Así es la premiada fábrica textil que crece o mengua en función del punto de vista
El nuevo centro logístico de Mayoral, ideado por el estudio malagueño System Arquitectura Avanzada en Málaga, tiene una doble piel que tamiza la luz en su fachada y una composición a base de arcos que generan un curioso efecto óptico
La moda utiliza las transparencias para insinuar. Se utilizan de manera constante en vestidos, camisetas o lencería desde que Yves Saint Laurent las incorporase a sus colecciones de alta costura en los años sesenta. Y más de medio siglo después han servido como inspiración para convertir un simple almacén en un gran edificio de diseño. El proyecto, precisamente ...
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La moda utiliza las transparencias para insinuar. Se utilizan de manera constante en vestidos, camisetas o lencería desde que Yves Saint Laurent las incorporase a sus colecciones de alta costura en los años sesenta. Y más de medio siglo después han servido como inspiración para convertir un simple almacén en un gran edificio de diseño. El proyecto, precisamente para una compañía textil, Mayoral, se salta las limitaciones de los centros logísticos y se aleja de las tradicionales líneas rectas de la industria para crecer a partir de las curvas. Y lo hace con una doble piel que juega con la opacidad para dejar pasar justo la luz necesaria, mejorar la eficiencia energética y mostrar con discreción sus propias tripas. El nuevo espacio de distribución de la empresa malagueña tiene aires monumentales y hasta genera un efecto óptico que le hace crecer o menguar según el punto de vista. Ideado por el estudio malagueño System Arquitectura Avanzada, su singularidad ya ha sido reconocida en distintos galardones.
El nuevo centro logístico no tendría sentido sin el edificio que tiene a su lado y que invita a viajar unas décadas al pasado. Era la sede de la antigua fábrica textil Intelhorce y fue construida entre 1959 y 1963 por Ramón Vázquez Molezún y Manuel María Valdés. Cuando Mayoral compró estos suelos en 2013, el inmueble se encontraba abandonado y en mal estado, pero tenía protección por sus valores compositivos y lingüísticos. No se podía derribar, solo rehabilitar. System Arquitectura fue el estudio que ganó el concurso para hacer ese trabajo. Lo hizo con la promesa de respetar sus cubiertas, sanar sus patologías y, sobre todo, dotar a la fachada de una nueva epidermis a partir de la imagen de una falda plisada. Una original propuesta a base de paneles de hormigón de casi dos toneladas que, además, consiguen dar sombra gracias a la composición que dibujan. Hubo que utilizar maquinaria de la industria aeroespacial para colocarlas, pero el resultado fue excelente y el éxito llegó pronto. El trabajo –respetuoso con lo anterior pero, a la vez, innovador– fue nominado a los premios europeos de arquitectura Mies van der Rohe, quedó entre los cinco finalistas al mejor edificio industrial de ArchDaily y Docomomo lo reconoció como ejemplo de buenas prácticas.
La oportunidad que supuso recuperar la vieja fábrica malagueña fue también un hándicap a la hora de ampliar las instalaciones de Mayoral. El nuevo gran espacio logístico debía construirse justo al lado, pero prácticamente con el doble de altura. “El volumen de la nueva nave iba a tapar la anterior. No podíamos faltar al respeto ni apagar de esa manera el edificio que acabábamos de conservar. Tuvimos que buscar una solución para que eso no ocurriera”, cuenta Rafael Urquiza, fundador de System Arquitectura Avanzada. Su equipo lo resolvió a través de la inspiración textil. Primero, rompiendo las tradicionales líneas cuadradas de las naves industriales con una fachada arqueada, que tiene a las instalaciones con telas del artista búlgaro Christo como referencia. Dibujan cinco grandes arcos que se dividen en otros muchos más pequeños hasta generar un efecto óptico sorprendente: se mire desde donde se mire, parece que la altura va siempre en descenso. La parte más cercana se ve imponente, pero la más lejana, a pesar de mantener constantes sus 20 metros, ofrece la sensación de estar a la misma altura que la antigua fábrica renovada, que apenas supera los diez. “Con esta fórmula se perdía algo de superficie, algo de vital importancia para una industria. Pero se ganaba mucho en diseño, justo lo que vende Mayoral. Creo que la arquitectura es también marketing y ellos también lo vieron, hay que agradecer su apuesta arriesgada”, subraya Urquiza. La iluminación nocturna, además, potencia que el efecto de los arcos no se pierda en la noche.
La segunda clave del espacio de distribución es su doble piel y su exploración por las transparencias textiles. Lo hace por partida doble. Por un lado, con una envolvente exterior formada por chapas de zinc microperforadas –fabricadas en Asturias– que juegan con la opacidad: en función de cómo le impacte el sol se vuelve translúcida y deja ver su estructura interior o se vuelve totalmente opaca. Al ser blanca, además, devuelve la radiación más potente –el sol malagueño en verano es mucho sol– y la tamiza hacia el interior, de tal manera que la iluminación artificial es mucho menos necesaria. Por otro lado, unos centímetros más adentro hay otra capa, compuesta por un policarbonato de 30 milímetros de ancho –traído desde Álava– formado por células hexagonales. Esa estructura genera una cámara de aire que sirve de aislamiento térmico y también impermeabiliza, pero a la vez deja pasar la luz.
“La nave se convierte así en una caja iluminada por todas partes, salvo por la cubierta, ya que la radiación cenital puede crear problemas en el sistema de automatización instalado por Mayoral”, cuenta Urquiza. En su memoria quedan la cantidad de pruebas, ensayos con prototipos y cálculos –tan grandes que ni los softwares utilizados podían con ellos– para encontrar el punto perfecto para conjugar ambas pieles –con 13.500 metros cuadrados de chapa de zinc y 9.000 de policarbonato– y que dejaran entrar la luz exacta que se necesitaba en el interior para mejorar la eficiencia. Además, desde dentro, son casi invisibles: parece como si no existiera ninguna de esas dos capas, dejando ver el azul del cielo.
Un Lego gigantesco
El edificio –construido por Sando– fue levantado en 18 meses gracias a un proceso de piezas prefabricadas, algunas de hasta 32 metros, desarrollado por la compañía gallega Metaldeza, que las creó a partir de un modelo 3D. Confeccionaron 1.900 toneladas de perfiles tubulares, que más tarde fueron cosidos uno a uno en Málaga, como si de un Lego gigante se tratase, con miles de tornillos. El interior es hoy un enorme espacio diáfano de más de 18.000 metros cuadrados con una pequeña área de oficinas y seis muelles de carga. Destaca también un elemento orgánico. Una gran escalera de caracol de 14 metros y fabricada de una pieza. Su única función es permitir la subida hasta la cubierta para realizar labores de mantenimiento, pero funciona a modo de escultura gracias a sus curvas, las únicas en todo el espacio interno del inmueble, que ha ganado el premio de ArchDaily en la categoría Best Applied Products (mejor aplicación de productos) y fue finalista en la de mejor edificio industrial.
System Arquitectura también ha diseñado las nuevas oficinas de Mayoral, ya construidas, con todos sus elementos pensados a partir de texturas y colores relacionados con la naturaleza. Desde las luminarias de forma hexagonal hasta la utilización de maderas, colores tierra y presencia de materia vegetal interior y exterior. Hoy el estudio tiene gran parte de su esfuerzo reservado para la compañía textil malagueña, pero también desarrolla otros proyectos. Entre ellos la construcción de un edificio en la Manzana Verde –el futuro barrio ecológico ideado por el Ayuntamiento de Málaga– y un centro deportivo en Rincón de la Victoria, además de distintas viviendas de diseño en la Costa del Sol.