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“Nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos”: el inicio adelantado de la Transición

Se cumple medio siglo de la muerte de Franco: no conviene edulcorar su dictadura ni fijarnos solo en el desarrollismo

Esta semana se consuman 50 años de la muerte de Francisco Franco Bahamonde, “jefe de Estado, generalísimo de los Ejércitos, caudillo de España y de la Cruzada por la gracia de Dios”. Y también se cumplen, en unos días más, 70 años de la entrada de España en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este era un paso muy significativo para salir del aislamiento al que había llevado Franco al ganar la Guerra Civil de la mano de los nazis alemane...

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Esta semana se consuman 50 años de la muerte de Francisco Franco Bahamonde, “jefe de Estado, generalísimo de los Ejércitos, caudillo de España y de la Cruzada por la gracia de Dios”. Y también se cumplen, en unos días más, 70 años de la entrada de España en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este era un paso muy significativo para salir del aislamiento al que había llevado Franco al ganar la Guerra Civil de la mano de los nazis alemanes y los fascistas italianos.

Apenas dos años antes, en 1953, el franquismo había normalizado las relaciones con el Vaticano, a través de un concordato, y con Estados Unidos, mediante un acuerdo que contemplaba la instalación de bases americanas en nuestro país a cambio de ayuda económica. Se trataba de salir de la etapa más siniestra. Recuérdense los efectos más terribles de la Guerra Civil (años 1936 a 1939), según los cálculos de los historiadores más conservadores: 150.000 muertos en combate, 100.000 víctimas de ejecuciones y asesinatos en la retaguardia, 23.000 republicanos fusilados en la posguerra, 0,5 millones de exiliados y 270.000 reclusos políticos en 1939.

Un año después del ingreso en la ONU, 1956, comienzan los primeros escarceos de la oposición universitaria. En los “sucesos de febrero de 1956” (jaraneros y alborotadores) hay, en principio, seis detenidos a los que luego se unirán más: Dionisio Ridruejo, de la División Azul y director general de Propaganda en Burgos, autor de una parte del Cara al Sol; Miguel Sánchez Mazas, primogénito de un ministro del dictador, acuñador de la consigna “¡Arriba España!”; Javier Pradera, hijo y nieto de tradicionalistas fusilados, que era visitado en su casa a la hora de la merienda por Carmen Polo de Franco para apiadarse de “los huerfanitos”; José María Ruiz-Gallardón, hijo de un periodista amigo personal del caudillo; Gabriel Elorriaga, dirigente del Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU), y Enrique Múgica y Ramón Tamames. Los cuatro primeros, patas negras del régimen. Así surgiría el célebre manifiesto lanzado el 1 de abril de 1956 (en cuya redacción participaron Jorge Semprún y Javier Pradera) que decía: “Lo lanzamos precisamente en esta fecha —nosotros, hijos de los vencedores y de los vencidos— porque es el día fundacional de un régimen que no ha sido capaz de integrarnos en una tradición auténtica, de reconciliación con España y con nosotros mismos”.

Ese régimen trataba poco a poco de adaptarse a la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial y va orillando a la Falange más dura, que es sustituida por una variante del corporativismo católico, el llamado nacionalcatolicismo, cuyos puestos dirigentes serían ocupados por miembros del Opus Dei, que pretendían una modernización económica del país con un partido único y sin libertades. Algo como lo que luego intentó Pinochet, en Chile, o ahora mismo la China de Xi Jinping.

No conviene edulcorar el franquismo incidiendo solo en su última etapa, la del desarrollismo. Cuando estos días se hagan balances y valoraciones de aquel régimen habrá que poner en la balanza, además de la represión citada, la penuria, la escasez, las cartillas de racionamiento, la bancarrota, el hambre, la militarización de la sociedad, las restricciones eléctricas, el mercado negro, etcétera. Los historiadores Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, en su libro España 1808-1996 (Espasa), al describir la dictadura de Franco dicen que instauró un Estado nuevo, fuerte, con caudillaje militar, ideas fascistizantes, nacionalsindicalismo, nacionalismo económico… “El franquismo fue un régimen totalitario y filofascista hasta 1945; católico y prooccidental desde 1945 (y especialmente desde 1947-1950, al hilo de la Guerra Fría); tecnocrático y desarrollista desde 1957-1959 (…). La dictadura fue siempre un régimen represivo”.

Este régimen ocupa la mayor parte de un siglo XX de excepción para España: 23 años de monarquía constitucional no democrática, siete de monarquía con dictadura, ocho de república (tres de ellos en guerra civil), 36 años de dictadura franquista, siete de transición hacia una sociedad de libertades, y 19 de democracia.

El siglo XXI ha roto esa línea quebrada. No volvamos a las mismas.

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