Los socios del Gobierno de coalición: “Esto no puede seguir así”

El Ejecutivo entra en una espiral de guerra interna cuando el PP está más débil. Un sector minoritario plantea la salida del líder de Podemos, pero el presidente lo descarta

Sánchez, Calvo e Iglesias, durante la sesión de control en el Congreso el miércoles.DAVID CASTRO (GTRES)

Solo tiene un año de vida, pero la coalición empieza a mostrar claros síntomas de fatiga de materiales. El PSOE culpa a Unidas Podemos, a los que acusa de querer ser a la vez Gobierno y oposición, y el grupo de Pablo Iglesias responsabiliza a los socialistas por negarse a cumplir lo que han firmado en asuntos como la limitación del precio de los alquileres,...

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Solo tiene un año de vida, pero la coalición empieza a mostrar claros síntomas de fatiga de materiales. El PSOE culpa a Unidas Podemos, a los que acusa de querer ser a la vez Gobierno y oposición, y el grupo de Pablo Iglesias responsabiliza a los socialistas por negarse a cumplir lo que han firmado en asuntos como la limitación del precio de los alquileres, que ahora es la batalla que más tensión genera internamente.

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Ambos tienen visiones contrapuestas, pero ministros y dirigentes de los dos grupos coinciden en una idea: “Esto no puede seguir así”. La semana ha sido durísima. Empezó con un choque por la política de igualdad. Unidas Podemos reprocha al PSOE que presente unilateralmente leyes de un ministerio que dirigen ellos y los socialistas no perdonan a los de Iglesias que buscaran votos en el Congreso e incluso sondearan al PP para tumbar la ley socialista. Y terminó con una discusión por las manifestaciones de apoyo al rapero Pablo Hasél.

La situación es insostenible, admiten en los dos sectores. La próxima semana está prevista una reunión entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para intentar rebajar esta tensión que parece ya insoportable y que está afectando a todas las negociaciones en marcha y al funcionamiento interno del Gobierno, según coinciden varios ministros, pero nadie tiene claro si esa simple cita podrá reconducir el conflicto porque al margen de los líderes, que conservan su espacio de diálogo, el choque entre varios ministros, en especial entre la vicepresidenta Carmen Calvo y la de Igualdad, Irene Montero, parece muy difícil de resolver.

Un grupo de ministros nombrados por el PSOE, pero independientes, no de partido, empieza a lanzar internamente la idea de que tal vez el Gobierno tendría menos desgaste si Sánchez decidiera sacar a Unidas Podemos y seguir en solitario. Pero es una opinión minoritaria dentro del Ejecutivo. Tanto el resto de ministros socialistas y los dirigentes clave del PSOE —que no quieren vivir el infierno parlamentario que supondría la salida del grupo de Iglesias del Gobierno—, como el entorno de Sánchez insisten en que el presidente tiene muy claro que no es momento para desestabilizar al Ejecutivo.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en una entrevista este viernes. En vídeo, declaraciones de Puig sobre las discrepancias entre los socios de gobierno.Foto: EUROPA PRESS

Con 120 escaños, a 56 de la mayoría absoluta, sería una “frivolidad”, según coinciden varios ministros, dirigentes y barones socialistas, romper con Unidas Podemos y arriesgarse a perder votaciones constantemente en el Congreso. Los ministros más distanciados de Unidas Podemos, en especial algunos clave del sector económico como Nadia Calviño o José Luis Escrivá, pero también otros que mantienen un fuerte choque dialéctico con los de Iglesias, como Margarita Robles, responsable de Defensa, recuerdan internamente que el Gobierno ya ha logrado aprobar los Presupuestos y podría aguantar mucho tiempo en solitario porque tampoco Unidas Podemos tendría mucho margen para votar en contra de medidas sociales.

Pero los ministros más vinculados al PSOE, en especial José Luis Ábalos y María Jesús Montero, apoyados por dirigentes clave que están en el día a día de la negociación parlamentaria como Adriana Lastra, y respaldados por varios barones territoriales, apelan internamente a las matemáticas: es imposible gobernar con 120 escaños y con Unidas Podemos enfrente. El pasado jueves, sin ir más lejos, se comprobó de nuevo esa dificultad: un decreto clave de Escrivá sobre pensiones salió por solo cuatro votos y de rebote, con el apoyo de Junts per Catalunya. Sin UP sería casi imposible gestionar estas votaciones. Por no hablar del coste que supondría para el PSOE ser el responsable de la ruptura de una coalición que ha generado muchas expectativas entre los votantes progresistas.

Mientras, en Unidas Podemos admiten que efectivamente la situación ha llegado a un punto insostenible porque la tensión acumulada de los últimos meses está bloqueando varias negociaciones en marcha.

El grupo de Iglesias tiene una larga lista de agravios en la que señala que el PSOE está incumpliendo el acuerdo de Gobierno firmado o los pactos a los que se ha llegado en los últimos meses. El de vivienda es el último. El día en que se cerraron los Presupuestos, Iglesias y Sánchez pactaron que habría una ley de limitación del precio del alquiler. Ese acuerdo se publicó y se dio por hecho. Pero ahora, según Unidas Podemos, los socialistas se echan para atrás y solo quieren incentivos fiscales, pero no límites claros a las subidas abusivas como hay en otros países.

La polémica de Hasél

Contrariamente a lo que pueda parecer, la polémica por las manifestaciones de apoyo al rapero Pablo Hasél no es lo que más problemas genera en la coalición. Sánchez ha marcado con claridad las diferencias entre el PSOE y Unidas Podemos, y lo hace cada vez que hay una discrepancia en asuntos sensibles como la monarquía, pero hay acuerdo interno en que hay que modificar el Código Penal para que Hasél y casos similares no sufran penas de cárcel, como sucede en la mayoría de los países del entorno europeo.

Los problemas de verdad están en igualdad y sobre todo en alquileres, pensiones y otras decisiones económicas como dónde y cómo gastar los 72.000 millones del fondo europeo; si se orientan más hacia grandes proyectos de los que se beneficiarán las grandes multinacionales españolas o hacia sectores con más presencia de pequeñas empresas.

Esta semana que empieza es clave. Ahí se verá, con esa reunión de los líderes, pero también con negociaciones que están en marcha entre los ministerios, si se puede reconducir la situación.

Lo más llamativo es que este momento de tensión máxima llega justo en la peor semana posible para la oposición, cuando el PP es noticia porque vende su sede para intentar salir del agujero en el que le han metido las elecciones catalanas, donde tuvo la mitad de votos que Vox, y Ciudadanos, que perdió 30 escaños en el lugar donde nació, dirime internamente si aún tiene futuro o ha empezado una lenta agonía hacia la desaparición.

“Nuestra gran ventaja es que enfrente no hay nada, pero eso no va a durar siempre. Y el gran problema es Vox”, resume un ministro. El Gobierno, en vez de quedarse a contemplar el hundimiento de la oposición en la peor semana posible para Pablo Casado e Inés Arrimadas, ha optado por dedicarse a una exhibición de sus tensiones internas. Todos culpan al de enfrente. Pero también se está instalando la idea de que hay que reconducirlo. Algunos ya se han puesto manos a la obra para intentarlo en los próximos días. Pero nadie tiene claro si lo conseguirán.

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