Auge y caída de Destiny’s Child: de cuna de Beyoncé al naufragio de sus integrantes

Dos décadas después de su álbum ‘Survivor’, el que fue uno de los grupos más exitosos del momento sigue siendo un referente en música femenina y sus componentes aún son amigas

Las componentes de Destiny's Child, Kelly Rowland, Beyoncé Knowles y Michelle Williams, en los MTV Video Music Awards, en 2000.photo:MPTV.net (Cordon Press)
Madrid -

Pocos nombres ha habido en la historia de la música tan clarividentes como el bíblico Destiny’s Child, “las niñas del destino”, creado por Tina Knowles —madre de Beyoncé— a partir de un pasaje del Libro de Isaías. Un grupo por el que, en menos de una década de actividad, llegaron a pasar hasta seis integrantes, de las que fue germen y estrella Beyoncé. Pero la banda, más allá de las exitosas o, en general, frustradas carreras de sus componentes individuales logró convertirse en una de las bandas femeninas, y en concreto de mujere...

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Pocos nombres ha habido en la historia de la música tan clarividentes como el bíblico Destiny’s Child, “las niñas del destino”, creado por Tina Knowles —madre de Beyoncé— a partir de un pasaje del Libro de Isaías. Un grupo por el que, en menos de una década de actividad, llegaron a pasar hasta seis integrantes, de las que fue germen y estrella Beyoncé. Pero la banda, más allá de las exitosas o, en general, frustradas carreras de sus componentes individuales logró convertirse en una de las bandas femeninas, y en concreto de mujeres negras, más exitosas de la historia, con permiso de las Supremes de Diana Ross o de las Pointer Sisters. Un grupo que modernizó la mezcla de r&b y pop femenino con grandes voces, dándole al conjunto un toque de lo que las Spice Girls poco antes habían bautizado como girl power, ese poder de las chicas que mostró una complicidad contagiosa.

Una hermandad, como ellas mismas la llaman, que ahora continúa, al menos entre las que fueron las tres componentes principales, aunque no originales, del grupo: Kelly Rowland, Michelle Williams y la propia Beyoncé. Su unión es tal que resulta difícil dilucidar cuál fue el último momento en que las Destiny’s Child fueron banda. Ese punto podría ser hace 15 años, cuando a finales de marzo de 2006 recibieron, juntas y felices, una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

Después de 11 premios Billboard, dos Grammy, nueve nominaciones, cinco American Music Awards, dos premios de vídeo de la MTV, entre otros tantos, y 60 millones de discos vendidos en todo el mundo el 1 de mayo de 2001 llegó lo que puede considerarse el principio del fin. Fue aquella primavera de hace ya 20 años cuando lanzaron su tercer y último gran disco, Survivor. Cierto es que luego llegarían un álbum navideño, otro de remixes y alguno más recopilatorio, e incluso en noviembre de 2004 un nuevo trabajo, Destiny Fulfilled, con algún sencillo de éxito. Pero para entonces la banda estaba herida de muerte. Las tres integrantes ya habían empezado a desarrollar sus propias carreras en solitario y precisamente en un concierto en Barcelona en junio de 2005 anunciaron su adiós. Ya volaban solas, especialmente una de ellas: Beyoncé.

La actuación de Destiny's Child en Coachella.GTRESONLINE

La que este año se ha convertido en la artista femenina con más Grammys de la historia solo tenía nueve años cuando en 1990 su padre, Mathew Knowles, quiso montar un pequeño grupo con su hija y una amiga a la que había conocido en un casting para un concurso llamada LaTavia Roberson. A ellas se unió en 1992 una compañera de colegio de Roberson, Kelly Rowland, quien ya se quedaría para siempre en la banda. Poco después se incorporó LeToya Luckett. Juntas se presentaron a un concurso nacional, en el que quedaron segundas, pero que generó en Mathew la necesidad de dejar un trabajo, montar un cuarteto y ser él su guía.

Quienes estuvieron a punto de llamarse Cliché o The Dolls (Las Muñecas) —algo que no ocurrió gracias a la intervención divina de Tina— llevaban juntas casi una década cuando en 1997 firmaron su primer gran contrato discográfico con Columbia Records y tomaron su nombre definitivo. Las “niñas del destino” iban por buen camino, aunque solo eran unas adolescentes de 16 años. La verdadera profesionalización de las cantantes surgió cuando hicieron un tema para la banda sonora de Men In Black en 1997. Y en 1998 todo explotó: lanzaron su álbum homónimo, que llegó a disco de platino, vendió un millón de copias en EE UU y tres en el resto del mundo. Un éxito superado por el segundo, The Writing’s on the Wall, lanzado en julio de 1999 y que vendió 15 millones de copias.

Ahí fue donde empezaron a complicarse las cosas. LaTavia Roberson y LeToya Luckett se quejaron de que Mathew Knowles no era claro con las cuentas y les pagaba menos que a su hija y a Rowland. En otoño de 1999 exigieron un nuevo agente. Él contraatacó y se las quitó de en medio, literalmente: cuando la MTV estrenó en febrero de 2000 el videoclip de Say my name —la que luego fue una de las canciones más célebres del grupo y que hoy se acerca a los 500 millones de reproducciones en Spotify y los 300 millones en YouTube—, ellas dos no estaban en él. Fueron sustituidas por Michelle Williams y por la efímera Farrah Franklin (duró menos de seis meses al no aguantar la presión). Ni siquiera las habían avisado.

Williams y Rowland se convirtieron en las acompañantes definitivas de Beyoncé. Y siguieron triunfando con Survivor, que aquella primera semana de mayo de 2001 vendió en EE UU más de 700.000 copias (12 millones en todo el mundo en total). Pero llegaron la madurez y las ganas de hacer proyectos propios. Todas empezaban la veintena con éxito y ambición. El grupo emprendió una gran gira, anunció su separación, sacó algún disco más... y en 2006 se disolvió de manera definitiva.

Romper no significó fracasar, porque el legado de lo que un día fueron juntas quedó y ahí sigue, pero las carreras individuales de sus componentes ya fueron más áridas. Por supuesto, de esas cenizas nació ese incomparable ave fénix que es Beyoncé, una de las artistas femeninas más brillantes, exitosas y populares del siglo XXI, que ha sabido cómo montar todo un imperio de música, pero también de cine, televisión, moda y empresarial a su alrededor.

LeToya Luckett y LaTavia Roberson trataron de crear una nueva banda con dos chicas más, un grupo llamado Anjel que pasó sin pena ni gloria. Luckett lanzó un disco de cierto éxito con Capitol Records en 2006. Nada más. Roberson protagonizó una obra de teatro y algún vídeo en YouTube, pero tuvo problemas con el alcohol y se ha reconvertido en representante de boxeadores, deporte del que lanzó incluso una revista. Hace un par de años se reencontró con Beyoncé, con quien se fotografió cariñosamente. Farrah Franklin intentó hacer carrera en la música, con dificultad, y en 2016 llegó a ser detenida por conducir bajo los efectos de la marihuana.

Las carreras de Kelly Rowland y Michelle Williams en solitario han ido a medio gas, o al menos nunca han alcanzado el nivel de Beyoncé. La primera se ha mantenido más alta: también acabó rompiendo con Mathew Knowles como agente y ha sacado temas con David Guetta, Lil Wayne o Busta Rhymes, y el pasado febrero lanzó K, su último single. Williams ha participado en producciones musicales en teatro y en series y concursos de televisión, y ha lanzado una línea de productos del hogar. Su último disco es de 2014. Ha tenido, como ella misma ha contado, episodios depresivos, que la han llevado a motivar a otros a buscar ayuda. Hasta hace tres años estuvo comprometida con un pastor cristiano y se centró en hacer música religiosa; de hecho, en una de sus canciones más famosas, Say Yes, canta con Rowland y Beyoncé. Las tres entonan el estribillo: “Cuando Jesús dice que sí, nadie dice que no”.

Su amistad es larga y duradera. En febrero de 2013, en la SuperBowl, Beyoncé apareció por sorpresa con ambas amigas como fieles escuderas, algo que repitió en el festival de Coachella en abril de 2018. Su unión es tal que hace tres meses Rowland retransmitió en directo por Zoom el nacimiento de su último hijo, Noah, a sus amigas. Las niñas, definitivamente, estaban unidas por el destino.

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