Ona Carbonell: “Para poder ir a los Juegos Olímpicos tuve que sacarme 80 botes de leche”
La nadadora estrena en Rakuten TV un documental en el que reivindica la conciliación laboral para las mujeres deportistas que también son madres
Cuando a la nadadora olímpica Ona Carbonell (31 años, Barcelona) le ofrecieron convertir su primer año de maternidad en un documental, no supo si debía o no lanzarse a hacerlo. Suponía “abrirse en canal”, abrir las puertas de su vida y su familia, y no es fácil para alguien celoso de su intimidad. Pero, tras reflexionarlo, se dio cuenta de que el relato merecía la pena. “No puede ser que hoy en día la conciliación en el deporte siga siendo un tema tabú y haya tantas d...
Cuando a la nadadora olímpica Ona Carbonell (31 años, Barcelona) le ofrecieron convertir su primer año de maternidad en un documental, no supo si debía o no lanzarse a hacerlo. Suponía “abrirse en canal”, abrir las puertas de su vida y su familia, y no es fácil para alguien celoso de su intimidad. Pero, tras reflexionarlo, se dio cuenta de que el relato merecía la pena. “No puede ser que hoy en día la conciliación en el deporte siga siendo un tema tabú y haya tantas dificultades”, se lamenta la deportista, que recibe a EL PAÍS luciendo su segundo embarazo en una entrevista apresurada que tiene lugar un día después de la presentación oficial de su documental Ona Carbonell. Empezar de nuevo, una producción original de Rakuten TV, disponible gratis en la plataforma desde el 2 de marzo. En él se relata el proceso por el que pasó desde que dio a luz a su primer hijo, Kai, hasta participar en los Juegos Olímpicos de Tokio, pasando por su dura preparación física intermedia y las dificultades que conlleva la maternidad.
Nunca imaginó Carbonell que su condición de madre y deportista de élite llegaría a tener tanta proyección. Era tan solo una niña cuando empezó a dedicarse a la gimnasia rítmica, pero a los 14 años decidió que sería la natación sincronizada la que se convertiría en su vida, y eso ha marcado el resto de sus decisiones. “Era algo que me encantaba. Yo sabía que iba a renunciar a muchas cosas por intentar crecer como deportista”, afirma la catalana, que cuenta que este deporte es el que tiene todas las cualidades que hacen que se haya convertido en su vocación. “Mis dos pasiones siempre habían sido el agua, por el mar en Menorca; y el baile, por la música. Y cuando descubrí la sincro, que es como la gimnasia rítmica, pero en el agua, dije: ‘Esto es lo mío”, relata la ahora campeona mundial.
También gracias al deporte encontró a su pareja, el exgimnasta de la selección española Pablo Ibáñez, que conoció tras coincidir en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat y con quien comparte más de una década de relación. Ambos intercambian momentos que se ven reflejados en el documental y que, como ella recalca durante la charla, le aportaron fortaleza durante ese año tan complicado en el que se combinaron la maternidad, la crisis del coronavirus y una dura preparación previa a los Juegos Olímpicos. “Me siento afortunada. He tenido una situación privilegiada, una estabilidad económica y mucha ayuda de mis allegados. Me ha dado confianza, pero también soy consciente de que hay muchas otras mujeres que en sus entornos, no solo en el deporte, viven muchas adversidades. Por eso creo que es imprescindible pedir más y visibilizar”, asegura con respecto a la conciliación de la que algunas mujeres carecen por ser madres trabajadoras.
También lo cree sobre la importancia de buscar ayuda psicológica si se necesita. “Durante toda mi carrera deportiva me he tratado con psicólogos. Este año pasado iba tan al límite de no dormir, no comer y no tener tiempo para nada que no hice mucho tratamiento. Pero lo recomiendo totalmente y siento que es esencial. Debería ser casi obligatorio porque todos tenemos problemas y a todos nos viene bien la ayuda.”, manifiesta.
Tiene varias medallas olímpicas, y otras 40 entre campeonatos mundiales y europeos, pero a pesar de triunfar en lo profesional, para Carbonell lo personal prevalece. “Mi hijo es mi mejor medalla. La maternidad y crear una familia lo supera todo”, confiesa sobre Kai, a quien quiere transmitir valores de “esfuerzo, respeto, humildad y trabajo en equipo”, muchos de ellos derivados del deporte. Asegura que habría sido un error obligarse a renunciar a la maternidad por continuar con la natación sincronizada, en la que pretende seguir como profesional después de su segundo embarazo. Es por ello que se le hizo tan difícil tener que dejar a su hijo en ciertas ocasiones para viajar, y por lo que reivindica más ayudas para madres como ella.
“El tema de la lactancia todavía está a años luz de esa conciliación real. No existen salas de lactancia. Recuerdo que en Japón me tenía que esconder para sacarme el pecho en medio de los Juegos Olímpicos. No podía viajar con mi hijo y tenía que dejar un banco de leche de 80 botes con 200 mililitros para que él pudiera estar ocho días sin mí”, se lamenta, ya que la lactancia es para ella un momento muy importante. “Es algo que recomienda la OMS, algo natural y fundamental, al menos para mí. Pero para nada tenemos la ayuda que se necesita”, reivindica, no solo por ella sino por muchas otras mujeres con las que ha coincidido a lo largo del camino.
A raíz de todo lo vivido le han escrito deportistas, tanto españolas como de otros países, para compartir sus inseguridades con respecto a la maternidad. “Me han dado las gracias por visibilizarlo. Muchas mujeres me han dicho: ‘Yo también tenía esos miedos, no quiero renunciar a mi carrera deportiva, pero ahora me siento más segura para crear una familia”. Ese mensaje es el que la ha proporcionado la motivación suficiente para contar su historia. “Cuando me retire, aunque aún no sé cuándo, me gustaría seguir reivindicando la igualdad en el deporte y hacer la vida más fácil a las deportistas que vengan detrás”, asevera, a pesar de que confiesa que después de esta etapa tan caótica necesita un descanso.
Como proyectos futuros, destaca “disfrutar de la maternidad”, el que considera su mayor logro. Se centra ahora en el segundo bebé que está por venir y en la máxima difusión del mensaje que quiere transmitir: “Necesitamos becas, más ayudas para viajar, y que dejen de juzgar tanto a las mujeres”.