En las entrañas del Bruc, el hotel con el que ’La Mesías’ abduce a millones de espectadores
La serie de Los Javis, galardonada con el Forqué a mejor serie de ficción, resucita la esencia del punto de encuentro para la observación de ovnis en la montaña de Montserrat
En el kilómetro 570 de A2, entre Barcelona y Lleida, el neón se proyecta sobre el parking donde viajeros y transportistas han dejado sus vehículos para disfrutar de un gin-tonic y unos cigarrillos Rex, antes de continuar su viaje. Frente al ajetreo de camareros, tres ...
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En el kilómetro 570 de A2, entre Barcelona y Lleida, el neón se proyecta sobre el parking donde viajeros y transportistas han dejado sus vehículos para disfrutar de un gin-tonic y unos cigarrillos Rex, antes de continuar su viaje. Frente al ajetreo de camareros, tres platos combinados con huevos fritos, patatas y chistorra y dos bocadillos de lomo con queso reposan en las barras de acero metálico de la cafetería. El aforo está casi completo, como todos los días 11 del mes, cuando el Hotel Bruc se convierte en el punto de encuentro para los aficionados que suben a Montserrat a esperar ovnis y señales extraterrestres.
Esta escena se repite desde los años 70, los asistentes cambian pero mantiene su esencia, la misma que han querido recuperar los directores Javier Calvo y Javier Ambrosi (Los Javis) en La Mesías, la serie ganadora del premio Forqué a “mejor serie de ficción” y que ha batido el récord de audiencias convirtiendo, por primera vez, a Movistar + en la plataforma más vista. ”Si el Bruc estuviera en Minnesota, bajo las Montserrat Falls y David Lynch rodara allí, se convertiría en toda una leyenda: ‘El hotel de los aficionados a los aliens”, exclama divertido Roger Belles, director de arte de la serie.
En 1977, “un tremendo haz de luz que surcaba el cielo” sorprendió a Luis José Grifol, cuando descansaba en su casa de Barcelona. Con solo 33 años, abandonó la docencia y el mundo de la empresa, para convertirse en “el contactado” y transmitir la llamada de “los seres superiores”. Jordi Gili (Igualada, 56 años) acompañó a Grifol a “mirar el cielo” de Montserrat, desde finales de los 80 y hasta 2010: “El grupo era irregular, entre 20 y 60 nos hemos reunido y todo tipo de gente, desde los fijos hasta los que se acercaban para cachondearse antes de ir a Bananas, la discoteca del hotel”, recuerda.
La cafetería del Bruc era el punto de salida hacia la explanada de Montserrat donde, entre rocas señaladas, Grifol charlaba con sus seguidores para crear un clima de concentración propicio a las apariciones. “No sé cuál será su origen, pero yo mismo he visto esos trazos gigantes de luz moverse de un lado hacia otro, en zigzag, haciendo piruetas extrañas”, admite Gili.
Los expertos explican los fenómenos lumínicos de Montserrat desde la “piezoelectricidad”, reacciones eléctricas que producen los materiales y la forma de la tierra. El escritor e investigador Javier Sierra acompañó a Grifol tras sus primeros contactos y reconoce que las luces son un fenómeno real, “un hecho objetivo que interpretamos de manera subjetiva, desde la óptica de nuestra época”, puntualiza durante una llamada telefónica.
Desde la aparición de la virgen en la Santa Cova, en el siglo IX, Montserrat ha integrado diversos misterios. Sus luces eran demonios para San Ignacio de Loyola, fueron el origen de la popular Llum de Manresa y al general de las SS Heinrich Himmler le indicaron el lugar donde buscar el Santo Grial. Los años 70, en plena carrera espacial y con la proliferación de teorías extraterrestres, fueron el caldo de cultivo perfecto para transformarla en el epicentro del contactismo.
La magia de Montserrat cambia de significado en función de la sociedad que la mira. En La Mesías, el hermano mayor, Enric (Roger Casamajor), encuentra allí un espacio para comprender la vida más allá de la religión católica en la que se ha criado. Y el Hotel Bruc es el portal que atraviesa para sumergirse en la energía de la montaña.
La dirección de arte de la serie va más allá de lo utilitario y apuesta por decorados “puramente mentales”, que transmiten los sentimientos de los personajes, afirma Belles. Las casas de Enric e Irene (Macarena García) reflejan las diferentes perspectivas desde las que los hermanos mayores han afrontado el vacío tras abandonar su hogar y emprender una vida nueva: “La de Irene es un catálogo de Leroy Merlín, como si hubiera seguido el manual cómo hacer una vida”, ejemplifica Belles. Su mapamundi y la cafetera de última generación contrastan con la austeridad de casa de Enric, sin decoración ni objetos personales.
Las decisiones del equipo huyen de la estética y se inclinan por espacios en los que el espectador sienta que “el personaje está donde tiene que estar”. El hotel Bruc no solo fue escogido por ser un símbolo de la ufología en España, sino por su “personalidad”: un hotel de carretera de los 70, con papel de pared oscuro, luces de neón y una recepción de madera que ofrece postales horteras a quienes dejan su habitación. Por eso la serie recupera el Bruc de antes de la reforma de 2012, el de las raves al aire libre y el cotillón de nochevieja. “No disfrazamos el Bruc, lo vestimos, cogimos un elemento real y explotamos su potencial cinematográfico. La Mesías no traiciona ningún espacio”, asegura Belles.
Víctor Sandalinas dirige actualmente el hotel Bruc y explica que para devolver el aspecto “retro” a la recepción tuvieron que tapar la nueva instalación con una falsa estantería de madera y decorado verde que imita a la que había en los 90. “Rodaron también en la cafetería, que no ha cambiado desde que se construyó en el 79″, cuenta Sandalinas. Enric pasó la noche en dos habitaciones que escaparon de la reforma, con el toque vintage que pedían en producción y vistas a Montserrat.
Para Enric, un hombre solitario, desarraigado, el hotel Bruc es un lugar más de paso, una cama que olvidará al día siguiente. Pero cuando conoce a Alicia (Cecilia Roth), el hotel se transforma en las puertas de un camino que promete ofrecerle, al fin, algo de paz interior.
Javier Sierra, periodista y escritor, explica que el ser humano, desde sus orígenes, ha buscado una conexión con los seres superiores y Montserrat cumple esa función: ser una escalera al cielo, un punto de encuentro entre lo terrestre y lo celeste. “El significado de la energía de Montserrat cambiará a lo largo de los años. De cara a los próximos años, nuestra sobreexposición a lo digital podrían convertirla en un lugar “mágico” por su cercanía a la naturaleza y al contacto humano”, opina.
Como para otros fue el recibidor para contactar con lo extraterrenal, El Bruc abre a Enric las puertas de Wonderland, una comuna de mujeres que conviven con la naturaleza y beben de la energía telúrica de Montserrat desde todas las religiones. “La Mesías va precisamente de eso, de sentir las energías desde la absoluta flexibilidad de creencias”, reconoce Belles.
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