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Cinco claves sobre la legalización de la marihuana en México

La situación legal del cannabis en México, su producción y mercado, el número de presos y la influencia de otros países de la región

Elena Reina
Jóvenes fuman marihuana en San Francisco.
Jóvenes fuman marihuana en San Francisco. ROBERT GALBRAITH

México abre el debate sobre la legalización de la marihuana. Un proyecto de la Suprema Corte propone regular la siembra, el cultivo y el uso recreativo de la droga. Una medida histórica para un país que es el segundo productor mundial de cannabis, después de Marruecos, la cuna del narco más poderoso del mundo y donde desde 2006 la lucha contra el tráfico de drogas ha dejado sembrado de cadáveres el territorio nacional, con más de 80.000 muertos.

Aquí les mostramos cinco claves que ayudan a entender el panorama en el que se encuentra esta droga en México.

Hasta cinco gramos permitidos

México despenalizó el consumo de drogas en 2009 y está permitido llevar encima hasta cinco gramos de marihuana. Todo lo que tiene que hacer esa persona para adquirirla es delito. El Código Penal mexicano establece penas de 10 a 25 años de prisión para quien produzca, trafique o recete sin licencia algún narcótico.

Las sentencias por el tráfico de estupefacientes pueden llegar hasta los 37 años de cárcel si quien lo realiza es un servidor público, si ha utilizado a un menor de edad para cometer el delito o si éste es la víctima, si se lleva a cabo en centros educativos o si lo receta un profesional del sector salud.

El Código Penal mexicano establece penas de 10 a 25 años de prisión para quien produzca, trafique o recete sin licencia algún narcótico

México no sanciona el cultivo de peyote u hongos alucinógenos si se demuestra que se usan para ceremonias, dentro de los usos y costumbres de los pueblos y comunidades indígenas.

En el país hay alrededor 5,7 millones de consumidores de marihuana, según la última Encuesta Nacional de Adicciones. En Estados Unidos esta cifra aumenta a los 18 millones de personas, siendo el narcótico más común en el país (y en el mundo), según recoge la Encuesta Nacional sobre el Uso de Drogas y la Salud de Estados Unidos.

Segundo productor mundial de marihuana

El último reporte sobre drogas de la ONU señala a México como el segundo productor mundial de marihuana (sólo después de Marruecos). También ocupa el mismo puesto en el cultivo global de opio y heroína.

México y Afganistán tienen las mayores superficies de suelo cultivadas con cannabis en el mundo, ambas con 12.000 hectáreas en 2011. En ese año, Estados Unidos informó que la disponibilidad de marihuana dentro de sus fronteras había aumentado debido a los altos niveles sostenidos de producción en México —su principal cliente—. En Norteamérica se han producido más de la mitad de las incautaciones mundiales de marihuana: un 69% del total global, según el informe de la ONU.

Ganancias millonarias

No existen cifras exactas sobre cuánto genera el narcotráfico, pero un reporte del Departamento de Justicia de Estados Unidos calculó que los cárteles mexicanos y colombianos obtienen una ganancia anual que ronda los 39.000 millones de dólares por la venta de droga.

El 60% de los presos mexicanos tienen sentencias por delitos contra la salud. La mayoría de ellos por transporte y posesión de marihuana

La Agencia Antidrogas estadounidense (DEA por sus siglas en inglés) estima que la venta ilegal de metanfetaminas, heroína, cocaína y marihuana en Estados Unidos —las cuales se introducen principalmente a través de México— produce una ganancia anual de 22.000 millones de dólares.

El capo mexicano Joaquín Guzmán Loera, líder del cártel de Sinaloa que controla las principales rutas hacia su vecino del norte, se ha llevado gran parte de ese pastel. El Chapo es el narcotraficante más rico del mundo según la revista Forbes, quien señala que su fortuna asciende a los 1.000 millones de dólares.

La marihuana engrosa las cárceles mexicanas

El 60% de los presos mexicanos tienen sentencias por delitos contra la salud. La mayoría ha tenido que ver con el transporte de droga  —por el que las penas rondan entre los 10 y 25 años— y con la posesión (mayor a cinco gramos), según una encuesta realizada a la población interna de las cárceles mexicanas del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

La mayoría de estos reos —el 58% de ellos— fue condenada por tráfico de marihuana. El 27% fue por cocaína y el resto por metanfetaminas, heroína, piedra o crack y medicamentos, todos ellos no llegan al 10% cada uno.

El CIDE destaca el alto porcentaje que hay en general en los centros penitenciarios de personas sentenciadas por el transporte y la posesión de narcóticos. Esto, según el organismo, sugiere que se ha llevado a cabo una política de drogas "enfocada a detener a traficantes de pequeña escala y a consumidores". Y añade que "implica una enorme carga al sistema y significa el uso de recursos que no son utilizados para perseguir y sancionar conductas delictivas de mayor importancia y gravedad social".

México tiene una tasa de población penitenciaria de 204 por cada 100.000 habitantes, ocupando el sexto lugar en Latinoamérica después de Chile, Panamá, El Salvador, Uruguay y Brasil. Chile es el país que cuenta con la mayor población penitenciaria, con una tasa de 318 por cada 100.000 habitantes.

Estados Unidos y Uruguay, pioneros en América

La regulación para el uso recreativo se ha aprobado en algunos lugares de Estados Unidos como el Estado de Colorado y Washington, Alaska y Oregón y en el distrito de Columbia; y en Uruguay.

En Estados Unidos cualquier persona de 21 años o mayor puede poseer legalmente desde una onza (28,35 gramos) —en Washington y Colorado— hasta ocho onzas (227 gramos) —en Oregón— de flores secas de marihuana, fumarla en su casa o en espacios privados y compartirla con otras personas.

En el caso de Uruguay sí se ha observado un retroceso del mercado ilegal de la marihuana. Los consumidores han escogido la artesanal de los autocultivos

El cultivo presenta diferentes limitaciones: en Oregón se permiten hasta cuatro plantas para uso personal, pero en Colorado está prohibido y sólo se puede adquirir en tiendas autorizadas o en farmacias con receta médica.

En todos los casos es ilegal que alguien menor de edad en el país (menos de 21 años) posea o consuma la planta. En Washington y Colorado los adultos pueden poseer únicamente hasta una onza, pero conducir con más de 5 nanogramos de tetrahidrocannabinol por mililitro en sangre y fumar en lugares públicos es estrictamente ilegal.

En Uruguay se regula la cadena entera de producción y compra de marihuana a través de un sistema de licencias de producción, de comercialización y de abastecimiento personal. Los permisos de uso personal permiten acceder a la sustancia a través de cuatro vías: el autocultivo doméstico de hasta 6 plantas; los sitios de venta autorizados, con un límite de 40 gramos por persona al mes; el uso medicinal con la autorización del Ministerio de Salud Pública y los clubes de cannabis, donde se podrá cultivar en grupo una cantidad de plantas proporcional al número de miembros. Igualmente, se prohíbe la venta a menores de edad, hay penas para quienes conduzcan bajo sus efectos, se establecen sanciones para quienes produzcan sin licencia y, como con el tabaco, se prohíbe el consumo en espacios públicos y cualquier tipo de publicidad.

El último informe sobre drogas de la ONU señala que todavía no es posible conocer los efectos en el consumo de estas regulaciones. Pero advierte que, al haber disminuido la percepción de los riesgos y haber aumentado la disponibilidad, "tal vez se incremente el consumo y la iniciación en los jóvenes". Y añade que, aunque esto repercuta en un aumento de los ingresos públicos, se deberá evaluar si esas cifras contrarrestan los gastos en prevención y atención a la salud.

En el caso de Uruguay sí se ha observado un retroceso del mercado ilegal de la marihuana. Los consumidores prefieren la artesanal de los autocultivos. La venta en farmacias en el país sudamericano se dará a partir del próximo año.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es redactora de la sección de Madrid. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020

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