El retorno de Puigdemont queda en el aire, pero el plan sigue: ni una “gamberrada” ni emular a Tarradellas

La decisión del Supremo de no levantar la orden de arresto que pesa sobre el expresidente catalán empaña su horizonte

Carles Puigdemont conversa con el cabeza de lista de Junts para las europeas, Toni Comín, durante un acto de campaña electoral en el sur de Francia.Foto: DAVID BORRAT (EFE) | Vídeo: EPV

Carles Puigdemont confiesa que la única actividad física que realiza con asiduidad es andar. Cuando durante la campaña electoral catalana se instaló en un pueblo del sur de Francia a escasos kilómetros del paso fronterizo de La Jonquera (Girona), Puigdemont podía haber entrado en España dando uno de sus paseos por el monte. “Nunca he contemplado mi retorno como una gamberrada”, ha declarado en más de un...

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Carles Puigdemont confiesa que la única actividad física que realiza con asiduidad es andar. Cuando durante la campaña electoral catalana se instaló en un pueblo del sur de Francia a escasos kilómetros del paso fronterizo de La Jonquera (Girona), Puigdemont podía haber entrado en España dando uno de sus paseos por el monte. “Nunca he contemplado mi retorno como una gamberrada”, ha declarado en más de una ocasión el expresidente catalán, que se marchó de España en 2017 para evitar ser juzgado. Cuenta que durante estos siete años ha tenido oportunidades para pisar Cataluña, hacerse una foto y volverse a marchar, burlando la orden de arresto que pesaba sobre él. “El retorno tiene que visibilizar la restitución del president de la Generalitat”, defiende. La alusión incomoda a Pere Aragonès, “yo he sido un presidente legítimo, y Quim Torra también lo fue”, pero pretende ilustrar que su viaje de vuelta cierra un paréntesis que se abrió en 2017 con la intervención de la Generalitat mediante la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

La decisión del Tribunal Supremo, este lunes, de no levantar la orden de arresto que pesa sobre Puigdemont inyecta incertidumbre al compromiso que él mismo asumió en los mítines previos a las elecciones del 12 de mayo, cuando avanzó que estaba preparando “el inicio del retorno” y dijo que estaría presente en el primer debate de investidura que se convoque en el Parlament.

La manera en que se visibilizará el regreso de Puigdemont genera tantas incógnitas cómo la fecha en que se formalizará. JxCat se aplica en gestionar con hermetismo los asuntos más delicados del partido, lo mismo da que se trate de las negociaciones con otras formaciones que el retorno de quien, dentro de Junts, es identificado invariablemente como “el president”. Un alto cargo del partido, que asegura tener información directa de Puigdemont, manifiesta que “el president se comprometió a regresar cuando haya un pleno de investidura”. Y añade: “Hasta donde yo sé, su idea no ha cambiado”. Jordi Turull repitió lo mismo este lunes en una rueda de prensa: “Es una persona de palabra”, refirió el secretario general de JxCat, para elogiar al líder del partido. En círculos íntimos, Puigdemont ha manifestado su interés por darle el máximo bombo a su retorno. Una de las ideas que ha sopesado, sin atender a las complicaciones logísticas que pueda acarrear, pasa por montar una comitiva oficial que circule por la autopista AP-7, y que esté acompañada por un autocar, o varios si conviene, cargado de medios de comunicación que puedan divulgar el evento.

Puigdemont mantiene que en sus planes nunca ha entrado “hacer un Tarradellas”, en alusión a la parada en Madrid que hizo el presidente catalán en el exilio, Josep Tarradellas, antes de regresar a Cataluña en 1977. De sus palabras se desprende que Puigdemont no tiene intención de ponerse voluntariamente a disposición de las autoridades judiciales cuando vuelva.

Gonzalo Boye, letrado del expresidente catalán, pidió el pasado 11 de junio al Tribunal Supremo la retirada de la orden de detención impuesta sobre Puigdemont. Boye ha manifestado en varias ocasiones que su cliente tiene asumido el riesgo a ser detenido y encarcelado si entra en España, pero defiende que tal posibilidad no debería ser una preocupación para Puigdemont si los jueces aceptaran y aplicaran la ley de amnistía.

Este 25 de junio era, supuestamente, la primera fecha clave que tenía marcada Puigdemont en su calendario para poner rumbo a Cataluña. El presidente del Parlament, Josep Rull, cumplió con la convocatoria de un pleno de investidura, pese a saber que no habría ningún candidato interesado en someterse a la votación de la Cámara. Junts per Catalunya alega que el líder del partido sigue firme en su intención de presentarse a la investidura, pero que es pronto para escenificarlo porque no ha sido posible atar los acuerdos necesarios con otras fuerzas (básicamente Esquerra Republicana y la CUP) para que le apoyen. El socialista Salvador Illa, vencedor de las elecciones del 12 de mayo, también apunta que necesita más margen de tiempo para poder alcanzar una mayoría que lo propulse hasta la Generalitat. El PSC obtuvo 42 diputados y Junts 35. La mayoría de la cámara está fijada en los 68 escaños. Esquerra, con 20 diputados, tiene en su mano despejar el panorama. Illa subraya que la única “mayoría posible” es la que agrupa a PSC, ERC y Comuns Sumar, para cuadrar los 68 votos. Junts, en cambio, teoriza sobre la idea que si ERC respalda a Puigdemont hace posible un frente independentista de hasta 55 escaños, que podría crecer hasta los 59 si la CUP se apunta al plan. “Entonces, Illa tendrá que decidir si colapsa la investidura y vamos a la repetición electoral”, manifestó Josep Rius, portavoz de Junts, en una entrevista en el Aquí Catalunya de la SER. Los comicios del 12 de mayo liquidaron la mayoría independentista en el Parlament, y Puigdemont necesitaría la abstención del PSC para ser proclamado president.

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Junts sostiene que, si ERC avala a Puigdemont, los socialistas tendrán que abstenerse si no quieren cargar con la responsabilidad de repetir, el 13 de octubre, las elecciones en Cataluña. Illa ya ha avanzado que, tras ganar él las elecciones, abstenerse para darle la Generalitat a Puigdemont carece de sentido.

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