_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Culminará Maduro su gobierno en 2019?

Más del 70 por ciento de los venezolanos cree que el presidente no está capacitado para resolver la crisis

Andrés Cañizález

Nicolás Maduro saldrá del poder por vía constitucional y culminará de forma anticipada su mandato de seis años (2013-2019), en este año 2016. Esa es la respuesta unánime de los factores políticos de oposición que forman parte de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) ante la pregunta sobre si Maduro permanecerá en el poder por tres años más. En lo que no hay unanimidad, sino que priva lo que puede ser una peligrosa diversidad, es en cuál estrategia se afincará la MUD para alcanzar este objetivo. Varias cartas se han puesto sobre la mesa.

En una suerte de menú hecho a la medida de los principales actores de la alternativa democrática venezolana, lo que fue presentado días atrás como la hoja de ruta de la MUD para desalojar del poder a Maduro, por la vía constitucional, en realidad no es una sino varias hojas de ruta. La MUD promoverá de forma simultánea (al menos así lo ha dicho) tres opciones: 1) un referendo revocatorio del mandato de Maduro; 2) una enmienda constitucional para reformar de forma muy particular el artículo de la carta magna sobre el período constitucional; 3) la renuncia de Maduro gracias a la presión en la calle.

Lo que parece estar detrás del telón de los anuncios de la oposición es la falta de consenso y eso, desde mi punto de vista incentiva la incertidumbre en medio de una Venezuela que camina sobre hielo muy delgado. Cualquier salida anticipada de Maduro, mientras sea en este 2016 (justo a mitad de los tres años de gobierno) abre las puertas a una elección presidencial de forma casi que inmediata, según la constitución. Si Maduro sale en 2017 esos dos últimos años de mandato los terminaría el vicepresidente ejecutivo, un cargo en el que el presidente pone o quita encargados ya que es de libre remoción, no es una figura de elección popular.

Desde la primera semana de este año el vicepresidente es Aristóbulo Istúriz, quien se destacó por la lucha magisterial hace unas tres décadas y luego irrumpió como el primer alcalde de izquierda en Caracas. Si algo distingue a Istúriz entre sus compañeros del chavismo, en este momento, es que tiene capacidad para sentarse cara a cara a líderes de oposición y con empresarios privados. Obviamente se tejen muchas conjeturas sobre la presencia de Istúriz en la vicepresidencia, siendo un cargo clave en cualquier escenario de transición.

La piedra de tranca para las posibilidades de cambio en el corto plazo en Venezuela casi con seguridad lo será el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), y en particular la todopoderosa Sala Constitucional, controlada por el chavismo. Esta sala tiene la potestad de revisar cualquier decisión que a su criterio afecte la interpretación de la constitución, incluso decisiones de las otras salas del TSJ y de otros poderes públicos. Y sin duda poner fin de forma anticipada a un mandato presidencial previsto para que culmine en 2019 abre la puerta a que el TSJ se pronuncie.

La profundización acelerada de la crisis económica, por otro lado, parece ser el principal enemigo de Maduro. Todos los indicadores económicos y sociales han descendido de forma abrupta en los últimos meses y en particular en el inicio de 2016. Maduro postergó decisiones en el ámbito económico (aumento del precio de la gasolina, revisión de la política cambiaria, incentivos a la producción nacional, etc) porque algunas de ellas tendrían un impacto políticamente negativo. Hoy padece su gobierno, entre otras cosas, las secuelas de no haber encardo la crisis económica en el momento oportuno. La inacción también trae un costo político.

En la opinión pública, finalmente, crece el hartazgo. Más del 70 por ciento de los venezolanos cree que no está capacitado para resolver la crisis y que debe producirse su salida anticipada (estudio de Datincorp), mientras que un 85 por ciento lo considera responsable de la crisis económica (encuesta Venebarómetro).

No es ni será un año fácil ni para Maduro ni para Venezuela, ya que todos los pronósticos prevén una profundización de la crisis económica en este 2016. Podría ser el año del cambio, pero se requerirá de una clara y unificada dirección política de la MUD.

* Andrés Cañizález es analista e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello. Twitter @infocracia

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_