Transportistas y comerciantes rechazan la idea de un peaje de cuatro euros al día en Barcelona

Patronales, gremios y colegios como el de agentes comerciales piden distinguir entre movilidad privada y movilidad profesional

Señalización de la Zona de Bajas Emisiones de Barcelona, el área donde se propone aplicar el peaje contra la contaminación.Albert Garcia (EL PAÍS)

Una irresponsabilidad. Una barbaridad. Un globo sonda. Falta de sentido común y diálogo. Falta de conocimiento sobre la realidad profesional. Son algunos de los reproches que representantes de patronales, gremios o colegios de transportistas, comerciantes o agentes comerciales lanzan ...

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Una irresponsabilidad. Una barbaridad. Un globo sonda. Falta de sentido común y diálogo. Falta de conocimiento sobre la realidad profesional. Son algunos de los reproches que representantes de patronales, gremios o colegios de transportistas, comerciantes o agentes comerciales lanzan contra las entidades vecinales y ecologistas que el martes presentaron un proyecto de peaje urbano de cuatro euros al día en Barcelona para luchar contra la contaminación. Entre las entidades figuran la Plataforma por la Calidad el Aire, Eixample Respira o Ecologistes en Acció.

La tasa, que pagarían los vehículos con solo uno o dos ocupantes, para disuadir del uso individual del coche, contempla gravar también a los transportistas o profesionales que necesitan el vehículo para desplazarse (fontaneros, técnicos de reparaciones…), una cuestión que las patronales rechazan de plano. Cuatro euros por 300 días laborables son 1.200 euros de gasto anual, calculan. “Parece que no se acuerden de que un juez tumbó la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) por cómo se hizo, por excesiva”, advierte uno de los seis organismos consultados, entre los que se encuentran varios de los que recurrieron el veto al coche contaminante.

Jordi Martí, director del Colegio Oficial de Agentes Comerciales (4.000 en Barcelona y 12.000 en toda Cataluña), reprocha a los impulsores “que no hayan presentado el peaje en las mesas de movilidad existentes para debatirlo”. “No se puede poner en el mismo saco la movilidad personal y la profesional. No es lo mismo llevar al niño al cole en coche, que estar pendiente de un pedido”, dice, y añade: “No puedes hacer pagar un peaje por baja ocupación a trabajadores que la ciudad necesita para funcionar. Los comerciales van solos en el coche”.

El presidente del Gremio de Transportes y Logística de Cataluña (adscrito a la patronal Cecot), Antonio Martínez, defiende que el reparto de mercancías “es una cuestión de servicio púbico”: desde la comida fresca o la bebida, a la entrega de paquetes a domicilio, en oficinas o en almacenes. “Cada día entran en Barcelona 30.000 furgonetas y camiones”, recuerda. Un sector donde “el 80% de los trabajadores son autónomos en una situación estructuralmente muy tocada por la subida del gasóleo, cobran un precio fijo y no pueden repercutir estos cuatro euros de sobrecoste, los márgenes son muy pequeños”, alerta. Las grandes empresas son las que transportan camiones de Salamanca, por ejemplo, a Barcelona, explica, “pero el señor que viene rotulado de Seur es un autónomo, hay que tener sentido común y hablar con todo el mundo”.

El presidente de la patronal catalana de la automoción, Fecavem, y del Gremio del Motor, Jaume Roura i Calls, critica la falta de consenso de la propuesta de peaje y asegura que “en Londres ya existe y el tráfico es más caótico que en Barcelona”. Apela al “importante papel de la movilidad privada para entender el motor de la economía”, al tiempo que desacredita a los impulsores: “Dijeron que eran muchas plataformas sociales y vecinales y solo asistieron ocho personas y una portavoz que nadie entiende a quién representa”. Roura pide “escuchar y analizar, pero en ningún caso imponer una ideología”.

También cuestiona a los impulsores la portavoz de AsoParc, la asociación de afectados por las restricciones de circulación, Mònica Xufré. “Eixample Respira cuelga de Barcelona en comú, y no son representativos, actúan de parte de una ideología, no todo el mundo vive y trabaja en Barcelona”, asegura. Sobre la tasa, mantiene que “un autónomo no puede asumir 100 euros más de gastos, es inasumible”. Y sobre el transporte privado, añade que es necesario mejorar el transporte público para que sea eficiente y “no olvidarse de autónomos que necesitan hacer transportes de material, o entregas, tres o cuatro días a la semana”. “El peaje es discriminatorio, perjudica a pequeñas empresas. Al final se quedarán Amazon y Ali Express y el resto, ajo y agua”, zanja.

Los comerciantes de Barcelona también han puesto el grito en el cielo: tanto los de los ejes más turísticos (Barcelona Oberta) como los de barrio (Barcelona Comerç). Gabriel Jené, el presidente de Barcelona Oberta, considera la propuesta “un despropósito y discriminatoria para quien necesita un vehículo para trabajar”. “Coarta la libertad de la gente y pone a Barcelona en una situación de pérdida de oportunidades y de capacidad de atraer a visitantes”, conviene, rechazando el peaje tanto para particulares como para profesionales, al tiempo que asegura: “No estamos en contra de una ciudad más sostenible y ecológica”.

Salva Vendrell, presidente de Barcelona Comerç califica de “barbaridad” la tasa de cuatro euros. “No estamos preparados en alternativas al coche. Mucha gente no puede llegar o salir en transporte público, a parte de que la ciudad necesita abastecerse y quien acabará pagando la tasa será el vecino, porque se la repercutirán”. “Estamos actuando en contra de vecinos y comerciantes, no contra turistas y multinacionales, que pueden soportar el sobrecoste”, lamenta.

Por parte de los hoteleros de Barcelona, el director del gremio, Manel Casals, entiende que el reto de la lucha contra la contaminación es grande, pero, considera, “el problema es cuando se quiere tratar a todo el mundo igual”. En el Gremio de Restauración, su director general, Roger Pallarols, se muestra “estupefacto sobre una propuesta alejada del contexto y las preocupaciones reales de la ciudad”. “Estamos cerrando dos años nefastos, con empresas agotadas por el impacto de la crisis y las deudas, no es oportuno poner muros a la recuperación. Barcelona y los negocios de Barcelona necesitan a la gente de fuera y viceversa, no les podemos penalizar”, opina.

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