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Argentina identifica los restos de una española desaparecida durante la dictadura

El ADN confirma el hallazgo de los restos de Azucena Bermejo, secuestrada embarazada en 1976

Federico Rivas Molina
Tomás Bermejo muestra el estudio que confirma el hallazgo de los restos de su hermana Azucena. A su lado, el embajador de España, Estanislao de Grandes, y María Consuelo Castaño, presidenta de la Comisión de Desaparecidos Españoles en Argentina.
Tomás Bermejo muestra el estudio que confirma el hallazgo de los restos de su hermana Azucena. A su lado, el embajador de España, Estanislao de Grandes, y María Consuelo Castaño, presidenta de la Comisión de Desaparecidos Españoles en Argentina.EFE

El 2 de noviembre de 1976, dos horas después del mediodía, un grupo comando de hombres encapuchados secuestró en un barrio de la ciudad de Tucumán a Azucena Bermejo, una estudiante de geografía de 23 años que se encontraba embarazada de cuatro meses. Los militares en el poder también se llevaron a su esposo, Jorge Osvaldo Rondoletto, a su cuñada y a sus suegros. Nunca más volvieron. Cuando faltan poco más de dos meses para que conmemoren 40 años de la desaparición de Azucena, el Equipo Argentino de Antropología Forense ha identificado sus restos en el pozo de Vargas, la mayor fosa clandestina de Argentina.

Tomás Bermejo tenía 19 años cuando secuestraron a su hermana. Ayer viajó desde Tucumán para lo que sería el homenaje que cada año, a finales de septiembre, la embajada de España en Buenos Aires celebra para recordar a las víctimas españolas de la dictadura, unas 100, según una cifra que no pudo ser aún establecida con exactitud. “Dos días antes de viajar me llegó la noticia de que había sido identificada”, dijo Bermejo. “Fue como algo caído del cielo. A principios de año identificaron a su familia política, a los Rondoletto, pero no esperábamos que también encontrarían a Azucena”, agrega. Con ella, son 6 los españoles desaparecidos identificados por los forenses, de una lista que se inició en 2009.

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Azucena fue la única española -nació en Salamanca- que en el momento de ser secuestrada estaba embarazada. La posibilidad de que haya dado a luz en cautiverio es alta, sobre todo por los antecedentes de unos 500 bebés que, se calcula, han nacido en los centros clandestinos de detención tras las largas sesiones de tortura sufridas por sus madres. Los militares idearon un plan sistemático mediante el cual entregaron esos niños en adopción, la mayoría de las veces a matrimonios de militares. Las Abuelas de Plaza de Mayo han logrado identificar a 117 de esos bebés robados, hoy hombres y mujeres que han recuperado su verdadera identidad. Pero el caso de Azucena es, por ahora, un misterio porque no hay testimonios que acrediten que haya parido durante su detención. “Podremos usar el perfil genético de Azucena para buscar a su hijo. El problema es que hoy no podemos saber si ese niño nació o no, porque en el pozo los restos están todos mezclados, sin orden, como iban cayendo desde la superficie, y no podemos tener la fecha de su muerte”, explicó Mercedes Salado Puerto, miembro del equipo forense presente en el homenaje en la embajada española.

Homenaje a las víctimas españolas de la dictadura argentina.
Homenaje a las víctimas españolas de la dictadura argentina.EFE

El pozo de Vagas fue construido a principios del siglo XIX para abastecer de agua a las máquinas de vapor del ferrocarril. “Tiene unos 35 metros de profundidad y cuatro de diámetro”, explica Salado Puerto. Los militares arrojaron allí a las víctimas del terrorismo de Estado en Tucumán, una provincia ubicada a 1.200 kilómetros al norte de Buenos Aires y epicentro de una de las olas represivas más duras de la dictadura. Los trabajos de los forenses en el pozo se iniciaron en 2002. Desde entonces recuperaron los restos de 117 personas, de los cuales 88 ya fueron identificados mediante ADN, el último de ellos el de Azucena. “Los restos están mezclados y eso hace complejo recuperarlos e identificarlos. Además hay que intentar reconocer todo lo que se puede para poder entregar algo a las familia, reconstruir el cuerpo a pedacitos”, dice la forense.

En 2005, María Consuelo Castaño, única española detenida desaparecida que sobrevivió a la dictadura y actual presidenta de la Comisión de desaparecidos españoles en Argentina, viajó a Tucumán para contactarse con la familia de Azucena. Allí conoció a Tomás, quien le contó la historia de su hermana. “Fue tanto el impacto del encuentro en Tucumán que cuando volvimos hicimos una campaña pidiendo por Azucena. Preguntamos por internet: ‘Si creen que el caso de Azucena debe quedar en el olvido no firmen la adhesión’. Las firmas llegaron desde todo el mundo y la cantidad fue impresionante. El premio más grande ha sido identificarla. Buscar el paradero es encontrar la verdad. Tomás puede decir ahora que cierra la historia de Azucena”, dijo Castaño.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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