Salvar el mundo por no jubilarse: los héroes de más de 60 años llenan las pantallas de cine
Antonio Banderas estrena ‘El protector’ con 62 y meses antes de que Harrison Ford (80) vuelva como Indiana Jones o Tom Cruise (60) a ‘Misión imposible’, a la estela de Liam Neeson (70) o Jeff Bridges (73)
El mundo sigue lleno de grandes admiradores del cine de acción. Top Gun: Maverick ha terminado su recorrido por los cines con casi 1.500 millones de dólares en ingresos (la primera en la lista este año, aunque Avatar 2 todavía sigue en salas). Tom Cruise ...
El mundo sigue lleno de grandes admiradores del cine de acción. Top Gun: Maverick ha terminado su recorrido por los cines con casi 1.500 millones de dólares en ingresos (la primera en la lista este año, aunque Avatar 2 todavía sigue en salas). Tom Cruise celebró en 2022 su 60º cumpleaños. Lejos de pensar en la jubilación, hace dos semanas compartió un vídeo en el que detallaba cómo se había grabado una de las secuencias de la primera parte de la séptima entrega de Misión Imposible, en la que se lanza desde un acantilado en Noruega subido en una moto. Lo hizo, como siempre, él solo, sin utilizar especialistas. Según el director Christopher McQuarrie, se trata de “la mayor escena de riesgo en la historia del cine”.
¿Por qué a los 60 años Cruise se sigue tirando de acantilados en Noruega? Al cine le ha costado encontrar un relevo generacional. Llama la atención que un género tradicionalmente dominado por enfrentamientos físicos, las persecuciones, tiroteos y, en definitiva, cualquier forma de violencia intensa, esté protagonizado por actores que rondan o incluso superan los 60. Solo en 2022 hemos visto a Brad Pitt (59 años) en Bullet Train, Liam Neeson (70) en La memoria de un asesino y El mediador, Mel Gibson (66) en Misión Panamá, Sylvester Stallone (76) en Samaritan, Jeff Bridges (73) en la serie The Old Man, o Nicolas Cage (58) en El insoportable peso de un talento descomunal, donde además se interpreta a sí mismo.
Otros habituales del género que transitan la tercera edad son Denzel Washington (68), que en septiembre del año que viene protagonizará la tercera parte de The Equalizer; Keanu Reeves (58), que también en 2023 estrena John Wick 4, o Harrison Ford, que a sus 80 años se vuelve a poner en la piel del arqueólogo más querido de la historia del cine para Indiana Jones y el dial del destino, que se espera para el verano que viene.
La avanzada edad de los actores en las películas de acción ha sido objeto de debate en algunos medios. El periodista Noel Ceballos de la revista GQ, ubica el nacimiento del “cine de héroes de mediana edad” (aunque ya hemos visto que este calificativo a muchos se les queda corto) en una de las primeras escenas de la película Venganza (2008). Liam Neeson coge el teléfono y le dice lo siguiente al secuestrador de su hija: “Si la suelta ahora mismo, todo quedará zanjado. No le buscaré, ni le perseguiré. Pero si no lo hace, le buscaré, le encontraré y le mataré…”. Es una de las secuencias más famosas de la película. El secuestrador de la hija es solo una de las 74 personas que Neeson matará en su periplo vengativo de tres episodios. Pero también es el punto de partida de su carrera como héroe de acción. El actor que fue nominado a los Oscar por La Lista de Schindler (1993), se convirtió a los 60 años en lo más parecido a una nueva estrella de acción que haya habido en el género en los últimos años.
En El Confidencial, el periodista y escritor Alberto Olmos se pregunta: “¿Por qué se elige como actor ideal para dar mamporros, saltar desde edificios, tirotear rusos y recibir cuchilladas y puñetazos a un señor de 60 años?”. Después de ver Nadie, estrenada en 2021, llega a la conclusión de que el género está vinculado a un concepto de masculinidad incompatible con los actores de las nuevas generaciones. Lo inverosímil, opina, sería que jóvenes intérpretes como Tom Holland o Timothée Chalamet mataran a 50 personas en una película, “porque nadie se lo creería”.
Lo llama retromasculinidad. El protagonista de Nadie es Bob Odenkirk (Better Call Saul, 57), un marido blandengue incapaz de proteger a su familia de una banda de ladrones que entra a robar a su casa. “Abrumado por las consecuencias degradantes de su masculinidad domada”, dice Olmos, “el protagonista de Nadie empieza a agonizar moralmente”. No se ha comportado como un hombre. El sentimiento de culpabilidad le hace redescubrir en su interior el ser profundo “del macho atávico”. A partir de ahí, la película se convierte en una sucesión de tiroteos. “Con una escopeta en cada mano”, escribe Olmos, el personaje de Odenkirk “redescubre la masculinidad”.
En el mismo artículo, señala que “casi todas estas películas recurren a la misma idea: un hombre que parece anodino y vive como uno más es en realidad una máquina de matar, agente del FBI retirado, mafioso escondido o hit man en excedencia”. En definitiva, un suceso trágico hace reverdecer en el viejo macho los tallos de una masculinidad tradicional que permanecía oculta. ¿Es la añoranza por la testosterona perdida?
Michael Kimmel, prestigioso sociólogo estadounidense especializado en estudios de género, publicó en 2013 un ensayo titulado Hombres blancos cabreados (Barlin Libros). En él analizaba cómo una serie de profundos cambios de naturaleza social, cultural, política y económica habían dejado a muchos hombre anclados en una idea obsoleta de masculinidad, con una sensación interna de frustración e ira. El texto recobró vigencia tras la victoria de Donald Trump en las presidenciales de 2016. El hoy expresidente de Estados Unidos encontró en los hombres “humillados” la diana perfecta hacia donde dirigir su famoso Make America Great Again. Tras la elección de Trump, surgieron grupos de extrema derecha como The Proud Boys, que exigen restaurar la debilitada masculinidad blanca tradicional.
La idea de un nuevo hombre de acción trumpiano no es tan descabellada si nos remontamos a los orígenes del género. En su Historia del cine (Alianza, 2002), Sánchez Noriega afirma que cada época genera sus propios mitos y héroes, y el arquetipo de Rambo (1982) era el perfecto reflejo de la mentalidad de los EE UU de Ronald Reagan: héroes solitarios, que toman la justicia por su poderosa mano y cuyo único enemigo, en todo caso, son las instituciones públicas, que nunca están a la altura de la gravedad de la situación. Los ochenta fue la época dorada del cine de acción y de actores como Chuck Norris, Jean-Claude Van Damme, Sylvester Stallone, Bruce Willis, Steven Seagal o Arnold Schwarzenegger. Todos, según Noriega, de perfil “hipermacho musculoso, al borde de la inhumanidad”. Lo cierto es que no era nada extraño ver a Arnold Schwarzenegger rompiéndole el cuello a alguien en un avión, para después ponerle unas gafas de sol en la cara y decirle a la azafata, en tono de broma, que su amigo se había quedado dormido.
Fuera de la lista inicial de actores sexagenarios quedó Will Smith, que de hecho tiene 54 años. En 2020, protagonizó la tercera entrega de la franquicia Bad Boys (en español, Dos policías rebeldes). La película quedó tercera en la lista mundial de recaudación. Poco más de un año después, Will Smith firmó su sentencia de muerte en Hollywood cuando le propinó el tortazo más célebre de la memoria reciente a Chris Rock en la gala de los Oscar. Las redes sociales y el mundo del espectáculo criticó unánimemente la masculinidad tóxica que había demostrado Smith (Rock había hecho una broma cuestionable sobre su esposa). El propio actor llegó a internarse en una clínica de rehabilitación después del incidente. Poco después, Sony Pictures anunció que paralizaba por tiempo indefinido la cuarta entrega de Bad Boys, a causa de lo ocurrido. La gran pregunta es: ¿Qué habría hecho el detective Mike Lowrey (el personaje de Smith en la película) si otro hombre se hubiese atrevido a insultar a su esposa?
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