Sara Navarro, la zapatera alicantina que calza a la realeza y colecciona ‘mirós’
La empresaria y diseñadora ha sido elegida por la reina Letizia o Pamela Anderson y ha trabajado con modistas como Galliano, Sybilla o Roberto Verino. Ahora expone su colección privada, que incluye piezas de Tàpies, Chillida y Genovés, en el MUBAG de Alicante
Esta es la historia de una zapatera metida a coleccionista de arte, aunque bien podría ser la de una coleccionista de arte convertida en zapatera. “Me gusta el arte desde que tengo uso de razón. Cuando tenía nueve años viajé con mi padre a Madrid. Me dijo: ‘Te llevo donde quieras: el Parque de Atracciones, el Retiro, la calle Serrano…’. Yo no lo dudé: quería ir al Museo del Prado”, cuenta la empresaria y diseñadora de calzado Sara Navarro (Elda, Alicante, 65 años). Por entonces solo levantaba un metro del suelo, pero...
Esta es la historia de una zapatera metida a coleccionista de arte, aunque bien podría ser la de una coleccionista de arte convertida en zapatera. “Me gusta el arte desde que tengo uso de razón. Cuando tenía nueve años viajé con mi padre a Madrid. Me dijo: ‘Te llevo donde quieras: el Parque de Atracciones, el Retiro, la calle Serrano…’. Yo no lo dudé: quería ir al Museo del Prado”, cuenta la empresaria y diseñadora de calzado Sara Navarro (Elda, Alicante, 65 años). Por entonces solo levantaba un metro del suelo, pero ya sabía que en la capital había un museo muy grande con cuadros de pintores muy importantes. “Vi Las meninas, por supuesto, pero me quedé fascinada con El Bosco”, continúa.
Lo que empezó como una afición se convirtió pronto en una obsesión y, desde muy joven, Navarro empezó a adquirir obras: “El primero fue un dibujo de palitos de Hernández Pijuan. Era pequeño, un poco menos de un folio. Yo tenía 17 años”. A esa pieza, que aún conserva, se fueron sumando otras de Chillida, Tapiès, Genovés, Luis Gordillo, Jaume Plensa, Joan Miró… Y, más de 50 años después, esta pasión ha culminado en un original proyecto que puede verse en el MUBAG de Alicante hasta el próximo 25 de junio. El arte como inspiración es una exposición que reúne 53 obras de sus fondos privados y que plantea un diálogo entre sus diseños de calzado y su colección de arte a través de una cuidada selección de obras y zapatos.
“Sara tiene muy buen ojo”, asegura su amiga Nieves Fernández, una histórica y respetada galerista que la ha guiado en el arte de comprar arte. “Va a las exposiciones y se enamora de las obras. Tiene cuadros de Reinert, Kounellis, Tàpies, Alfonso Albacete… Se ha atrevido con artistas que en su día casi nadie adquiría en España. Tiene una buena formación y nació en un entorno acomodado. Al fin y al cabo, su familia creó la fábrica de zapatos más antigua de España”, continúa Fernández.
Sara Navarro es la tercera generación a los mandos de una empresa zapatera que fundó su abuelo en Elda en los años cuarenta y que, con 16 años, continuó su padre con la marca Curapies: “Eran zapatos especiales para pies delicados porque España era un país rural y ese tipo de diseños triunfó”. Su progenitor, asegura, era un visionario: “Fue la primera empresa de calzado que realizó una campaña de publicidad en televisión. Contrató a Teresa Gimpera, que por entonces era la top model del momento, y se la trajo de Roma donde estaba rodando una película. Le costó un millón de pesetas y mi familia lo criticó mucho por gastar ese dineral. Pero él creía muchísimo en la publicidad y la comunicación. Me decía: ‘Todo lo que hagas, cuéntalo. ¿De qué sirve hacer cosas si nadie se entera?”.
De Elda al mundo
Siguiendo los consejos de este padre con alma de influencer, Sara Navarro ha sabido comercializar su marca. Desde la reina Letizia y sus hijas Leonor y Sofía, pasando por Rossy de Palma, Bibiana Fernández, Mariola Orellana, Miriam Díaz Aroca o estrellas internacionales como Daryl Hannah y Pamela Anderson, han lucido sus creaciones.
Su marca se lanzó en 1979 y explotó en la década de los ochenta y noventa, cuando Navarro empezó a trabajar para los grandes diseñadores de la época como Victorio & Lucchino, Sybilla, Ángel Schlesser, Purificación García o Roberto Verino. “Concebía zapatos para sus colecciones. Apliqué a la moda todos los secretos de los zapatos Curapies”, recuerda haciendo gala de un conocimiento técnico que por entonces nadie tenía. El éxito de sus diseños la llevó a trabajar durante dos años con John Galliano —”Era mi diseñador favorito. Un tipo introvertido y reservado, pero un genio”— y cruzar el charco para vender sus zapatos en Los Ángeles (California). “Nunca me gustó mucho la playa, así que cuando viajaba a la ciudad me pasaba el día en la tienda”, recuerda.
En España, el mundo del espectáculo tampoco escapó a su influjo y diseñó zapatos para la película Acción mutante (1992), de Álex de la Iglesia, y el musical 101 dálmatas. Nada la frenaba. Ni siquiera un cáncer de mama que sufrió a los 39 años: “Viví casi un año en Houston. Estando allí se me ocurrió una de las colecciones más importantes de mi vida, Evening, unos zapatos de noche con pedrería. La presenté con peluca y nadie se dio cuenta. Estaba divina”. Tanto esfuerzo consiguió su recompensa y en 2005 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
Si sus diseños son pura fantasía, su vida no le anda a la zaga. Aunque estudió pPsicología, cursó varios másteres de Diseño y Arte, incluido uno de moda con el diseñador italiano Gianfranco Ferré, donde no solo daban clase los mejores profesores de la época —desde el propio Gianfranco hasta la icónica periodista de moda Anna Piaggi—, también se hizo íntima de dos grandes personajes: la periodista e icono de moda Anna Dello Russo —”Éramos muy amigas. Hacíamos los trabajos juntas. Era una apasionada de la moda, muy genuina y divertida”— y su querida amiga Traicy Pierre, una india norteamericana criada en la reserva Colville de Washington con la que sigue en contacto. “Su padre era el gran jefe indio, su abuela la chamana y a mí me bautizaron entre todos. Me llamo Flor del Sol y me consideran su hermana cósmica. Su tío vivía en Los Ángeles porque era guionista de películas de indios y vaqueros y cuando íbamos a la ciudad nos quedábamos en su casa”.
Hoy, esa vida trepidante ha bajado el ritmo. Tras la pandemia, Navarro cerró su tienda de Madrid y se trasladó definitivamente a Alicante, donde sigue creando colecciones que se venden online. Más allá de sus zapatos, quiere centrarse en su otra pasión, el arte. Para ello se ha apuntado a un máster en la Universidad Miguel Hernández de Alicante y no descarta escribir un doctorado sobre arte contemporáneo. Pura fantasía.