a la constructora brasileña en la licitación de un gasoducto
Julio de Vido, el hombre que durante los 12 años de kirchnerismo manejó toda la obra pública de Argentina, ha sido procesado por primera vez en una causa que tiene bajo investigación a Odebrecht. La decisión del juez Daniel Rafecas implica que hay pruebas suficientes para pensar que De Vido y otros tres altos funcionarios beneficiaron a la constructora brasileña en la adjudicación de obras de ampliación de dos gasoductos, entre 2006 y 2008. Odebrecht confesó ante la justicia de los Estados Unidos que pagó 35 millones de dólares en sobornos en Argentina. Pero el procesamiento de De Vido no es consecuencia de esa declaración, sino de una investigación local llamada Skanska II, relacionada con presuntas irregularidades en la adjudicación de contratos con el Estado.
Las consecuencias judiciales del caso Odebrecht, con tentáculos que se extienden a casi todos los países de América Latina, han sido casi nulas en Argentina. A diferencia de países como Perú, donde incluso el expresidente Pedro Pablo Kuczynski se vio obligado a renunciar, los tribunales de Buenos Aires apenas han avanzado en la trama de sobornos. A una primera etapa de supuestos nombres del kirchnerismo relacionados con la red, el tema entró poco a poco en un largo silencio, a la espera de que Brasil entregue los detalles de los testimonios que los ejecutivos arrepentidos de Odebrecht dieron en su país a cambio de un trato preferencial ante la Justicia.
La obra bajo sospecha en Argentina tuvo un presupuesto oficial de 2.347 millones de dólares y el juez calcula que esa cifra puede ocultar sobreprecios por unos 800 millones de dólares. El juez dijo en su fallo, al que tuvo acceso el diario argentino Clarín, que está probada “la existencia de un apreciable desvío de poder por parte de De Vido (…) en dirección al involucramiento ilegal de Odebrecht en la adjudicación de la obra pública, maniobra formalizada el 6 de diciembre de 2006”. La sospecha es que el ministerio de Planificación “adoctrinó” a Odebrecht para que pueda cumplir con un proceso licitatorio que se hizo "al margen del régimen de contrataciones”. Rafecas utiliza como prueba que la empresa brasileña tuvo dos meses para diseñar su estructura financiera, mientras que a su competidora en la compulsa, la argentina Benito Roggio, se le concedieron sólo cinco días hábiles. Está por verse si la empresa pagó esa supuesta ayuda a través de sobornos.
De Vido fue alguna vez un hombre muy poderoso en Argentina, el único ministro que se mantuvo en su puesto desde el primero hasta el último día de los Kirchner. Con el macrismo se convirtió en diputado, pero terminó preso días después de la derrota de Cristina Kirchner en las legislativas de octubre pasado, cuando el Congreso le retiró los fueros. Hoy se lo considera el icono de la corrupción, acusado de un potencial fraude al Estado de 264 millones de pesos (más de 13 millones de dólares) en una mina y una central hidroeléctrica en Río Turbio, en la provincia de Santa Cruz. La obra costó unos 1.470 millones de dólares.
Este nuevo procesamiento no hace más que reforzar las causas contra De Vido. Es también el primer avance, aunque sea indirecto, en la red de pagos ilegales que Odebrecht creó en Argentina.
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