Ayuso, mil grescas y una grieta
La retórica trumpista de la presidenta madrileña radicaliza al PP y marca el paso de la izquierda. El procesamiento de su pareja muestra su primera debilidad en mucho tiempo
Jueves, 25 de septiembre. La presidenta madrileña participa en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum en Madrid. “Isabel Díaz Ayuso”, dice el presentador del acto, “ha subrayado que quiere centrar la gestión de su Gob...
Jueves, 25 de septiembre. La presidenta madrileña participa en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum en Madrid. “Isabel Díaz Ayuso”, dice el presentador del acto, “ha subrayado que quiere centrar la gestión de su Gobierno en los servicios públicos a los que acuden todas las familias en Madrid: la sanidad, los colegios, el transporte... [...] Son iniciativas de gestión que la presidenta quiere exponer más allá del rifirrafe político sobre la corrupción que afecta al Gobierno, el conflicto en Oriente medio, los problemas energéticos o los privilegios que denuncia en la financiación de las comunidades autónomas, en particular, Cataluña”, añade. Pero, después de dar los buenos días y saludar a los presentes, Ayuso hablará desde el atril de una “democracia secuestrada” por Pedro Sánchez, quien, asegura, ha puesto en marcha un “proyecto totalitario” para “acabar con la Corona, la Transición y la Constitución” y crear una “nación paralegal”; de la esposa y el hermano del presidente del Gobierno; del fiscal general, al que llama “el ministro 23″; de los fallos en las pulseras antimaltrato -“tengo entendido que las que sí funcionaban eran de origen israelí”-; de los retrasos en los trenes de Renfe “y las prisas para poner a las estaciones nombres de mujeres”; del intento fallido de Sánchez de aprovechar “los incendios del verano para promover una urgencia sobre el debate climático”; de Yemen, Siria, Nigeria, Cuba, el Sáhara, Venezuela; del movimiento “suicida” de despreciar “las aportaciones israelíes”; de la “canallada” de ofender a los judíos” y hasta de RTVE, a la que llamó “prensa del régimen”. Es decir, apenas menciones a la sanidad, la educación y el transporte en una Comunidad que maneja un presupuesto de casi 29.000 millones de euros al año. Solo Sánchez y cuánto odia Sánchez a Madrid.
Esa es, según compañeros de partido y politólogos consultados para este perfil, una de las claves del éxito de Ayuso: que apenas se hable de su gestión, de los problemas de la comunidad que preside con mayoría aboluta, la tercera más poblada de España. Los exabruptos e hipérboles - “ETA está viva, en el poder, vive de nuestro dinero”; “Nos han colado una dictadura por la puerta de atrás”; “Madrid dio la imagen de un Sarajevo en guerra [durante las protestas propalestinas en la etapa final de la vuelta ciclista]”; “Cada vez más gente está sacando a sus hijos de España...”- lo copan y tapan todo.
“Ella”, afirma un veterano dirigente popular, “ha tomado la decisión de dejar la gestión a sus consejeros y dedicarse exclusivamente al antagonismo con Sánchez. Y le funciona: es una virtud suya y un defecto de sus rivales, que le hacen el juego”. Para el politólogo Pablo Simón, Ayuso “sigue la retórica de la nueva derecha radical populista, lo que se conoce como owning the libs, es decir, cabrear y provocar a los progres [por ejemplo, premiando a Javier Milei con una medalla después de que este atacara a Sánchez], generar reacciones emocionales y elevar la temperatura cuando hace falta desviar la atención. Sigue el mismo manual que Donald Trump: el desprecio total al rival y cuando vienen mal dadas, el victimismo, la conspiración. Todo es importado. Es evidente que hay un canal de comunicación abierto entre los principales think tanks y laboratorios conservadores de EEUU en cuanto a narrativas y estrategias. La política madrileña está secuestrada por la nacional y eso es muy conveniente para Ayuso, pero el Gobierno de España es copartícipe de su leyenda porque siempre pica“.
Desde la llegada de Ayuso a la presidencia, la Asamblea de Madrid se ha convertido en un espejo del Congreso de los Diputados. Se habla de la amnistía al procés, de Hamás, del sanchismo... Los jueves empiezan con una rueda de prensa del portavoz del PP, justo antes de la sesión, donde ya se critica a Sánchez y se marca la línea. Esto sucede, sobre todo, desde 2022, cuando Ayuso tomó el control absoluto del PP regional y reunió en sus manos todo el poder orgánico e institucional. Para entender cómo se toma Ayuso los plenos regionales basta, este mensaje que ella misma mandó en 2023 al grupo de WhatsApp de los diputados:
−La izquierda está acabada (...). Matadlos.
Un alto cargo socialista de Madrid recuerda ahora que en 2019 el PSOE estaba muy vivo y que, de hecho, ganó las elecciones con Ángel Gabilondo. Ahora, siete años después, con un estilo político marcado y reconocido como el Ayusismo, reconoce que es complejo combatir a la presidenta. “No se puede ir a un debate serio e ideológico porque ella va siempre a descalificar. Si suelta ocho barrabasadas, no te da tiempo a rebatirlas”. Las alusiones a Ayuso también se multiplican en el Congreso de los Diputados y en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros.
La estrategia de Ayuso ha arrastrado al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que tampoco habla de gestión, apenas presenta proyectos o ideas alternativas a las políticas del Ejecutivo. “La agenda judicial”, añade Simón, “ha secuestrado la política. Ya no hay debates sobre ideas”. Lo que cuadros populares llaman “ayusodependencia” ha generado un debate en el partido. Hay quien piensa que “es la única que puede parar a Vox” ―en la Comunidad de Madrid no tienen tanta fuerza como en otros territorios— y quien piensa lo contrario, que lo que funciona en la idiosincrasia madrileña no tendría el mismo éxito en Andalucía, Galicia o Cataluña, y que “Feijóo se equivoca si intenta imitarla”.
Las cosas han cambiado esta semana, cuando la jueza ha decidido enviar al banquillo a su pareja, Alberto González Amador, por el caso del fraude fiscal de más de 350.000 euros. Ayuso, quien desde el primer momento puso recursos del gobierno autonómico al servicio de la defensa de su novio, empezando por su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, ha planteado la investigación contra el empresario con el que convive como una persecución política por ser ella quien es y no por lo que supuestamente ha hecho González Amador. Esta semana, sin embargo, ha variado ligeramente su discurso, al introducir un nuevo matiz: los delitos que haya podido cometer su novio son previos a su relación. Es la primera muestra de debilidad en mucho tiempo.
La baronesa despliega su propio manual de resistencia tras haber ganado varios pulsos, como el que acabó con el primer líder del PP elegido en unas primarias, Pablo Casado, o el de la pandemia, cuando su rebeldía frente a las recomendaciones de los expertos fue premiada con una lluvia de votos en las urnas. Estos son los hitos en su trayectoria política y las claves de un estilo de comunicación que ha alterado el debate público más allá de los límites de la Asamblea de Madrid.
2019: Candidata por sorpresa
“Cuando Pablo la eligió como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid”, admite ahora un exdirigente popular, “muchos nos llevamos las manos a la cabeza”. Ayuso era vicesecretaria de comunicación del PP madrileño. Casado y ella se conocían desde que tenían 23 y 26 años, respectivamente. Eran amigos. “A muchos nos pareció que no tenía experiencia suficiente y que Casado arriesgaba demasiado. Si me llegan a decir entonces todo lo que ha pasado después, no me lo creo”, afirma un veterano cargo del partido. Salvo una breve etapa como viceconsejera de Justicia con Cristina Cifuentes, su experiencia política se limitaba al área de comunicación y redes sociales del PP. Pero Casado había decidido que era la mejor embajadora de lo que llamaba “derecha sin complejos”. En la decisión final fue determinante una bronca que Ayuso mantuvo en La Sexta con la periodista Mamen Mendizábal a propósito del feminismo que la colocó entre los temas más comentados en redes sociales. El todavía líder del PP apostó por ella “por su juventud y su capacidad para viralizar sus declaraciones”, añade la misma fuente.
Ayuso obtuvo, en aquellas primeras elecciones como candidata, el peor resultado de la historia del PP madrileño: el 22% de los votos —hoy gobierna con el 47%— . La de 2019 fue la primera victoria electoral del PSOE en la Comunidad desde 1987, pero la apuesta personal de Casado fue investida finalmente presidenta con los apoyos de Ciudadanos —que entraba en el Gobierno de coalición— y de Vox.
Gobierno con Ciudadanos: llega Miguel Ángel Rodríguez
Miguel Ángel Rodríguez Bajón cumplía 56 años el 21 de enero de 2020, el mismo día que Isabel Díaz Ayuso pronunció su nombre completo en el Consejo de Gobierno. Se cumplían cinco meses del acuerdo de coalición entre populares y Ciudadanos. El Consejo de Gobierno transcurrió con un ritmo rutinario. Antes de terminar, la presidenta tomó la palabra:
― Ah, por cierto, voy a cambiar a mi jefe de gabinete. Se incorporará Miguel Ángel Rodríguez Bajón.
Y abandonó la sala. Algunos consejeros del PP conocían de antemano el nombramiento. Pero no los de Ciudadanos, que se quedaron confundidos por el segundo apellido, Bajón. Según testigos presenciales, el consejero de Transportes, Ángel Garrido, agarró su móvil y buscó en Google. “¡Coño, que es este!”, exclamó.
“Fue una legislatura tormentosa”, recuerda ahora Ignacio Aguado, vicepresidente primero y portavoz del Gobierno por Ciudadanos. “La pandemia y el nombramiento de Rodríguez rompieron muchas cosas”. Aguado dice que antes de que llegaran al Gobierno, Ayuso tenía un perfil dialogante, cercano, “menos ideologizado”. “En un primer momento”, observa, “tuvo meteduras de pata, pero luego, apoyada por una parte de la opinión pública, se convirtieron en una seña de identidad y en un escudo victimista. Le dio la vuelta. De manera que cualquiera que la atacaba empezaba a ser considerado machista o traidor. Atributos que le han ido bien. En base a esos dos objetivos ha construido su personaje. Ha evitado que se juzgue su gestión y todo se centra en la victimización suya y en el enemigo: Sánchez”. No. No cree que la vida política de Ayuso termine en 2027. “Si no le ha movido la silla a Feijóo, no tengo duda de que lo hará”.
“Miguel Ángel [Rodríguez]”, afirma un veterano dirigente popular, “tiene mucho que ver en la creación del personaje, pero conviene recordar que es ella la que va a buscarlo para eso, para crear al personaje [recurrió a él ya en la campaña electoral de 2019].Es un personaje que a ella le encaja muy bien. Cuanto más la critican, más se crece. Lo que ocure ahora es que el personaje se ha comido a la persona”.
2020. La pandemia y la ‘cumbre bilateral’ de las 24 banderas
La presidenta madrileña y el presidente del Gobierno se reunieron en casa de la primera, el Palacio de Correos, sede del Ejecutivo regional, en septiembre de 2020, nueve meses después del nombramiento de Rodríguez, y ya en plena pandemia de covid, para tratar de firmar una tregua tras meses de enfrentamientos por las restricciones para detener la expansión del virus. “Para mí”, afirma un veterano dirigente popular, “ese fue un momento clave, porque aquel día, de alguna manera, Sánchez le dio un estatus distinto. Parecía una cumbre bilateral”.
Pablo Simón coincide: “Ese día, Sánchez la nombró jefa de la oposición, y así la ha tratado desde entonces”. El protagonismo de la baronesa madrileña ha opacado el liderazgo de sus respectivos jefes, primero Casado y luego Feijóo. “La izquierda”, añade el politólogo, sublima a alguien con posiciones más extremas porque le sirve para movilizar a los suyos y meterle el dedo en el ojo al rival, ahora Feijóo. Es un juego parecido al que la derecha practica con Emiliano García-Page [presidente socialista de Castilla-La Mancha y muy crítico con Sánchez]. Pero no se da cuenta de que puede povocar que una parte del electorado del PP que no votaría a Ayuso termine haciéndolo porque votar a Ayuso es votar contra Sánchez, igual que de tanto sublimar a Page contra Sánchez, pueden votarle a él en lugar de al PP”.
La postura de insumisión de Ayuso durante la pandemia también evidenció la primera gran fractura con el resto de barones del partido. “Ha optado por una decisión por la que yo no me sentiría responsable”, criticó, en febrero de 2021 el propio Feijóo, entonces al frente de la Xunta de Galicia, cuando la madrileña decidió mantener abiertos los comercios y la hostelería.
La caída de Pablo Casado
En marzo de 2021 ―cuando la presidenta madrileña adelanta las elecciones y rompe con Ciudadanos― un presidente autonómico advertía en conversación con este diario: “Si Ayuso saca mayoría absoluta, Casado tendrá un problema”. Y lo tuvo. “Madrid”, explica un cargo popular, “siempre ha sido un verso suelto en el partido. Con Aguirre, con Cifuentes... La Corte está aquí. Pero con Ayuso ese choque de mensajes con el PP nacional ha ido a más. También Almeida [José Luis, alcalde de la capital] ha dado un paso atrás frente a ella. En la época de Gallardón [Alberto Ruiz-Gallardó, regidor entre 2003 y 2011] fue al revés: él dio un paso adelante frente a Aguirre”.
Las elecciones de mayo de 2021 confirmaron la nacionalización de la política madrileña. Ayuso retó directamente a Sánchez ―“Nos vemos en las urnas”―; y el presidente le replicó desde un viaje institucional por África; Pablo Iglesias abandonó la vicepresidencia del Ejecutivo central para enfrentarse a la baronesa popular y planteó la batalla como una dialéctica entre fascismo o democracia. El lema electoral de Ayuso fue “comunismo o libertad”. “En cuanto se supo que Iglesias era candidato”, recuerda Simón, “ella subió tres puntos en las encuestas porque en Madrid la movilización contra la izquierda estatal te empuja. El 4 de mayo, la baronesa popular arrasó en las urnas: obtuvo 65 escaños, es decir, 35 más de los que tenía, y siete por encima de lo que sumaban los tres partidos de izquierda juntos.
El 18 de febrero de 2022, Casado afirmó en una entrevista en la Cope: “Más allá de que sea ilegal, que es algo que tendrá que decir un juez si hay una investigación, la cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se puede contratar con tu hermana y recibir 300.000 euros de beneficio por vender mascarillas. Yo no permitiría que un hermano mío cobrara 300.000 euros por un contrato adjudicado por mi Consejo de Gobierno”. Se refería a Tomás Díaz Ayuso y sus lucrativos negocios con la Comunidad de Madrid durante lo peor de la pandemia. En esa misma entrevista el líder del PP afirmó: “Nadie ha defendido más en España a Isabel Díaz Ayuso que yo”. Tenía razón. Desde que en enero de 2019 la eligiese como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Casado había tenido que responder por ella dentro y fuera del partido, y muy a menudo, la primera pregunta que le hacían los periodistas era si compartía las últimas declaraciones de Ayuso. Pero en Sol ya habían denunciando un supuesto intento de espionaje. De nuevo, Rodríguez le daba la vuelta a la tortilla: en el partido ya no se hablaba del beneficio que el hermano de Ayuso obtuvo al contratar con su Gobierno, sino de una operación maquinada desde Génova contra su propia baronesa. Casado cayó menos de una semana después, el 23 de febrero.
Contraprogramación y claque mediática
“Lo que pasó con Pablo [Casado]”, afirma un exdirigente popular, “la ayudó mucho porque lo que quedó es que Pablo le tenía miedo. Miguel Ángel [Rodríguez] y el apoyo de los medios también han sido decisivos. Ayuso es un fenómeno fundamentalmente mediático, de comunicación. Se estudiará en las facultades, como el de Trump”. Casado y Feijóo siempre estuvieron en inferioridad de condiciones porque no están en el poder de La Moncloa, y a diferencia de la presidenta madrileña, carecían de la facultad de repartir cargos, sueldos e ingresos publicitarios. Eso obligó a los dos últimos líderes del partido a resignarse a constantes contraprogramaciones de argumentario desde la puerta del Sol.
Si Feijóo acudía, por respeto insitucional, a La Moncloa a reunirse con el presidente del Gobierno, Ayuso advertía: “Hay que ser fuerte para no dejarse llevar por ese rodillo totalitario en el que te imponen un discurso. Yo destrozo España, tú te vienes conmigo al abismo y, si no, eres un sectario. Yo tengo por sistema no perder el tiempo, ni negociar algo que a mí me pueda dar una imagen como buena gestora, pero luego vender los intereses de los madrileños. No pienso pactar con aquellos que están arruinando España”. Si la invitación a La Moncloa era a los presidentes autonómicos, ella se desmarcaba del resto de barones del PP y daba plantón a Sánchez. Si parecía acercarse el acuerdo para renovar, como exige la Constitución, al Consejo General del Poder Judicial, ella hacía saber, a través de la portada de un periódico, que se oponía.
Si el Gobierno aprobaba, siguiendo una petición de la Comisión Europea, presidida por Ursula von der Leyen (del PP europeo) un decreto de ahorro energético, ella se apresuraba a declararse insumisa. Si Feijóo intenta ahora virar el discurso sobre la masacre que está comentiendo Israel en Gaza y algunos de sus barones empiezan a pronunciar la palabra “genocidio”, ella habla de “antisemitismo”. Si a Génova le interesa, ante el calendario judicial sobre el entorno de Sánchez, insistir en el mensaje de que ellos sí respetan a los jueces, Ayuso deja caer en rueda de prensa que hay algunos al servicio de La Moncloa: “Cuando conocimos la decisión de esta jueza transitoria [la de procesar a su pareja por fraude fiscal] pensé: ‘¿Qué viene a continuación en el entorno de Sánchez? Solo pensé en qué pasará en el terreno personal y político del presidente. Y hoy ya tenemos el procesamiento de su hermano”. Este mismo jueves, en el desayuno informativo, Ayuso se ofrecía a proteger a los jueces del Gobierno. Previamente, su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, había tuiteado: “Cuidado con Sánchez: hasta donde sé, la jueza no respeta a la Audiencia Provincial, decide enviar a juicio a González Amador justo antes de tomar posesión el juez que toca, y resulta que es la hermanita de un tipo al que Marlaska ha ascendido. Todo Sánchez es corrupto”.
Fue también Miguel Ángel Rodríguez el que logró colar en algunos medios los bulos de que la Fiscalía había ofrecido un acuerdo al novio de Ayuso unas horas después de conocerse la presentación de la denuncia contra él, y que lo había retirado después por “órdenes de arriba”; que periodistas de este periódico acosaban a menores en las inmediaciones de la casa de la presidenta madrileña o que informadores de Eldiario.es habían asaltado “encapuchados” la vivienda. Un dirigente del PP define como “jugada maestra” del jefe de gabinete de Ayuso haber convertido el caso por fraude de su pareja en una causa contra el fiscal general del Estado.
Rodríguez también ha amenazado a medios por publicar informaciones desfavorables hacia su presidenta. Fuentes del antiguo equipo de dirección de los informativos de Telemadrid denunciaron en este diario coacciones del jefe de gabinete de Ayuso. La primera ley de la dirigente popular tras su victoria electoral en mayo de 2021 fue sobre Telemadrid, para controlarla. Cambió la norma que regulaba al medio —celebrada por ella misma en 2015— para destituir a su director general, José Pablo López, y poner, en su lugar, a José Antonio Sánchez, presidente de RTVE en la época de los famosos viernes negros —cuando los empleados se vestían de luto para denunciar la manipulación informativa—, cuyo nombre aparece en los papeles de Bárcenas y que en 2017, en comisión parlamentaria, se había jactado de votar a los populares. “Es de agradecer que el PP me busque un puestecito”, dijo.