Una invasión de “pequeños frikis”: las vídeo esculturas de Tony Oursler llegan a Madrid
El pionero del videoarte presenta en la Galería MPA su última muestra: ‘Pareidolia and other problems’. Su objetivo es enfrentar al espectador a todas esas sensaciones ‘raras’ que el ser humano no sabe cómo nombrar
El ser humano tiene la capacidad de encontrar rostros en los objetos más insospechados. Este fenómeno psicológico, producto de la evolución del cerebro, activa el instinto de supervivencia en caso de peligro. Y tiene un nombre: pareidolia, procedente del griego eidolon (imagen, figura o aparición) y el prefijo para (parecido a). El término ha sido el elegido por el pionero del vídeoarte de principios de la década de los setenta, Tony Oursler (Nueva York, 1957), para darle título a su última muestra ...
El ser humano tiene la capacidad de encontrar rostros en los objetos más insospechados. Este fenómeno psicológico, producto de la evolución del cerebro, activa el instinto de supervivencia en caso de peligro. Y tiene un nombre: pareidolia, procedente del griego eidolon (imagen, figura o aparición) y el prefijo para (parecido a). El término ha sido el elegido por el pionero del vídeoarte de principios de la década de los setenta, Tony Oursler (Nueva York, 1957), para darle título a su última muestra Pareidolia and other problems (Pareidolia y otros problemas), que se exhibe en la madrileña Galería MPA hasta el 29 de marzo.
Resulta curioso que el neoyorquino no haya utilizado esta palabra hasta ahora para definir las instalaciones visuales repletas de caras humanas susurrantes que le hicieron famoso a principios de los noventa. Cuando se le pregunta si no es pareidolia lo que ha estado haciendo hasta ahora, Oursler suelta una carcajada. “En cierto modo, así es”, reconoce frente a una taza de café en la cocina de su casa estudio del Bajo Manhattan.
Los rostros de Oursler enfrentan al espectador con ironía a las relaciones humanas, a las reacciones ante los avances tecnológicos, a los efectos de la cultura popular, al humor, la psicología, lo místico, lo psicodélico y a todas esas sensaciones que definimos como raras cuando no somos capaces de ponerles un nombre.
A Madrid ha traído un conjunto de esos personales rostros ambiguos, encapsulados en una especie de huevos de colores, y varios dibujos donde se repite su obsesión por las figuras humanas. “Este trabajo va sobre mi intención de conectar la conciencia con la gente”, explica. El fundador de la galería que lleva sus siglas, Moisés Pérez de Albéniz, define la selección como un conjunto de “caras que te miran, que parpadean y te hablan sin saber si esperan respuesta, pero provocan constantemente. Es como estar rodeado de pequeños frikis”.
Como hace con cada una de sus piezas, Oulser se pasó meses investigando diferentes aspectos como la teoría cuántica de campos, que explica la física de altas energías necesaria para entender fenómenos como la superconductividad. O la hipótesis de la Memoria Líquida, desarrollada en el libro del mismo nombre por el cineasta Jonathan Nossiter, quien se remonta al recuerdo de la primera vez que probó el vino para indagar cómo la memoria puede construir la identidad a lo largo de la historia. “No sé si todo esto es verdad, pero ambas son buenas metáforas para explicar cómo se mueve la cultura y para enseñar a la gente que estamos unidos”, argumenta.
Mediante este proceso, el artista se convierte en una mezcla de visionario, historiador y mago tecnológico que exprime toda esa información para presentársela al público en forma de video instalaciones. “Me formé en la escuela conceptual de los setenta. Tengo una mente analítica y narrativa heredada de mi familia”, comenta. Su abuelo fue el escritor y mago Fulton Oursler, amigo del mago Houdini y el escritor Arthur Conan Doyle, y su padre Fulton Oursler Jr., fundador de la revista Angels on Earth.
Su obra forma parte de las colecciones de los grandes museos como el Centro Pompidou de París, el Museo de Arte Moderno de Nueva York o la Lisson Gallery de Londres. También ha colaborado con músicos y artistas como Kim Gordon, Jim Fletcher, Constance DeJong y, el más conocido, su íntimo amigo David Bowie. Suyo es el videoclip de la canción Where are we now?, con la que el músico volvió a la escena en 2013, tras diez años desaparecido.
La pandemia ha impedido a Oursler viajar hasta Madrid para inaugurar esta muestra que supone “volver a la vida como el Ave Fénix” después de la parálisis que ha sufrido el mundo del arte. Las piezas durmieron en su almacén durante dos años a la espera de viajar a España y ahora ve la exposición como la reunión de “un momento que se perdió en el tiempo”.
Sin haber previsto lo que iba a suceder, el artista se sumergió en este trabajo con la sensación de que la sociedad había entrado en una fase de escepticismo y de audiencias pasivas donde la creatividad y la interacción caminaban hacia su lecho de muerte. “Somos meros consumidores con un teléfono móvil en la mano”. Esto lo pensó antes de que el mundo cerrara la puerta.