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Argentina se aleja del fantasma de 2001

15 años después del diciembre más trágico del país, cuatro expresidentes que se sucedieron esos días cuentan cómo fue la crisis y por qué creen que nunca se repetirá un desastre similar

Hablan los expresidentes argentinos que protagonizaron la crisis de diciembre de 2001Vídeo: Carlos E. Cué / Federico Rivas Molina / Ezequiel Putruele
Carlos E. Cué
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Todos los caminos de Argentina conducen al 2001, la peor crisis económica de su historia reciente, que acabó con 38 muertos en las calles y cinco presidentes en dos semanas. “Hasta hace poco, muchos aún pensaban que [Mauricio] Macri saldría en helicóptero de la Casa Rosada, ahora ya empiezan a ver que vamos en serio, que vamos a cumplir el mandato”, aseguraba recientemente en privado un ministro argentino. La historia reciente de este país es tan cruenta que sería el primer presidente no peronista que lograr acabar sus cuatro años. Para despejar cualquier duda y tratar de olvidar ese drama, Macri ha eliminado el helipuerto que había en el techo de la Casa Rosada, y que se utilizó para que Fernando de la Rúa abandonara el palacio de Gobierno el día en que dimitió, el 20 de diciembre de 2001, para evitar a las masas concentradas en la Plaza de Mayo.

Fue tan brutal el desplome de la economía, el descrédito de la política, el hundimiento moral e institucional de un país que siempre se sintió el líder de Latinoamérica, que la referencia a 2001 explica buena parte de la realidad actual argentina. Cuando hacía campaña para intentar evitar que Mauricio Macri ganara las elecciones, Cristina Fernández de Kirchner insistía en que la gente se preguntara a sí misma cómo estaba en 2001, antes de que llegaran los Kirchner al poder –en realidad fue en 2003- y como está ahora. El propio Macri se define a sí mismo y a su partido como una consecuencia de esa crisis, porque nació después. Cuando tiene que justificar los recortes, Marcos Peña, su mano derecha, argumenta que “los costos que se viven hoy son para evitar una crisis como la de 2001”. En las manifestaciones contra el presidente, muchos le gritan para que prepare el helicóptero. Todo gira en torno a ese momento dramático.

Macri cumple un año en el Gobierno al mismo tiempo que Argentina conmemora otro diciembre, el más trágico de su historia reciente, del que han transcurrido 15 años. Desde ese 2001, todos los políticos le temen a los diciembres argentinos, y esta vez la ministra del Interior, Patricia Bullrich, está denunciando a todos los que en Facebook tratan de organizar saqueos a los supermercados, otra de las imágenes icónicas del 2001 con los tiros, los caballos, los bombos y los cacerolazos.

La Argentina actual sufre aún las consecuencias de aquello, y el 32% de pobreza que acaba de confirmar el Gobierno tiene mucho que ver con las heridas que dejó ese desplome, pero casi nada en la situación actual se puede comparar con aquél desastre. “Lo de hoy es incomparable con esa etapa”, admite el propio De la Rúa, entrevistado por EL PAÍS en Buenos Aires. “Néstor Kirchner y Cristina lo dejaron claro, cualquiera que respiraba fuerte era acusado de destituyente. En ese sentido se ha aprendido. Ahora hay respeto por las instituciones, pero a algunos se les sale la cadena, como decimos acá”, explica. También cree que ahora la oposición es “más responsable” de la que le tocó a él.

De la Rúa, que hundió su imagen definitivamente con esa huida en helicóptero y con el corralito bancario, quedó como la máxima figura de aquella crisis. Pero él sostiene que hizo lo que pudo y se vio atrapado entre dos frentes: por un lado el FMI, que cortó el grifo del crédito a Argentina, y por otro la oposición interna, que trabajó para destituirle.

Lo cierto es que ese 32% de pobreza argentina actual es una cifra discreta si se la compara con 2001, cuando llegó al 54% y dejó imágenes únicas como las de unos vecinos faenando en plena carretera la carne de unas vacas que se habían caído de un camión accidentado en Rosario. Cualquier cosa en comparación con aquello parece muy poco.

El PIB cayó más del 10%, el desempleo rozó el 20%. La devaluación del 400% en pocas semanas llevó a los argentinos sin transición desde la cúspide de Latinoamérica hacia el fondo de las estadísticas. Todos vieron cómo Brasil, al que siempre habían tratado como un hermano menor, se convertía en una gran potencia y les superaba ampliamente. Además otros países de la región también crecieron y Argentina tuvo que empezar de nuevo para intentar recuperar su histórica posición de privilegio. Desde entonces ha avanzado mucho –baste decir que la renta per cápita en 2002 era de 2.500 dólares y hoy es de 13.400-, pero la inflación está devastando una economía que en este momento ha vuelto a ser la más cara de Latinoamérica, medida en dólares.

Crecimiento del PIB (%)

PIB per cápita (a precios actuales en dólares)

Desempleo (%)

Inflación (%)

Pobreza (%)

Dólar (pesos)

Actividad industrial (%)

Fuentes INDEC, FMI, Banco Mundial, Universidad Católica

Desde entonces no se perdió la costumbre de resolver todos los conflictos en la calle, pero ya sin muertos. Los cortes son la rutina diaria sobre todo en Buenos Aires. Pero la policía no actúa precisamente porque aún sigue vivo el recuerdo de 2001 y un nuevo muerto podría acabar con cualquier Gobierno. “En 2001 Argentina estuvo al borde de una guerra civil. La gente estaba armada en los techos porque temía que los más humildes los atacaran”, recuerda Eduardo Duhalde, el presidente peronista que llegó al poder 10 días después de la caída de De La Rúa y que según este contribuyó a destituirlo. “Ahora no es como en 2001, tenemos mucho más potencial económico”, explica Duhalde. “El estallido se dio con el corralito”, recuerda Ramón Puerta, que fue presidente tres días en ese convulso diciembre, nada más dimitir De la Rúa. “En esos días firmé un centenar de decretos. Entre otras cosas levantar el estado de sitio y llenar los cajeros. Cargamos los cajeros y se tranquilizó el país”, cuenta Puerta. Eduardo Camaño, otro peronista que también fue presidente durante tres días, recuerda la locura de esos días: “Vivimos 90 días encerrados. Había puesto carteles en Olivos que decían “se vende”. No podíamos hacer nada. Nadie quería ser ministro, pensaban que cualquier Gobierno iba a durar 10 días”. Adolfo Rodríguez Saá, criticado por todos porque le acusan de dimitir víctima de un ataque de pánico en aquellos días turbulentos, no quiso hablar con EL PAÍS.

Los expresidentes coinciden en que esos tiempos están muy lejanos, que por muy compleja que sea la situación actual no se parece en nada a aquella. Argentina ya no tiene miedo a otro 2001, pero el recuerdo de esa etapa trágica está muy lejos de borrarse.

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