Cuatro años después, solo quedan Sánchez y Ortuzar
La moción de censura cambió la historia de la política española. La mayoría de sus protagonistas han caído en poco tiempo. Sánchez y su manual de resistencia intentan evitar la “derrota por agotamiento” que según él plantea la derecha
Hasta que llegó la crisis de 2008, el 15-M y la revolución que provocó en la política española, cuatro años eran simplemente una legislatura en el apacible mundo del poder de uno de los países más estables de Europa. Los presidentes duraban ocho años, o incluso 14, como Felipe González. Y en cuatro se hacían algunas leyes, caían algunos ministros, y se preparaban para la reelección. Pero en los cuatro años transcurridos ...
Hasta que llegó la crisis de 2008, el 15-M y la revolución que provocó en la política española, cuatro años eran simplemente una legislatura en el apacible mundo del poder de uno de los países más estables de Europa. Los presidentes duraban ocho años, o incluso 14, como Felipe González. Y en cuatro se hacían algunas leyes, caían algunos ministros, y se preparaban para la reelección. Pero en los cuatro años transcurridos desde la moción de censura que parecía perdida y acabó llevando a Sánchez a La Moncloa un 1 de junio de 2018 ha pasado de todo. Tanto, que casi ninguno de los protagonistas de aquellos frenéticos días ha sobrevivido. Ni Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría o María Dolores de Cospedal, ni Albert Rivera, ni Pablo Iglesias, ni Carles Campuzano (PDeCAT), ni Joan Tardá (ERC), ni siquiera José Luis Ábalos, el gran negociador esos días. Solo queda Sánchez y, por supuesto, el PNV, con Andoni Ortuzar al frente y Aitor Esteban como portavoz, igual que en 2018.
En estos cuatro años ha habido dos elecciones generales, un cambio de Gobierno radical que acabó con todo el núcleo duro de Sánchez, dos cambios de liderazgo en el PP, otro en Ciudadanos, otro en Unidas Podemos, varias crisis y reinvenciones dentro del independentismo catalán y el grupo de fieles a Carles Puigdemont, la primera coalición de Gobierno desde los años 30 del siglo XX, una pandemia y una guerra en Europa y una catarata de reformas legales que el Gobierno ha logrado sacar adelante pese a que nadie daba un duro por sus complejas mayorías. Desde la eutanasia a la reforma laboral o la de las pensiones, pasando por la subida a 1.000 euros del salario mínimo o uno de los mayores gastos sociales de la historia para hacer frente a la pandemia, con unos ERTE que llegaron a costar más de 5.000 millones de euros al mes.
Cuatro años después, el desgaste del Gobierno, del PSOE, de Unidas Podemos, y del propio Pedro Sánchez es muy evidente. La encuesta de EL PAÍS señala que el PSOE está 10 puntos por debajo del PP en Andalucía, el que siempre fue su granero, el lugar donde gobernó durante 40 años y parecía imbatible. Sánchez anima a los suyos ahora a defender “con pasión” la gestión del Gobierno y los resultados obtenidos, sobre todo los 20 millones de afiliados y los buenos resultados de la reforma laboral. Pero en todo momento admite indirectamente que las cosas se han puesto difíciles para el Ejecutivo. “No nos lo han puesto fácil”, repite el presidente. La guerra en Ucrania, que nadie anticipó, ha alterado por completo los planes de todos. “No figuraba en nuestros planes una pandemia, un volcán, la Filomena, una guerra en Europa. Pero siempre hemos respondido protegiendo a la economía y a las familias, sobre todo las más vulnerables”, se defiende Sánchez.
Derrota por agotamiento
El PSOE tiene la convicción de que el PP y Vox están utilizando la misma estrategia contra Sánchez que usaron con José Luis Rodríguez Zapatero y antes con Felipe González: la derrota por agotamiento. “La derecha trata de llegar al poder por agotamiento. Crean un ambiente irrespirable para ganar por agotamiento desmotivando a la izquierda. No podemos caer en su trampa. La coalición ha afrontado tiempos muy duros y ha sido capaz de sacar el país adelante. Tenemos que argumentar con pasión nuestra acción política”, insiste el presidente. Sánchez sigue así convencido de que la gestión le permitirá darle la vuelta a las encuestas.
Algunos veteranos políticos insisten en que los ciudadanos nunca te votan por lo que has hecho, sino por lo que creen que vas a hacer. Pero en La Moncloa, desde el cambio radical que implicó la salida de Iván Redondo, están muy convencidos en que la clave está en la gestión y en la apuesta por la defensa de las políticas que protegen a los ciudadanos en plena crisis. En el PSOE está prácticamente asumido que las cosas no irán bien en Andalucía, pero creen que para las generales de finales de 2023 todo puede cambiar mucho si finalmente se controla la inflación, los fondos europeos hacen su efecto y la recuperación económica llega a todos los sectores. Estos cuatro años turbulentos son la prueba evidente de que en la política española ya no se pueden hacer predicciones viables a pocos meses, mucho menos a un año y medio. Si siguiera al ritmo actual, en ese tiempo la política española podría haber destruido aún varios liderazgos. La batalla definitiva aún está lejos. Pero las estrategias para combatirla ya parecen bastante claras: la derrota por agotamiento que plantea el bloque de derechas o la resistencia por la gestión social y económica que plantea el bloque de izquierdas.