Vox intenta ganar el voto de las mujeres ofreciéndoles “protección” mientras las priva de derechos
El 10% de los hombres se declaran dispuestos a votar al partido ultra frente a solo un 5% del electorado femenino, según el CIS
Acabar con el “bulo”, según sus palabras, de que Vox es un partido contrario a las mujeres se ha convertido en el principal objetivo de Santiago Abascal en los últimos días. No solo porque su negativa a reconocer la violencia de género ha sido uno de los argumentos esgrimidos por la candidata del PP a la presidencia de Extremadura, María Guardiola, para rechazar la entrada de los ultras en su Gobierno, sino porque la etiqueta de partido machista le impide crecer en la mitad del electorado.
Según el último ...
Acabar con el “bulo”, según sus palabras, de que Vox es un partido contrario a las mujeres se ha convertido en el principal objetivo de Santiago Abascal en los últimos días. No solo porque su negativa a reconocer la violencia de género ha sido uno de los argumentos esgrimidos por la candidata del PP a la presidencia de Extremadura, María Guardiola, para rechazar la entrada de los ultras en su Gobierno, sino porque la etiqueta de partido machista le impide crecer en la mitad del electorado.
Según el último barómetro del CIS, correspondiente al mes de mayo, Vox tiene el doble de apoyo entre el electorado masculino que en el femenino: el 11% de los varones declara que lo votará, frente a solo el 5% de las mujeres. Se trata de un fenómeno común a la mayoría de los partidos de extrema derecha en Europa, aunque algunos de ellos, liderados por mujeres, han empezado a romper este cordón de género en los últimos años.
“Nos dicen que estamos en contra de las mujeres, a líderes políticos que estamos profundamente enamorados de nuestras esposas, que admiramos a nuestras madres y que queremos lo mejor para nuestras hijas”, se quejaba el pasado sábado el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, en el primer mitin de la precampaña, en el parque ferial de Madrid.
“Hay algo que nadie puede negar: hoy las mujeres viven más inseguras en España”, sentenció Garriga. Las causas de esa inseguridad, según Vox, serían la ley del solo sí es sí, que ha excarcelado a “cientos de violadores y pederastas”; la “inmigración descontrolada”, con su secuela de “delitos importados”, como las violaciones grupales; y la ley trans, por culpa de la cual las mujeres ya ni siquiera se sentirían seguras en sus espacios de intimidad, como servicios y vestuarios públicos.
“Nosotros hemos defendido a las mujeres como nadie en España”, proclamó Abascal en el mismo mitin, subrayando que su partido es el único que propone endurecer las penas por agresión sexual y castigar a los violadores con la prisión permanente [se supone que perpetúa, pues no le añade la apostilla de “revisable”]. Incluso se comprometió a impedir que las mujeres trans puedan ocupar plazas de empleo público reservadas al sexo femenino, obviando que su partido quiere suprimir esas mismas cuotas y medidas de discriminación positiva en favor de la mujer en todos los ámbitos, desde el laboral al político.
En los últimos días, en su afán por allanar el camino a los pactos con el PP, Vox ha pasado de admitir solo la “violencia intrafamiliar” (contra cónyuges, hijos o abuelos) a reconocer que hay una “violencia contra la mujer”. El propio Abascal ha hablado incluso de “violencia machista”, aunque no ha explicado la razón del cambio ni tampoco qué entiende él por el término machismo.
Para Vox, la mejor defensa es un ataque y, por eso, la forma de sacudirse la etiqueta de partido contrario a las mujeres es endosársela a la izquierda. En el mitin de Madrid, Abascal se comprometió a prestar “protección para las mujeres en las calles, en los vestuarios y en todos los lugares donde se las ha puesto en riesgo por parte de un Gobierno que se ha convertido en un verdadero peligro para la mujer”. En el de A Coruña, este lunes por la noche, ha vuelto a cargar contra “este Gobierno infame que se disfraza de feminista”.
A su llegada a la sesión constitutiva del Parlamento valenciano, el presidente de Vox ha ido un paso más allá y ha calificado a Pedro Sánchez de “líder de la manada”. Dejando a un lado las restantes tropelías que atribuye al presidente del Gobierno, desde pactar con terroristas a atacar la unidad de España, ha asegurado que el principal objetivo de las elecciones del 23 de julio es “liberar a España del presidente a quienes las mujeres ya identifican como el líder de la manada que las ha puesto en peligro y ha provocado el aumento de las violaciones desde que llegó al poder”.
A continuación, ha anunciado que la presidenta de la asamblea valenciana, a propuesta de su partido, sería Llanos Massó, exresponsable en Castellón del grupo de presión ultracatólico Hazte Oír —cuyos dirigentes tienen vínculos con la secta secreta mexicana el Yunque, según la sentencia de un juzgado de Madrid— y activista contra el aborto en cualquier supuesto. Su ideología es similar a la de la nueva presidenta de las Cortes de Aragón, Marta Fernández, quien aseguró que la violencia de género no existe y que la ministra de Igualdad, Irene Montero, “solo sabe arrodillarse para medrar”; o la del presidente del Parlamento balear, Gabriel Le Senne, también de Vox, quien escribió que “las mujeres son más beligerantes [que los hombres] porque no tienen pene”.
Más allá de estas frases, Vox defiende la eliminación del derecho de la mujer a la interrupción voluntaria del embarazo y algunos de sus dirigentes, como el vicepresidente Jorge Buxadé, sugieren volver a incluirla en el Código Penal, al equiparar el aborto con un asesinato. El partido ultra se propone, además, derogar la ley contra la Violencia de Género y los juzgados especiales que se dedican a perseguirla, así como las ayudas a las ONG que prestan apoyo a las mujeres maltratadas.
Vox no se ha atrevido en los últimos días a acusar a la comunidad inmigrante del aumento de la violencia sexual contra las mujeres, lo que podría ser constitutivo de un delito de odio, pero lo ha sugerido al reclamar un estudio sobre el perfil de los violadores “sus adicciones, su edad, su nacionalidad y su religión”; al tiempo que pedía acabar con los discursos, “civiles o religiosos”, que justifican la violencia contra la mujer, en alusión velada a imanes musulmanes, aunque este discurso sea compartido por integristas de otras confesiones.
En el mitin de Madrid, Vox utilizó el recurso escenográfico, habitual en otros partidos, de situar tras el orador unas filas de asientos con simpatizantes de forma que, en el plano televisivo, a la espalda de Abascal, se veía cómo aplaudían varias mujeres jóvenes. Sin embargo, el mensaje de modernidad estuvo a punto de arruinarse cuando un espontáneo gritó desde el público; “¡Viva España!”. Y Abascal empezó a recitar la letra del pasodoble que cantaba Manolo Escobar: “El que al grito de Viva España no responde…”. Omitió el final: “...si es hombre no es español y si es español no es hombre”.
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