María Lo, ganadora de ‘MasterChef’ 10: “Yo no quiero estar 300 horas trabajando en un restaurante”

María Lo (Chiclana de la Frontera, 34 años) aparece en la pantalla del ordenador vestida con una camiseta lisa de algodón y unos vaqueros. Lleva también puesta una amplia sonrisa y de fondo, un olivar en algún punto de la provincia de Tarragona, donde tiene una casa en el campo. Intenta de inmediato ayudar a solucionar un problema en la videollamada y ante el paso de los minutos, asegura “no tener prisa”. Todo lo que emana y rodea a la vencedora de MasterChef 10 en los primeros minutos de la conversación es lo que está presente en su cocina, esa que comparte a cientos de miles de seguidores en sus redes sociales. Naturalidad, sencillez, raíces. “La cocina es tiempo y cariño, no hay más”, opina con prontitud esta apasionada de la fermentación —su perro se llama Sake, porque en ese momento no se le ocurrió Kimchi, bromea—, de los guisos tradicionales y el producto. Ahora su universo culinario (y también algo personal) se puede ver en la recién estrenada Lo: cocina, producto y naturaleza, una serie disponible cada viernes en RTVE Play.

Toda la pasión por la cocina le viene de su padre, hongkonés emigrado a España en los años cincuenta y fallecido poco después de que se proclamara ganadora del programa. No la enseñó a desenvolverse entre fogones, pero sí valores, a ser metódica, a esforzarse y, sobre todo, le mostró cómo preparar un plato para alguien puede ser un acto de amor. “Era su forma de mostrármelo. Me daba las mejores partes del pescado, los solomillos del pollo. Me daba a probar lo mejor, lo que a él le encantaba y le emocionaba y esa era su manera de darme cariño”, recuerda. Ella aprendió de manera autodidacta y de algún modo lo sigue haciendo, después, eso sí, de haber completado el máster en el Basque Culinary Center que obtuvo como parte del premio por ganar el reality.

No niega que ha sentido “pánico” de no ser capaz de quitarse la etiqueta de vencedora de MasterChef, pero más de un año después de aquello, solo tiene palabras de agradecimiento para la experiencia y el convencimiento de que ha logrado demostrar que la cocina se le “da bien” y que ha sabido seguir siendo fiel a sí misma. “La gente confía en mi trabajo y no solo en la figura pública. De todos los seguidores que tengo, yo creo que el 60% o más no sabe que estuve en el programa”, sostiene. Que no se deja llevar por las tendencias lo demuestra su feed de Instagram: lentejas con chorizo, pollo asado a la cerveza, ropa vieja, ragú de ternera y también muchas recetas vinculadas con sus orígenes asiáticos. “Me encanta darle a la gente que me sigue la oportunidad de ver cómo se hace un buen fumet o un buen fondo de carne como el que hacía nuestra abuela”, comenta, además de reflexionar sobre la falta de tiempo y el desconocimiento de esa cocina. “Nadie nos ha enseñado qué es un guiso. Un guiso son cuatro pasos. Una carne marcada, un sofrito bien caramelizado y después echarle la carne, agua o un buen caldo comprado de tetra brik y ya tienes un guiso de puta madre”.

Esa forma de entender la cocina —cuidada, pero “democrática”— que se desprende de sus redes sociales es el hilo conductor de Lo: cocina, producto y naturaleza. En ella, además de realizar “recetas tradicionales”, que ella considera “la base”, habrá una parte importante de “recetas asitáticas” y, sobre todo, de poner en valor la materia prima. “Producto, producto, producto”, repite. Cada uno de los capítulos contará con la presencia de invitados, no solo del mundo de la gastronomía con los que comparte visión y filosofía, como Martina Puigvert y Blanca del Noval —quien fue su profesora en el máster del Basque—, también del mundo de la cultura y el espectáculo como Samantha Hudson y el actor de Élite Ander Puig y cameos de su círculo personal: su madre y su novia Patty. Todo con una estética cuidada que bebe de la que ella refleja en su Instagram y con un formato y ritmo distintos —la duración es de 15 minutos— al de los programas tradicionales de cocina que lo hacen atractivo a un público joven.

Lo siempre soñó con tener su propio restaurante (nunca ha trabajado en uno). Y aunque no haya abandonado la idea y simplemente la tenga aparcada, por ahora no quiere renunciar a la flexibilidad y calidad de vida que le ofrece producir contenidos para sus redes. Ella misma se ha desquitado de la idea de que para ser cocinera hay que trabajar en los fogones de un establecimiento. Ha encontrado la suya propia, aunque a veces se dé “de latigazos” y luche por meterse en la cabeza que lo que hace “es un trabajo”. Tanto es así que dedica “ocho horas para grabar y editar un reel de minuto y medio”. Porque todo lo controla ella. “Me apasiona la gastronomía, pero no quiero estar 300 horas trabajando en un restaurante porque me niego, ya sea mío o de otra persona. Ahora mismo tengo la oportunidad de seguir creando teniendo mi tiempo, estudiando en paralelo, aprendiendo millones de cosas y haciendo recetas con sentido para la gente y colaborando con marcas que es una fuente de ingresos y de momento voy a mantener todo el tiempo que pueda esto porque me parece un privilegio”. En el horizonte, además, hay un nuevo libro, el segundo, después de que el año pasado viera la luz Las recetas de María Lo (Editorial Espasa) y la idea de montar pop ups o cenas privadas al estilo de las que ya hacen otras cocineras con las que comparte generación.

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