Hijas secretas, tribunas prohibidas
En la vida común suceden sin parar cosas que parecen propias de una zarzuela. La aparición de una hija secreta del rey emérito, el bloqueo a un ministro por parte de la responsable de protocolo o el nuevo baile de máscaras en la gala del Met
Le he comentado a mi terapeuta que la experiencia como autor de zarzuela me ha devuelto a un lugar muy genuino, casi innato en mí. Este no es otro que el teatro, al que considero mi primer amor. Aunque tuve otros amores, unos más carnales y otros más idealizados, di muchas vueltas hasta que el Teatro de la Zarzuela ...
Le he comentado a mi terapeuta que la experiencia como autor de zarzuela me ha devuelto a un lugar muy genuino, casi innato en mí. Este no es otro que el teatro, al que considero mi primer amor. Aunque tuve otros amores, unos más carnales y otros más idealizados, di muchas vueltas hasta que el Teatro de la Zarzuela me devolvió al punto de partida. La noche del sábado, el elenco de Trato de Favor me invitó a participar en su ritual antes de subir el telón, gritando “mierda” siete veces. Después, me escondí entre el decorado para ver desde el escenario lo que escribí para representarse. Fue un orgasmo. Y, también, un misterio. Una mezcla de revelación y traspasar límites.
Afuera, en la vida común, suceden sin parar cosas que parecen propias de una zarzuela. La aparición de una supuesta hija secreta del rey emérito, el bloqueo a un ministro por parte de una responsable de protocolo de la Comunidad de Madrid impidiéndole su acceso a la tribuna delante de un desfile militar. Los señores Obama visitando La Moreneta en Montserrat. El nuevo baile de máscaras en el Museo Metropolitano de Nueva York con motivo de la gala anual.
Entonces, he sentido que la zarzuela, tan española ella, me afecta y me hace ver trazas de su materia en todas partes. Encuentro mucho de su tono y picaresca en algo tan rocambolesco como el giro que ha dado la vida de Alejandra Rojas, a quien aprecio por su sensibilidad y educación (formada en esa escuela de la discreción que evita cualquier salida de tono gratuita), y que se ve ahora coronada en medio de la embarazosa noticia que le atribuye una filiación emérita y secreta. Un protocolo que no llegará a los tribunales, pero que ni el perverso guion de la serie de televisión Yellowstone podría reunir: un comunicado del rey emérito negando la existencia de una hija secreta y el romance con la madre de esa supuesta hija, la condesa de Montarco. Además, la portada de ¡Hola! con Alejandra, en una foto de archivo, diciendo que se ve obligada a desmentir la noticia. Solo una supuesta paternidad así puede competir con la sorprendente maternidad de Ana Obregón.
Si es una estrategia comercial, merece un aplauso a los que han publicado King Corp. El imperio nunca contado de Juan Carlos I (Libros del K.O., 2023), el reciente libro sobre Juan Carlos I. También hay estrategia en lo sucedido con el ministro Bolaños el 2 de mayo. Una sospecha que se acrecienta y bulle, fiel al argumento de una zarzuela, cuando leo que Bolaños se quedó rezagado de la ministra Robles, para hacerse fotografías con unos espontáneos. ¿Es Bolaños tan popular en la Puerta del Sol como para que interrumpan su camino con unos selfis?
Tengo otras preguntas y detalles que me atrapan. Como, ¿al verlos, qué habrá pensado La Moreneta de los señores Obama? O, ¿qué impresión tendrá de los señores Spielberg?
En el otro lado del Atlántico, en Nueva York, donde la marihuana se consume generosamente y en absoluta libertad, volvió a celebrarse la gala Met, este año ceñida al culto y la beatificación de Karl Lagerfeld. Un hombre de hierro, pero con esa mano creativa y suave que estreché en dos ocasiones, en el Baile de la Rosa en Mónaco y en la Embajada de Francia en Madrid. Casualmente, el diseñador miraba a los ojos como lo hace La Moreneta, con cierta rigidez. En esta ocasión, la extravagancia en la que se ha convertido la gala intentó reducir el colocón estético, pero en mi opinión no es suficiente, tienen que ver más zarzuela. Y, desde ese punto de vista, me han parecido fantásticos Jared Leto y Penélope Cruz, él vestido de Choupette, el gato de Lagerfeld, y ella de bella novia encapuchada. La pareja me da más ideas zarzuelescas y también a todas esas mentes creativas detrás de hijas secretas y tribunas prohibidas.