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Ymelda Moreno de Arteaga, ‘reina madre’ de la crítica gastronómica: “Los platos preparados de Mercadona no son ningún sacrilegio”

Pionera en la difusión de la gastronomía española, creó y coordinó la Guía Repsol, fue directiva de la Real Academia de Gastronomía y Premio Nacional. “Yo quería hacer cosas que hasta entonces solo hacían los hombres”, dice

El árbol genealógico de Ymelda Moreno de Arteaga (Madrid, 92 años) rebosa de duques, marqueses y condes, pero su título de reina madre de la crítica gastronómica se lo ha ganado ella sola. En 1968, enviudó con cinco hijos pequeños. Las mujeres de entonces no podían ni abrir una cuenta bancaria a su nombre sin la autorización de su marido, pero Moreno decidió que iba a convertirse en periodista. Estudió con Arturo Pérez-Reverte y Jesús Ortiz, padre de la reina Letizia, y formó parte de la primera promoción de Ciencias de la Información. Con título en mano, empezó a escribir reseñas de restaurantes bajo el seudónimo masculino de Zenón. “Yo quería hacer cosas que hasta entonces solo hacían los hombres”, dice, sentada en un sofá de su casa, un piso señorial en Chamartín. Consiguió más que muchos hombres. Fue presidenta de la Cofradía de la Buena Mesa, creadora y coordinadora de la Guía Repsol, directiva de la Real Academia de Gastronomía y Premio Nacional de Gastronomía.

Pregunta. ¿Cuál es su magdalena de Proust? ¿Qué comida le recuerda a su infancia?

Respuesta. Mi magdalena es el puré de patata de Teodoro Bardají [uno de los cocineros más influyentes del siglo XX]. Teodoro era el jefe de cocina de mis abuelos, los duques del Infantado. Estuvo muchos años en casa. Era cariñosísimo y cultísimo. Era como un abuelo para mí. Eran los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y había escasez de todo. Teodoro no nos podía dar postre de cocina todos los días. Yo aprovechaba cuando dormía la siesta para meterme en las cocinas y robarle chocolate. En vez chivarse a mis padres o a la mademoislle que nos cuidaba, habló conmigo. Me dijo: “Ymelda, si no robas más chocolate, haré un día más de postre”. Llegamos a un entente cordiale.

P. Su padre fundó la Cofradía de la Buena Mesa, embrión de la Real Academia de Gastronomía. Él decía que en la vida solo hay dos cosas importantes: comer y cenar. ¿Está de acuerdo?

R. Mi padre murió muy joven. Tenía 68 años. Yo a los 68 años podría haber dicho lo mismo. Ahora, con 92, soy más cauta. Si como, ceno muy poco: unas verduritas, una sopita o un Danacol. Lo bonito de la mesa no es solo comer. Uno de los grandes platos de la mesa es la compañía. Cenar solo es muy aburrido.

P. Su infancia transcurrió durante la Guerra Civil. ¿Alguna vez pasó hambre?

R. La Guerra Civil la pasamos en el palacio de los Lazcano, en el País Vasco. Ahí no recuerdo hambre porque teníamos un huerto. Cuando volvimos a Madrid, sí que recuerdo el hambre y el racionamiento. El pan era amarillo, amarillo, amarillo. Teníamos un chófer de Palencia que nos traída harina con la que podíamos hacer galletas. Y los abuelos tenían la finca de caza en el castillo de Viñuelas, donde había conejos, liebres y perdices.

P. Su abuelo, el conde de los Andes, fue varias veces ministro de Alfonso XIII. ¿Se comía bien en la corte?

R. Nunca le pregunté. Se comía muy bien en casa de mi abuelo. A mi abuela jamás la vi hablando con la cocinera. Mi abuelo desayunaba en pijama y elegía el menú del día con la cocinera, una vasca francesa encantadora.

P. ¿Los Borbones son de buen comer?

R. No mucho. Al rey Juan Carlos, por ejemplo, le gusta mucho la comida sencilla. Era mucho de huevos con patatas. Le llevo muy pocos años. Mi abuelo y Don Juan se citaban muchas veces en Tánger. A veces yo iba con él. La mesa de los niños eran Don Juan Carlos, un primo mío y yo. Era muy simpático. Estaba muy contento de comer con una niña mayor. Le llevo cinco años.

P. ¿Lo invitaría a una comida ahora?

R. ¿Yo? Feliz. Para mí ha sido un gran rey.

P. ¿Qué le prepararía?

R. Cocina de temporada. Al rey Juan Carlos le gusta mucho la carne y a la reina Sofía el pescado. Le prepararía unos buenos huevos fritos con patatas y un filete.

P. ¿Las marquesas cocinan?

R. Las marquesas cocinan, pero yo soy más crítica gastronómica que cocinera.

P. Sus críticas las firmaba bajo el seudónimo de Zenón. ¿Si hubiera llevado el nombre de una mujer le habrían hecho el mismo caso?

R. Entonces puede que no. No había mujeres trabajando en esto. Entonces la mujer estaba dedicada a la casa. Pero yo quería hacer cosas que entonces solo hacían los hombres.

P. ¿Cuándo empezamos a valorar la gastronomía española?

R. Yo diría que todo empezó en el año 73. En el 74 ya se crearon los Premios Nacionales de Gastronomía y en 1980 se fundó la Academia. Hasta entonces los cocineros buenos solo eran franceses. Ahora tenemos muy buenos cocineros españoles.

P. ¿Cuál es su restaurante español favorito?

R. Les quiero mucho a todos. Voy a decir uno de mis favoritos: La Tasquita de Enfrente, en Madrid, de Juanjo López. Lo que más me gusta es su rabiosa cocina de mercado.

P. ¿Ha estado en DiverXO?

R. He estado varias veces. Yo descubrí DiverXO, hace muchos años. Conocí muy bien a David Muñoz. Le conocí tan bien que me convidó a su boda, con su primera mujer. Lamentablemente no pude ir.

P. Ahora los restaurantes tienen dos turnos para comer o cenar. ¿Es el fin de la sobremesa?

R. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Hay una explosión de la gastronomía. Hay mucha gente que quiere ir a los mismos sitios. Salir a comer se ha vuelto una afición, como jugar al golf. Y los restaurantes no dan abasto. No tienen más remedio que hacer eso. Pero sí, la sobremesa está en peligro de extinción… salvo que elijas el último turno.

P. Ahora todo el mundo es crítico gastronómico.

R. Pues sí. La gente va a los sitios y aprende.

P. ¿Los influencers han sustituido a los críticos?

R. A mí me parece bien todo porque soy muy positiva. Todo lo que sea aportar me parece bien. Todos pueden convivir. Yo, por ejemplo, soy poco de las redes sociales por mi edad.

P. ¿Cuál es el peor error que se puede cometer en la mesa?

R. El mayor error en la mesa es hablar por teléfono. Es una falta de educación, salvo que seas médico. En la mesa, como en el cine o en misa, el teléfono tiene que estar apagado. Siempre digo que el teléfono es muy indiscreto y muy maleducado.

P. ¿Algún restaurante al que le gustaría volver antes de morir?

R. ¡Arzak! Quiero mucho a Juan Mari. Le conozco desde hace muchos años. Me gustaría volver a muchos: los hermanos Roca, Ángel León…

P. ¿Qué opina de los platos preparados de Mercadona?

R. No se me ha ocurrido probarlos, pero no son ningún sacrilegio. Compro cosas muy buenas en Mercadona. Tienen un pavo congelado en filetes y un lomo de cerdo que están muy buenos. Pero no suelo comprar precocinados porque no me hacen falta. Ahora que lo has dicho, voy a probarlos.

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