Medio ambiente y transición energética: retos inaplazables
La biodiversidad latinoamericana es insustituible de cara a abordar la crisis climática global, justo cuando los acuerdos de descarbonización parecen debilitarse
América Latina y el Caribe, región que apenas genera el 10% de las emisiones globales, es la que padece con mayor virulencia las consecuencias del calentamiento planetario: ciclones, sequías y retrocesos de sus glaciares. La zona, sin embargo, es un enclave insustituible para abordar la crisis climática global. Con el 40% de la biodiversidad mundial, se posiciona como líder en la lucha medioambiental, justo cuando los acuerdos de descarbonización se tambalean.
El Sur Global, aunque contribuye poco, alberga la mayor parte de la biodiversidad y los recursos del mundo, pero enfrenta altos niveles de vulnerabilidad, desigualdad y pobreza, lo que lo expone aún más a los problemas climáticos, explicó Francisco Javier Vera, activista medioambiental colombiano. “La crisis climática es el culmen de varias crisis que se combinan y nos quitan el futuro”, subrayó. Ante este escenario, la región busca protagonismo en foros como la COP30 de 2025 en Belém (Brasil), y activa alianzas transatlánticas para impulsar la movilización de fondos. “En el centro del debate estará la cuestión del financiamiento climático, que debe situarse en torno a los 1,3 billones de dólares”, afirmó Marina Silva, ministra de Medio Ambiente de Brasil.
Silva enfatizó algunas prioridades. “La COP debe elevar la ambición más allá de lo ya acordado, incluyendo la perspectiva de género, clave para integrar a las mujeres, las más vulnerables al clima, y la financiación para la adaptación”. El foco también debe estar en la actualización de las NDC (compromisos de cada Estado para sus reducir emisiones) y en las estrategias concretas para blindar el límite de 1,5ºC. “La mayoría de los países aún no las ha presentado, incluso la propia Unión Europea, que siempre ha liderado esta agenda”, aseguró. Respecto a la transición energética, la ministra reconoció la controversia generada por la reciente autorización de la exploración petrolera en el delta del Amazonas, pero defendió su estrategia. “Brasil autorizó la exploración de petróleo, pero, a la vez, debe trazar su propio camino para dejarlo”. Silva recalcó la ventaja comparativa de su país. “Puede construir una matriz energética 100% limpia, sol, viento, biomasa, agua, e invertir mucho en hidrógeno verde. Pero no todos los países tienen esa realidad. Por eso, es esencial planear la transición”.
La región se encuentra en un momento decisivo para impulsar una transición energética sostenible. “Las estimaciones muestran un enorme potencial, pero para aprovecharlo será necesario contar con un marco de inversión estable y una cooperación regional sólida”, esgrimió Vicente Huertas, country manager de Indra Group. La zona tiene dos grandes fortalezas naturales: sol y viento. Permitirá generar una cantidad de energía limpia superior a la demanda en algunas naciones. Sin embargo, la interconexión eléctrica para compartir ese excedente no es adecuada. “Persisten desigualdades sociales, problemas de gobernanza y barreras técnicas que dificultan la integración energética regional”, destacó Huertas.
Reservas críticas
El debate sobre el futuro energético también está profundamente vinculado a la seguridad y la geopolítica. La dependencia de combustibles fósiles sigue siendo un factor de vulnerabilidad en algunos países latinoamericanos y la competencia global por sus recursos minerales está modificando las dinámicas de poder. “Las dos terceras partes de las reservas mundiales de litio están allí”, resaltó Lara Lázaro, investigadora principal del Real Instituto Elcano. “Es algo muy significativo, sobre todo para la Unión Europea y sus objetivos de descarbonización”, destacó. Las energías renovables —solar, eólica, geotérmica, entre otras—, así como la expansión de los vehículos eléctricos y el desarrollo de nuevas tecnologías, dependen en gran medida de estos y otros minerales.
“Todos ellos requieren enormes cantidades de cobre o níquel, entre otros elementos esenciales para fabricar baterías, turbinas, paneles y sistemas de almacenamiento”, dijo Juan Carlos Jobet, decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez y ex ministro de Energía y Minería de Chile. América Latina concentra una parte significativa de esos recursos: Chile, Perú, México, Ecuador y Brasil figuran entre los mayores productores de cobre del mundo. Esta abundancia de recursos coloca a la zona en una posición privilegiada en la transición energética. “La región tiene la oportunidad de convertirse no solo en proveedor de materias primas, sino también en actor estratégico en la industrialización verde”, remató Jobet.