Qué no hacer en calzoncillos

He visto a Robbie Williams contar su historia en ’slips’ desde la cama. El resto de personas con las que me he encontrado este mes sí iban vestidas para la ocasión

Robbie Williams durante la grabación de su serie documental para Netflix.Netlix

¿Tienen ustedes un diario? Yo tomo notas en el móvil que, a la hora de escribir textos como este, me resultan muy útiles. También reveladoras: los asuntos que vas apuntando son como el retrato de Dorian Gray de tu cerebro, el reflejo de lo que realmente te llama la atención, y que la mayoría de las veces no son las noticias. Por ejemplo, anoté que el otro día, viendo el documental de Netflix de Robbie Williams, me resultaba muy difí...

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¿Tienen ustedes un diario? Yo tomo notas en el móvil que, a la hora de escribir textos como este, me resultan muy útiles. También reveladoras: los asuntos que vas apuntando son como el retrato de Dorian Gray de tu cerebro, el reflejo de lo que realmente te llama la atención, y que la mayoría de las veces no son las noticias. Por ejemplo, anoté que el otro día, viendo el documental de Netflix de Robbie Williams, me resultaba muy difícil concentrarme: Williams, un señor multimillonario, me estaba hablando de sus traumas sentado en calzoncillos sobre su cama deshecha. Reconozco que me indigné.

También apunté que mi novio y yo encontramos en un guardamuebles un cuadro pintado por Chita, el chimpancé de Tarzán, enmarcado y con su certificado de autenticidad. Pero volviendo a Robbie Williams: no sé si es que me estoy haciendo viejo, pero al menos el Financial Times está de acuerdo conmigo en el diagnóstico sobre los documentales de celebrities orquestados por ellas mismas. “Llega un punto en que estos relatos de fama repentina y traumática y medios hambrientos se empiezan a confundir entre sí. Aunque el de Robbie Williams destaca por el mero hecho de que es el único contado por un hombre en calzoncillos”.

Sigo con el diario: un sábado de noviembre fuimos a la Academia de Cine para ver Cleo vendrá esta noche, un corto de Aitana Ahrens y Miguel Guindos con un sencillo argumento: Aitana y Cleo se enamoran y viven unos días mágicos hasta que Cleo desaparece de la vida de Aitana. Pasado un tiempo, Aitana, todavía enamorada, da una fiesta de Halloween esperando encontrarse con su examante. El corto, nominado a los próximos Goya, retrata la música, la ropa, la forma de hablar y los usos y costumbres de una pandilla de jóvenes de veintipocos. Es ficción, pero se hace más auténtica que la autobiografía con filtro ensimismado del sufriente Robbie Williams. Bajo la naturalidad de Cleo, además, late una reivindicación: “Hicimos esta película pensando en la falta de referentes de ficción para la juventud queer”, dijo Ahrens tras el visionado. Algo que me sorprendió. Obviamente mi generación creció sin referentes de este tipo, pero ¿la generación Z?

Más cosas del diario de noviembre: el 14 celebramos el décimo aniversario de ICON en el Consulado Italiano. Una fiesta muy llena de amigos y muy divertida con cinco premiados que representan esa mezcla de talento, audacia y compromiso —con uno mismo o con los demás— que admiramos en la revista. Ozuna, Jon Kortajarena, Alberto García-Alix, Ana Rujas y Samantha Hudson subieron al escenario para recoger sus galardones de manos de Eugenia Silva, Valeria Vegas, Arón Piper, Aitana Sánchez-Gijón y yo mismo. “No sé qué hecho para que me deis este premio”, se le ocurrió decir a García-Alix ante un par de centenares de ojos incrédulos, teniendo en cuenta que es el fotógrafo que más y mejor ha sabido ver Madrid y sus habitantes en el último medio siglo. Rujas hizo un alto necesario en la noche denunciando la matanza de Gaza. Pero fue Samantha la que más me dio que pensar por su vehemente defensa de la provocación como motor de cambio: “¡Hay muchas pijas que están aquí muy cómodas!”, nos advirtió, en ese tono entre sarcástico y combativo con el que denuncia la precariedad de los jóvenes y la pérdida de derechos.

Encuentro en mis notas apuntes sobre Un hombre soltero, la novela de Christopher Isherwood, que justo acabo de terminar: es la historia de un profesor universitario de mediana edad atrapado entre la cómoda monotonía de su existencia, su condición de gay en la América de 1962 y el duelo por su pareja, Jim, fallecido en un accidente (Jon Kortajarena debutó en el cine en la versión que Tom Ford rodó en 2009). Entre el George de Isherwood y Samantha Hudson hay un mundo de frustraciones, miedos y máscaras que la segunda rompe cada vez que habla: vale la pena recuperar la entrevista que Samantha le dio a Tom C. Avendaño el mes pasado en nuestra web.

Pero termino con el diario: notas sobre nuestro elenco de premiados, “un antídoto contra el esnobismo y la mojigatería” (sic). Y un apunte final: “Definitivamente, necesitamos investigar el asunto del cuadro de Chita”.

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