Jordan Bajo, el fotógrafo personal de Camavinga

Su servicio se resume en dos palabras: contenido y discreción

Jordan Bajo, retratado frente al Bernabéu.Francis Tsang

Jordan Bajo, este muchacho con pinta de rapero indolente, es en realidad un profesional del servicio, un trabajador concienzudo con un cliente exclusivo, Eduardo Camavinga, joven estrella del Real Madrid y de la selección francesa. Es su fotógrafo personal. Lo retrata en los partidos en el Bernabéu, entrenando en su casa, se va de viaje con él y con otros figurones del equipo. Su máxima es la discr...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Jordan Bajo, este muchacho con pinta de rapero indolente, es en realidad un profesional del servicio, un trabajador concienzudo con un cliente exclusivo, Eduardo Camavinga, joven estrella del Real Madrid y de la selección francesa. Es su fotógrafo personal. Lo retrata en los partidos en el Bernabéu, entrenando en su casa, se va de viaje con él y con otros figurones del equipo. Su máxima es la discreción.

Le pregunto por la vez que Camavinga y Vinicius se fueron de finde a Marraquech. ¿Cómo se les ocurrió ir allí? “Está cerca de Madrid. Hace sol”. Hablando de cuando los acompañó a Los Ángeles, le pregunto si estos futbolistas son muy amigos. “Se llevan superbién”, zanja tras sus gafas ahumadas. También le pregunto por la vez que se fueron a Río de Janeiro invitados por Vini Jr. ¿Qué vieron en Río? “El Cristo”.

—¿Solo vieron el Cristo?

—Sí, no salimos mucho.

Bajo (Toulouse, 27 años) viste una sudadera holgada, unos vaqueros patchwork y lleva unas blanquérrimas jordan recién compradas por internet. Toma un refresco en una terraza junto al estadio Santiago Bernabéu, a veces recto en la silla, otras recostado. Es sobrio, más bien parco, pero no descortés, sonríe pero no se carcajea. Tiene un aire a Eminem. Incluso en esa mirada reservada de la gloria del hip hop. El pelo se lo cortó hace un par de días, “estilo faded”, dice, el degradado de moda.

—¿Se lo hizo el hermano de Camavinga?

—Siempre.

Sebastiaõ Camavinga es el hermano mayor de Camavinga. Bajo lo conoció de casualidad. En el verano de 2020, cuando Eduardo llegó a Madrid con su familia, Sebastiaõ puso en Instagram unas fotos de unas sneakers suyas. Jordan le escribió y le recomendó una tienda de Madrid en la que había trabajado hace poco, en sus primeros momentos de emigrante en la capital española. “Le dije que le podían conseguir modelos exclusivos”. Hicieron amistad. Unos meses después, Sebastiaõ le dijo que andaba buscando trabajo de peluquero. Jordan le ayudó a conseguirlo.

Vinicius, Rodrygo y Camavinga, fotografiados por Bajo de vacaciones en Río de Janeiro en 2023 Jordan Bajo
Camavinga celebra el pase a la final de la Champions tras ganarle al Bayern.Jordan Bajo

Los Camavinga son una familia de supervivientes. Expulsados por la guerra de su país de origen, el Congo, llegaron al campo de refugiados en Angola en el que nacieron Sebastiaõ y Eduardo. Emigraron a Francia, pasaron por el vía crucis de los emigrantes sin recursos, la pobreza, la lucha por los documentos, hasta se les quemó la casa. De ahí vienen y de ahí que Sebastiaõ se emplease en una peluquería aunque su hermano se acabase de volver millonario. Vivía con él, pero cada día iba en bus para hacer su jornada de ocho horas en una peluquería del centro de Madrid. Hace un año montó la suya propia, por donde pasan las cabezas de los cracks amiguetes de su hermano; y también la de su amigo Jordan Bajo, a quien Sebastiaõ devolvió el detalle de encontrarle curro proponiéndole ir a hacerle una sesión de fotos de ropa a su hermano.

“Estaba en un bar con unos amigos que habían venido de Francia a celebrar mi cumple y de repente me llega el mensaje, que es para ya mismo, y le digo a mis amigos: ‘Que me dicen que si le voy a hacer unas fotos a Camavinga’. Y ellos, ‘pues vete’, y yo, ‘no, pero estáis aquí para verme’, y ellos ‘¡pero, cabrón, vete ya, que es una oportunidad!’, y yo ‘vale, voy rápido y vuelvo’, y fui, hice las fotos y volví con mis amigos”.

Retratado por Bajo en Saint-Tropez, Bellingham pilota un helicóptero en un viaje de ocio junto a Camavinga y Tchouameni el verano pasado.Jordan Bajo
Benzema, con su Balón de Oro en 2022. Jordan Bajo le tomó esta y otras fotos en la última época del delantero en el Madrid.Jordan Bajo

La figura de fotógrafo personal de futbolista, de generador de contenido visual, es todavía poco habitual. Bajo explica que es difícil hacerse con un lugar así en el mundo de una estrella del fútbol porque son entornos cerradísimos. “Para entrar tienes que ser una persona muy discreta. Si yo fuera alguien que anda contando todo lo que hace en las redes, estoy seguro de que no podría haber sido fotógrafo de ningún jugador. Porque tú estás con él en su vida privada y no debes subir nada. Creo que mi carácter ayuda. De niño ya era muy discreto. Soy sociable, pero no con todo el mundo. Me gusta analizar, mirar lo que pasa a mi alrededor. Ellos saben que soy de confianza”, dice Jordan, que trabajó unos meses para Fede Valverde y ha empezado a colaborar con Brahim.

—¿Cómo lleva lo de vivir en un mundo de tanto dinero?

—Tengo muy claro que no es mi mundo. Yo acompaño a Camavinga y a sus amigos y hago la vida que hacen ellos, que es una vida top, pero siempre tengo en mente que si yo estoy allí acompañándolos es porque estoy haciendo un trabajo. Creerme igual que ellos y querer elevar mi forma de vivir podría ser muy perjudicial para mí.

Con Camavinga, un futbolista con estilo, carisma e intuición para la cultura virtual, seguido en Instagram por 12 millones de personas, Jordan Bajo le ha llegado la oportunidad de su vida después de varios trabajos de muchacho europeo normal y corriente, es decir, precario y, generalmente, abocado a años y años de empleos más o menos desalentadores. En Francia se ganó los cuartos en correos, en mudanzas, en un supermercado; en Madrid, algo mejor, en una tienda de sneakers. Y de repente, gracias a su carácter tenaz y a una combinación de fortuna y olfato de buen delantero, se metió en el universo de un fenómeno del fútbol. Lejos de acomodarse, piensa en el futuro y dice que le gustaría montar un estudio de creación de contenido y crear una marca de ropa sostenible, llevando a la moda su formación en diseño gráfico (académica) y en fotografía (autodidacta). “Me gustan los cruces entre distintos tipos de diseño. Mi inspiración es Virgil Abloh, que era arquitecto y se hizo diseñador de moda”.

Jordan es hijo de José Bajo y María Moya, nacidos en el sur de Francia de familias leonesas y valencianas que se fueron de España en los años de la posguerra. Dice que sus abuelos nunca le hablaron demasiado de aquello, pero sí del Real Madrid. “Eran madridistas. Esa es una de mis herencias”, recuerda. También heredó la ética del trabajo y el espíritu vivo. En la raíz de su periplo, aunque no sea de modo inmediato, están, al fin y al cabo, las mismas causas que en el de su cliente Eduardo Camavinga: guerra y emigración. Por eso, esta es una historia moderna, de jóvenes y deporte y moda y redes sociales y dinero, pero, en el fondo, también es la historia más vieja del ­mundo: la lucha por prosperar.

Más información

Archivado En