El artista que inventó el umbráfono, un instrumento construido con piezas de cine analógico y que suena con el reflejo de la luz
En 2018, Enrique del Castillo desarrolló la primera versión del aparato, que funciona manipulando la luz. Triunfa tanto en los festivales de música experimental como en los de cine analógico.
Enrique del Castillo (Jaén, 42 años) es capaz de crear música con la cortina de una ducha. Lo hace con el umbráfono, y el nombre del instrumento ya da una clave de en qué consiste. Umbra, del latín, significa sombra, y phōno, del griego, sonido. Un aparato capaz de crear música con el reflejo de la luz gracias a sensores láseres y lumínicos con proyectores y piezas de cine analógico —algunas de ellas procedentes de antiguas fábricas automovilísticas—. “He separado la imagen del sonido de un proyector y me he quedado solo con la parte auditiva”, explica mientras coloca la cinta de...
Enrique del Castillo (Jaén, 42 años) es capaz de crear música con la cortina de una ducha. Lo hace con el umbráfono, y el nombre del instrumento ya da una clave de en qué consiste. Umbra, del latín, significa sombra, y phōno, del griego, sonido. Un aparato capaz de crear música con el reflejo de la luz gracias a sensores láseres y lumínicos con proyectores y piezas de cine analógico —algunas de ellas procedentes de antiguas fábricas automovilísticas—. “He separado la imagen del sonido de un proyector y me he quedado solo con la parte auditiva”, explica mientras coloca la cinta de la ducha, que ha recortado para que tenga el formato de una película de 35 mm, entre las bobinas del umbráfono. Entonces Del Castillo enciende el aparato y la cinta comienza a rodar. Cambia la velocidad, mueve los láseres, sube y baja los interruptores de la mesa de mezclas… Manipula la luz. Y los altavoces reproducen la música. Las manos del artista solo descansan cuando, minutos después, las notas dejan de sonar.
Su trayectoria musical comenzó a finales de los ochenta. Apenas era un niño cuando sus padres, músicos por afición, no por profesión, le apuntaron al conservatorio para que aprendiese solfeo y piano. Eso hizo hasta los 19, cuando se fue a Granada para estudiar Bellas Artes y, después, hizo un máster de Producción Artística en Barcelona. Una biografía de lo más convencional de no ser por los detalles que impregnaron su vida artística. “Desde que estaba en el instituto empecé a interesarme por la música experimental. Tuve varios grupos con mis amigos”, cuenta. Recuerda uno de sus primeros instrumentos: una guitarra sin cuerdas a la que ponía cinta aislante alrededor y conectaba a un amplificador.
A lo largo de su vida también ha fabricado aparatos musicales, a los que sumaba el uso de sintetizadores y reverberadores. Pero el único invento que ha llegado a profesionalizar ha sido el umbráfono. En 2018, mientras componía la banda sonora de una película experimental de la mano del cineasta Miguel Puertas, se dio cuenta de que podía utilizar un proyector de cine como un proyector de sonidos reproduciendo y manipulando la luz. Así nació la idea de lo que después sería el umbráfono. Tras ello, hizo una residencia de seis meses en el centro de producción artística BilbaoArte, donde dio forma al que ahora es más que su instrumento: es su proyecto, su seña de identidad. Y con él ha creado más de 300 películas.
Pero no fue hasta 2020 cuando su carrera artística con el umbráfono despegó. “Gané el Premio PowSolo y empezaron a llamarme de festivales de cine analógico, sobre todo en Europa del Este, donde estos eventos tienen cada vez más acogida. También me llaman de festivales de música experimental y algunos artistas me han contactado para hacer proyectos juntos”, explica.
Poco después, en 2022, la Colección Solo le llamó para que musicalizase una pieza de la exposición de El jardín de las delicias, replicando composiciones renacentistas de Josquin des Prez y Adrian Willaert con su instrumento. Ese mismo año, el sello alemán Tezette-Platte compró los derechos para lanzar el primer LP del artista: Sound Film Series, que recoge su trabajo desde 2018 hasta 2022.
Ha hecho seis versiones distintas de este instrumento: “Para cada una he utilizado piezas diferentes. Y encontrarlas es caro [cada modelo le ha costado cerca de 3.000 euros] y difícil. Conozco a proveedores de cine analógico, a torneros… Gracias a ellos he podido construirlos”. Ahora puede suplir los gastos y vive de su proyecto. Prueba de ello ha sido su participación en la banda sonora de la obra teatral Poeta en Nueva York, estrenada el pasado mayo en Matadero bajo la dirección musical de Niño de Elche. Y su próximo paso es autoeditar su segundo LP con el umbráfono. Casi parece que son uno solo.