El fujimorismo impone su fuerza y censura al ministro de Educación
El pulso que desde finales de la campaña electoral viven Pedro Pablo Kuczynski y el partido de Keiko Fujimori se cobró su primera víctima
El pulso que desde finales de la campaña electoral viven el Ejecutivo de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) y Fuerza Popular —partido de Keiko Fujimori— se cobró su primera víctima. Pasado el mediodía de este jueves, el ministro de Educación, Jaime Saavedra, fue censurado por la amplia mayoría opositora del Congreso, que agrupó al fujimorismo y al aprismo.
La buena gestión de Saavedra durante el anterior Gobierno animó a PPK a confirmarlo en su cargo en julio. Pero desde entonces fue blanco de acusaciones por ineficiencia y corrupción, que lo llevaron a ser interpelado el miércoles de la semana pasada. Se cree que detrás de estos ataques están un grupo de universidades privadas, que podrían perder sus licencias de funcionamiento si sigue vigente la nueva Ley Universitaria, que las obliga a adecuarse a una serie de exigencias mínimas de calidad.
Aunque absolvió las dudas, la suerte de Saavedra estaba decidida de antemano. Finalizada aquella sesión, el fujimorismo confirmó que la censura seguía adelante. Para respaldarlo, el presidente Kuczynski pudo plantear una moción de confianza. La caída de Saavedra habría arrastrado al primer ministro, Fernando Zavala, con una salvedad: si se negaba la confianza a un segundo gabinete, PPK habría tenido la potestad de cerrar el Congreso, para convocar a nuevas elecciones legislativas. Al final, el presidente decidió no plantear la confianza, para “evitar un escenario de más enfrentamiento”.
Todo condujo a la votación de este jueves. Desde las nueve de la mañana, el Parlamento debatió la moción, que para prosperar necesitaba el apoyo de 66 de los 130 congresistas. La sesión fue abierta por la congresista de Fuerza Popular Ruth Bartra, que sustentó el pedido de censura. Aseguró que la medida contra Saavedra se tomaba porque éste no había sabido tomar las medidas para atajar la corrupción en su sector: “Esta moción de censura es para que el Perú pueda recuperar la paz social. Este Congreso trabaja y trabajará poniendo al Perú primero”, concluyó.
Luego se resolvió un pedido planteado para que la votación fuera secreta. Se esperaba que así, los fujimoristas descontentos con la medida habrían podido votar con libertad (incluso corrió un rumor sobre la existencia de un “desertor”). Como era lógico, el pedido no prosperó.
Cada partido tuvo 10 minutos para sentar posición. Las intervenciones más comentadas fueron las de Marco Arana, de la coalición de izquierdas Frente Amplio; la de Gino Costa, de Peruanos por el Kambio (partido de Kuczynski), y la de Yonhy Lescano, de Acción Popular. Los tres respaldaron a Saavedra por distintos motivos, además de criticar los motivos y las formas empleadas por Fuerza Popular para llevar adelante esta censura.
Victoria simbólica
Estas palabras no sirvieron de nada, porque no tenían suficientes votos para respaldarlas. Cuando la presidenta del Congreso, Luz Salgado, invitó a sus colegas a votar, no había misterio. El ministro de Educación fue censurado con 78 votos, 72 del fujimorismo y los restantes del Apra. Ahora deberá presentar su renuncia, y el presidente tendrá 72 horas para nombrar a su sucesor.
Desde el Gobierno, las reacciones no esperaron. Uno de los primeros fue el primer ministro, Fernando Zavala, que publicó en su cuenta de Twitter: “Injusta e irresponsable censura. El país debe estar por delante de otros intereses. Gracias Jaime por lo avanzado. La reforma continuará”.
Los problemas para Kuczynski, Zavala y el resto del Gobierno no parecen haber terminado con la censura de Saavedra. Numerosos analistas han coincidido a la hora de afirmar que más que la cabeza del ministro de Educación, lo que el fujimorismo quería era hacer una demostración de su fuerza. El viernes pasado se publicó una captura de la pantalla del teléfono móvil de un congresista de Fuerza Popular, que parece confirmar esta presunción. Ahí podían verse las coordinaciones del partido durante la interpelación, y se leían frases escritas por la propia Keiko Fujimori: “¡Felicitaciones a quienes han hecho uso de la palabra! ¡Me llena de orgullo ver la fuerza de nuestro partido!”.
El Ejecutivo tendrá que evaluar en qué situación se encuentra frente a Fuerza Popular, luego de esta primera fricción seria. Seguramente tomará en cuenta que la oposición se acercó peligrosamente a los 80 votos necesarios para plantear una vacancia presidencial, y el fujimorismo no parece dispuesto a retroceder a la hora de ejercer su poder. El único antecedente de una medida semejante es Alberto Fujimori, que se fugó del país en 2000, en medio del desborde de denuncias de corrupción que asfixiaban a su Gobierno, para renunciar por fax. Entonces fue destituido por “incapacidad moral permanente”.
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