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Sonrisas forzadas en el memorial del New’s Divine

El homenaje del Gobierno a las 12 víctimas de una avalancha en un bar en México indigna a los familiares por el escaso castigo a los responsables

Pablo Ferri
Funcionarios del Gobierno del DF, hoy en el memorial.
Funcionarios del Gobierno del DF, hoy en el memorial.

Leticia Bravo cuenta los días que han pasado -2.575- desde que su hijo Rafa murió, desde la muerte de otros ocho jóvenes, además de tres policías, una tarde de junio de 2008 en la discoteca New’s Divine, en la Ciudad de México.

Rafa y sus amigos celebraban una fiesta aquel día. Los Mandos Únicos Policiales de la capital mexicana, comandados por Guillermo Zayas, acudieron en tromba al local para efectuar un operativo. Las autoridades capitalinas ya habían clausurado el local en dos ocasiones. Según informó entonces el diario El Universal, el local ni siquiera cumplía con las condiciones mínimas de seguridad y no tenía permiso para abrir.

Llegaron 200 policías. Desde dentro, unos ordenaron a los dueños que apagaran la música y la luz. Al parecer ignoraban que esa orden implicaba que el sistema de ventilación dejaría de funcionar. Agentes de los Mandos Únicos entraron y empujaron a los jóvenes hacia fuera, para detenerlos. En la puerta, otros agentes colocaban a los que salían en autobuses. Cuando se llenaron los autobuses, un mando policial dio la orden de cerrar la única puerta abierta de la discoteca e impedir que escaparan. Los policías de adentro desconocían la orden de cerrar la puerta y seguían empujando a los jóvenes para que salieran y así detenerlos. Doce personas murieron por aplastamiento, varios de ellos menores. Rafa Morales Bravo estudiaba el último curso en la escuela antes de pasar a la universidad. Tenía 18 años.

Han pasado siete años y medio y el Gobierno de la Ciudad de México acaba de inaugurar un museo en el memorial que construyó para conmemorar a las víctimas. Leticia Bravo lamenta que hasta la fecha “hay cero responsables y ya casi se acabó todo”.

La investigación del New’s Divine empezó con un puñado de policías en prisión, además de Alfredo Maya, el dueño del local. Luego saldrían todos menos Maya. Guillermo Zayas, el hombre que dirigió el operativo policial, sigue libre, igual que el jefe de la policía de la Ciudad de México, Joel Ortega. El fiscal que supervisó la investigación desde la jefatura de la fiscalía capitalina es ahora el alcalde de la ciudad. Se llama Miguel Ángel Mancera. En abril pasado, la Suprema Corte de Justicia de México liberó de responsabilidad a once de los policías implicados. En octubre pasado, Guillermo Zayas juró el cargo como jefe de la policía de Ciudad del Carmen, al sur del país. El máximo tribunal decidirá en los próximos meses si libera de culpa también a Zayas.

“Estamos esperando a que decida la Suprema Corte para ir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, porque de aquí no vamos a sacar nada”, lamenta Leticia. “El memorial no lo es todo y las verdades que se cuentan son a medias”.

El Gobierno de la Ciudad de México ha indemnizado a las familias de los muertos y los heridos del New’s Divine; ha participado en la creación del memorial y ha anunciado la llegada de expertos internacionales para revisar la investigación del caso. Mientras tanto, no hay responsables policiales en prisión.

“Nos prometieron que al menos pondrían sus nombres en la puerta del memorial, pero ni eso”, dice Leticia, que asegura que si no lo hacen pronto, se opondrán a que el memorial permanezca abierto.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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