Las aguas residuales lo saben todo de nosotros: dime qué tiras por el váter y te diré cómo vives

Un estudio pionero de los restos que llegan a las alcantarillas de tres barrios de Barcelona revela diferencias en los hábitos de salud, ambientales o de consumo de drogas según las rentas

Las alcantarillas de la calle del Carme de Barcelona, que originariamente eran de los años 20 del siglo pasado y han sido de las últimas que el Ayuntamiento ha puesto al día.Albert Garcia

Dan más información que un espía, un vecino chafardero y el algoritmo de Google juntos. Las aguas residuales, lo que tiramos por el váter, los lavabos, duchas y el fregadero son una ingente fuente de información sobre los hábitos de la población. Y en tiempo real. A qué hora se levantan los vecinos de un barrio (por el pico de caudal de agua que utilizan a primera hora), si se marchan de fin de semana, cuántos cafés toman, cuánto fuman o beben, qu...

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Dan más información que un espía, un vecino chafardero y el algoritmo de Google juntos. Las aguas residuales, lo que tiramos por el váter, los lavabos, duchas y el fregadero son una ingente fuente de información sobre los hábitos de la población. Y en tiempo real. A qué hora se levantan los vecinos de un barrio (por el pico de caudal de agua que utilizan a primera hora), si se marchan de fin de semana, cuántos cafés toman, cuánto fuman o beben, qué y cuántas drogas consumen, si tiran toallitas húmedas o aceites, o si toman más o menos antibióticos. Los estudios conocidos hasta ahora analizaban las aguas en las depuradoras, que proporcionan información sobre un municipio entero. Pero la iniciativa ScoreWater ha realizado un piloto durante un año monitorizando, con tres estaciones, pequeñas áreas de tres barrios de Barcelona. Las zonas han sido elegidas por sus diferencias de renta: el Carmel (una media de 25.849 euros de ingresos por hogar), Poblenou (38.430 euros) y Sant Gervasi (78.476).

“En el agua hay información muy relevante, que no tienes otra forma de encontrar, el estudio es pionero en España, hasta dónde nos consta también en Europa, y ya nos están pidiendo replicarlo en otras ciudades”, explica el coordinador del trabajo, el ambientólogo e investigador especializado en aguas residuales del ICRA Lluís Corominas. Scorewater es un proyecto coordinado desde el Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) y realizado con el Instituto Metròpoli, el centro tecnológico Eurecat, Barcelona Ciclo del Agua, y la empresa S:CAN.

El objetivo de la iniciativa era tanto conocer y contrastar los hábitos ambientales y de salud de cada vecindario y, con la información, diseñar una campaña de concienciación que lleva por lema Las aguas residuales hablan de ti. Para todo ello, además de analizar las aguas durante un año y elegir semanas de las cuatro estaciones con poca movilidad (evitando puentes), los mismos interrogantes que se buscaba resolver con las muestras en el laboratorio, se han preguntado en una encuesta en cada barrio. “Analizar aguas residuales te explica qué pasa en la ciudad sin necesidad de hacer encuestas. Proporciona datos sobre hábitos de consumo o salud muy difíciles de obtener de otras maneras”, añade Elena Domene, ambientóloga del Instituto Metròpoli y jefa de su área de sostenibilidad urbana.

El valor de analizar las aguas residuales

Corominas explica el valor del análisis de aguas residuales, donde hay restos de orina, heces, comida, aceites, químicos como los jabones o detergentes, plásticos, papel higiénico o toallitas. “En materia de consumo de drogas, con otros indicadores como una encuesta la gente puede no decir la verdad, o la estadística de incautaciones es insuficiente. O en el consumo de fármacos: tenemos las prescripciones de la sanidad pública o las ventas en farmacia, pero pueden faltar las recetas de la sanidad privada”. En cambio, admite el investigador, las aguas residuales no discriminan otras cuestiones: si quien bebe o toma café son más los hombres o las mujeres. De ahí el complemento de los datos con la encuesta realizada en la misma zona donde se analizaron las aguas. De los cuestionarios salen revelaciones como que los hombres utilizan menos toallitas húmedas que las mujeres, pero las tiran por el váter con mayor frecuencia.

Las muestras de aguas se tomaron en colectores a los que llegaban aguas residuales de edificios que sumaban entre 8.000 y 18.000 vecinos (la elección ha sido técnica, en función del sistema de alcantarillado de cada zona) y las encuestas se han realizado a 350 vecinos de cada barrio.

Quién madruga más, tira más aceite o toma más antibióticos

¿Y qué se ha observado? Pues en el Carmel cuestiones como que los vecinos madrugan entre una hora y una hora y media más que en el Poblenou. O que el consumo de agua es menor. Que se marchan de vacaciones; pero no de fin de semana, porque el consumo de agua no oscila entre días laborables y festivos. También hay menos parabenos, filtros solares y plastificantes. “Podríamos tender a pensar que la población con menos renta está más expuesta a contaminantes, y sorprendentemente lo está menos”, analiza Corominas.

En el Poblenou los análisis han detectado una mayor presencia de alcohol, café y tabaco, aunque puede ser porque la zona analizada comprende una parte de la rambla del barrio, donde hay bares con terraza. También hay más restos de comida. Un 22% de la población de este barrio y el Carmel declara que usa toallitas húmedas cada día, más que en Sant Gervasi, y otro 50% dice que nunca las usa. Pero, en cambio, en el barrio con rentas menores las tiran menos por el váter (un 7%), que en el de rentas medias (10%), un porcentaje que se dispara en el de rentas altas (13%).

En Sant Gervasi lo que ha llamado la atención de los investigadores es que en las aguas hay más genes de resistencia a antibióticos, lo que asocian a un mayor consumo de estos fármacos. En las encuestas ha salido que los vecinos guardan los antibióticos que sobran de un tratamiento y los toman sin receta en otro momento, explica Domene, que se ha encargado de hacer las encuestas desde el Instituto Metropoli. Los investigadores del estudio señalan que sería el barrio ideal para invertir en una campaña de consumo responsable de fármacos y antibióticos. En este barrio de rentas altas, los vecinos sí se marchan de vacaciones y tienen unos patrones horarios más flexibles, probablemente vinculados a su vida laboral. Con rentas mayores, también tiran más aceite de cocina por el fregadero o el baño. Pero si se mira por edad, en las encuestas solo el 10% admite tirar inadecuadamente los aceites, mientras que los jóvenes lo declaran en un 25% de los casos.

“Grandes diferencias en los patrones de consumo de drogas”

El estudio también ha revelado “grandes diferencias entre los tres barrios en los patrones de consumo de drogas”. Una información tan relevante, explican los investigadores, que han decidido no incluirla en los resultados publicados y la han puesto en manos de las autoridades sanitarias. Y, aunque se tomaron muestras de alimentos y se podrían estudiar hábitos alimentarios (como la presencia de proteína animal), no se analizaron en este primer trabajo. Los investigadores recuerdan que el proyecto es un piloto. Y añaden que analizando el SARS-CoV-2, pudieron observar en tiempo real el pico de la quinta y sexta olas, con el valle en medio. Las muestras para ScoreWater se tomaron entre marzo de 2021 y marzo de 2022, y en conjunto el estudio se prolongó cuatro años: de 2019 a 2022.

Otra cuestión que apunta Corominas es que el análisis de aguas residuales permite conocer si elementos como los contaminantes ambientales han entrado en el cuerpo de los vecinos y se ha metabolizado, para expulsarlo después por la orina. Igual en el café, el tabaco o alcohol: “Lo medimos por el metabolito, que indica que el compuesto ha entrado y tu metabolismo lo transforma. Así sabemos, con el alcohol, si se ha consumido o se ha tirado por el fregadero”.

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