El 28-M en Barcelona: plebiscito a Colau, prueba de fuego para Sánchez
Las elecciones de este domingo trascienden la capital catalana en un escenario de triple empate
Ya le habría gustado a Artur Mas en 2015 que las elecciones que promocionó como “plebiscitarias” sobre la independencia lo hubiesen sido tanto como las de este domingo en Barcelona sobre la gestión de Ada Colau. La alcaldesa llegada del activismo provivienda, que prometió poner patas arriba la política de la ciudad y que en ocho años se ha tenido que acomodar a marchas forzadas al corsé institucional se la juega al todo o nada. Partidarios y detractores de la líder de Barcelona en Comú se miden en...
Ya le habría gustado a Artur Mas en 2015 que las elecciones que promocionó como “plebiscitarias” sobre la independencia lo hubiesen sido tanto como las de este domingo en Barcelona sobre la gestión de Ada Colau. La alcaldesa llegada del activismo provivienda, que prometió poner patas arriba la política de la ciudad y que en ocho años se ha tenido que acomodar a marchas forzadas al corsé institucional se la juega al todo o nada. Partidarios y detractores de la líder de Barcelona en Comú se miden en las urnas y lo hacen sin apenas gamas de grises. Colau juega con dos ventajas que habrá que ver si son suficientes para sus intereses: una elevadísima movilización de sus bases tradicionales y una atomización de los contrarios entre varios partidos, entre ellos el de su principal socio, el PSC, que ha optado por desmarcarse de decisiones troncales del mandato para hacerse con los desencantados del colauismo. En contra de la alcaldesa juega todo lo demás, que se resume en dos datos de la encuesta que 40Db hizo para EL PAÍS la semana pasada: solo el 21,6% de los barceloneses consideran buena su gestión, y solo la aprueban los votantes de Barcelona en Comú. Esto por no hablar de la oleada de “orden” que parece llegar desde todos los puntos cardinales.
Los pactos del PSC
Colau ha hecho una campaña dirigida a movilizar a sus fieles que podían estar tentados a abandonarla por cuestiones como la alocada carrera de los precios de la vivienda en la ciudad o porque, entre la pandemia y la crisis inflacionista, no han visto los resultados mínimos que esperaban sobre la mejora de su calidad de vida. La alcaldesa se ha centrado en asegurar que es la única garantía de un gobierno de izquierdas en Barcelona y que solo con ella en cabeza en el recuento de esta noche podrá garantizarse que “el PSC no mire hacia la derecha”. Y exhibe sus haberes: más de 4.000 nuevas viviendas públicas de las 8.000 que había prometido, una política urbanística centrada en expulsar el coche privado del centro de la ciudad en favor de peatones y bicicletas y una apuesta por los servicios públicos.
Sus rivales han peleado para señalar los déficits, con una larga lista. El primero, el de la vivienda. Si bien la crisis habitacional es de dimensiones cósmicas en todas las grandes ciudades españolas, pocos entienden que “la alcaldesa de la PAH” no haya conseguido resultados algo más alentadores con el precio del alquiler medio que ya alcanza el salario mínimo interprofesional: 1.060 euros. Las promesas de frenar la masificación turística tampoco han dado frutos teniendo en cuenta que los visitantes han vuelto masivamente tras la pandemia a una ciudad que en 2019 recibió casi 28 millones de personas. Y la urbe no siempre ha dado la mejor imagen, con objetivos déficits de limpieza y un desorden más que aparente que en muchas ocasiones se confunde con inseguridad.
Entre los principales candidatos a desbancar a la alcaldesa, Jaume Collboni (PSC) y Xavier Trias (Junts) han rivalizado en críticas a Colau, aunque el primero ha dedicado más esfuerzos a presentar un programa alternativo en sintonía con las líneas maestras que defiende el PSC de Salvador Illa y el PSOE de Pedro Sánchez. Collboni no solo aspira a invertir las cartas y recuperar la alcaldía, sino que pretende hacerlo en solitario y solo con apoyos externos, tanto de izquierdas, como de derechas, según las necesidades del momento.
La apuesta de Collboni tiene fortalezas y riesgos. En el primer capítulo destaca que el candidato del PSC tiene una amplia aceptación entre los sectores económicos y empresariales de la ciudad, que le ven como un valor seguro para acabar con medidas “antieconómicas” de la alcaldesa como las moratorias de licencias y la obligatoriedad de reservar un 30% de las promociones inmobiliarias para vivienda social. Collboni, con un grado de conocimiento bastante más discreto que sus rivales (72%), sí tiene a favor una marca socialista que en Cataluña se encuentra en un buen estado de forma tras una década horribilis. Pero quizá, la mayor ventaja de Collboni es que son varios los candidatos que se han ofrecido a apoyar su candidatura a la hora de pactar con tal de que Colau deje la alcaldía. Sin ir más allá, tanto Xavier Trias como Daniel Sirera (PP) le han ofrecido sus votos, lo que le sitúa en una posición inmejorable cuando llegue la hora de la verdad de las negociaciones.
En su contra, Collboni tendrá que justificar muy bien sus pactos en caso de que quede con opciones de gobernar. En campaña ha asegurado que él no hará alcaldesa a Ada Colau. Ello le acercaría más a un acuerdo con Xavier Trias, un pacto que tendría que justificar muy bien ante unas bases y una opinión pública que puede tener dificultades en digerir un acuerdo con el partido heredero de Convergència, formación dinamitada por la corrupción, y que lideró las decisiones más controvertidas en los momentos álgidos del procés.
El otro candidato en liza en este casi triple empate técnico, el exalcalde Xavier Trias, se lo juega todo a la última carta. “O soy alcalde o me voy”, ha repetido en campaña el veterano político que se presenta para quitarse la espinita de lo que sigue considerando como una injusta derrota en 2015. Su fortaleza es que puede aglutinar el voto más anti-Colau gracias a que se presenta con la promesa de no pactar nada con ella. Pero ello también puede ser una debilidad, ya que sus mensajes de campaña han quedado prácticamente reducidos a deshacer la obra de gobierno de la alcaldesa. Con todo, la imagen de Trias como representante del orden goza de muy buena salud y la ha conseguido separar del caos reinante en Junts con la condena por corrupción de su presidenta, Laura Borràs, y el incierto futuro del líder huido a Bélgica, Carles Puigdemont.
El relevo de los perdedores
Las elecciones de Barcelona tendrán su réplica en el lado montaña de la plaza de Sant Jaume. En la Generalitat Pere Aragonès puede verse perjudicado por una candidatura de Ernest Maragall que parece levantar pocas pasiones a tenor de las encuestas y que ha quedado descolgado del aparente triple empate Colau-Collboni-Trias. Habrá que seguir de cerca a partir de esta noche cómo impactan sobre el Govern los resultados de Maragall.
Y más de cerca si cabe, habrá que seguir la derivada nacional de las elecciones barcelonesas. El presidente Pedro Sánchez se ha volcado personalmente en la campaña de Collboni, convencido de que un alcalde socialista para Barcelona en unas elecciones poco halagüeñas para el PSOE en la mayoría de las grandes ciudades es el mejor salvoconducto de cara a la campaña nacional de diciembre. Con Collboni de alcalde Sánchez tendrá más garantías de mantenerse en La Moncloa, aseguran en el PSC. También miran a las elecciones de diciembre en el espacio de la izquierda del PSOE. La líder de Sumar, Yolanda Díaz, ha sido omnipresente en la campaña de Colau y, de alguna manera, ha atado su futuro al de la alcaldesa de Barcelona. En cualquier caso, el primer movimiento de la partida es esta noche. El ganador no será necesariamente alcalde, pero lo que sí es casi seguro es que los aspirantes que no se hagan con la vara tras las negociaciones ya no estarán en la próxima carrera.
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