Pedro Sánchez se enfrenta a otra semana bajo el fuego parlamentario

El presidente se mide por primera vez con Feijóo en el Senado, antes de un nuevo y extenso combate con sus aliados en el Congreso

Pedro Sánchez, durante su última comparecencia en el Congreso, el pasado 26 de mayo.Luis Sevillano

Las tertulias políticas ya encargan palomitas para el martes: primer duelo Pedro Sánchez-Alberto Núñez Feijóo en el Senado. Ese trance al menos acabará pronto para el presidente del Gobierno. El del día siguiente en el Congreso se prolongará varias horas, y ahí Sánchez no estará solo en la diana de sus opositores, también en las de sus propios socios de Gobierno y sus resbaladizos aliados parlamentarios. Solo dos semanas después de que el presidente enfrentase el ...

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Las tertulias políticas ya encargan palomitas para el martes: primer duelo Pedro Sánchez-Alberto Núñez Feijóo en el Senado. Ese trance al menos acabará pronto para el presidente del Gobierno. El del día siguiente en el Congreso se prolongará varias horas, y ahí Sánchez no estará solo en la diana de sus opositores, también en las de sus propios socios de Gobierno y sus resbaladizos aliados parlamentarios. Solo dos semanas después de que el presidente enfrentase el chaparrón a derecha e izquierda por el caso Pegasus, encara un nuevo y largo examen parlamentario por otra cuestión, las relaciones con Marruecos, en la que cabe esperar palos de todo el hemiciclo.

Vivir en minoría ata a un Gobierno al Parlamento y lo obliga a concesiones impensables en los tiempos de las mayorías absolutas. Por ejemplo, que un presidente encadene dos comparecencias parlamentarias de varias horas —la última duró cinco— en apenas dos semanas. La del próximo miércoles forma en teoría parte de la rutina —informar al Congreso de cada Consejo Europeo— si no fuera porque, en una acción conjunta de la oposición y aliados habituales del Ejecutivo, se introdujo la cuestión marroquí contra los deseos de los socialistas. Sánchez seguramente se centrará en Europa para esquivar en la medida de lo posible lo segundo, otro tema de fricción con su base parlamentaria en el peor momento de la legislatura. Será la 26ª comparecencia de Sánchez en el Congreso —al margen de las sesiones de control— en sus cuatro años recién cumplidos en La Moncloa.

En el pimpampum de los dos grandes partidos en las últimas décadas nunca ha faltado un reproche que iba y venía del uno al otro, según estuviesen en el Gobierno o en la oposición: la supuesta “alergia al Parlamento” del presidente de turno. La historia se repite. Y no hay término medio. Mientras la portavoz popular, Cuca Gamarra, afirma que Sánchez es “el presidente menos transparente de la democracia”, el Ejecutivo sostiene que no hay otro que haya dado más la cara ante los diputados.

Los datos de comparecencias consultados en la web del Congreso dejan algo mejor a Sánchez que a Mariano Rajoy y José María Aznar, quienes disfrutaron de mayorías absolutas. Aunque la diferencia del líder socialista respecto al anterior presidente no es tan grande. En seis años y cinco meses, Rajoy se sometió al examen de la Cámara en 31 plenos, aproximadamente una vez cada 63 días. Las 25 comparecencias de Sánchez en sus cuatro años suponen una cada 58 días.

Gamarra insiste: “Sánchez considera el Congreso como un apéndice más del Gobierno y solo acude cuando le traemos a rastras, aunque en vez de dar explicaciones se centra en hacer oposición de la oposición. Su permanente huida está causando un grave perjuicio a la democracia parlamentaria”. Los populares detallan una lista de hasta 18 peticiones de comparecencia del presidente sobre temas de relevancia —la crisis migratoria del año pasado en Ceuta, las relaciones con Estados Unidos o los indultos a los líderes del procés— que les denegó la mayoría. Gamarra añade la suspensión de las sesiones de control en los primeros días de la pandemia, que mereció un varapalo del Tribunal Constitucional. Los socialistas replican que en aquellos días Sánchez compareció tres veces en tres semanas para defender las prórrogas del estado de alarma.

También Rajoy recibió un varapalo del Constitucional, aunque a toro pasado, cuando ya no era presidente, por haberse negado al control parlamentario en los diez meses que estuvo en funciones, entre 2015 y 2016. A lo largo de sus mandatos, las solicitudes de comparecencia de la oposición rechazadas por el PP —sobre los recortes, el rescate bancario o la corrupción— suman decenas. Costó más de un año que Rajoy accediese a bajar a la Cámara para dar explicaciones del caso Bárcenas.

A Rajoy todo el mundo lo reconoce como un excelente parlamentario. Lejos aún de él, Sánchez es visto por los suyos cada vez más suelto en las réplicas, donde ha descubierto una veta de ironía corrosiva. “Al presidente le gusta el Parlamento, es su casa, la conoce muy bien y se siente cómodo”, asegura un estrecho colaborador. “No le molestan en absoluto esas comparecencias. Al contrario, son un escaparate. Sobre todo, si ganas el debate. Y él los está ganando”.

“No nos engañemos: todos los presidentes han venido cuando no tenían más remedio”, tercia Ana Oramas, desde sus 18 años representando en el Congreso a Coalición Canaria y su distancia de la trinchera política habitual en la Cámara. “Sánchez hace lo mismo que todos”, recalca. Oramas desconfía de la eficacia de estas largas comparecencias presidenciales y más en un Parlamento donde la abundancia de grupos comprime el tiempo disponible: “Yo el miércoles voy a tener dos minutos, pero el PP tampoco tendrá más de 15. Así no hay manera de profundizar”.

La veterana diputada canaria sostiene que el formato que permite verdaderamente discutir a fondo es el del debate del estado de la nación. “Dispones de mucho más tiempo y además hay que presentar alternativas, porque se votan propuestas de resolución”, explica. Sánchez se ha llevado muchas críticas por no haberse sometido todavía a ninguno. Se estrenará en julio, aunque sin el líder de la oposición delante. Ese duelo con Feijóo se reducirá a unos esporádicos minutos en el Senado a partir del martes.

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