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La postura del nazi, así son los lazos entre el yoga contemporáneo y la extrema derecha

El escritor, cineasta y activista Stewart Home, una de las figuras más destacadas de la contracultura británica, lo explica en su último libro: ‘Fascist Yoga’

Stewart Home (Londres, 63 años) es un mito de la contracultura británica: director, escritor, dramaturgo y activista, célebre por sus novelas pulp que reflejaban el Londres de los años setenta, poblados por hooligans, skinheads y buscavidas y por su condición de tipo que habla sin ambages de cualquier asunto que considere digno de ser destripado. Su último trabajo es un libro cuyo títul...

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Stewart Home (Londres, 63 años) es un mito de la contracultura británica: director, escritor, dramaturgo y activista, célebre por sus novelas pulp que reflejaban el Londres de los años setenta, poblados por hooligans, skinheads y buscavidas y por su condición de tipo que habla sin ambages de cualquier asunto que considere digno de ser destripado. Su último trabajo es un libro cuyo título no da lugar a equívocos: Fascist Yoga (Editorial Pluto). “Originalmente, el libro se llamaba ‘Yoguis fascistas y fraudes de la new age: Cultura física con un toque de faquir’. Sin embargo, el consenso entre el equipo de ventas y edición de Pluto era que necesitábamos las palabras “fascista” y “yoga” en el título principal para asegurarnos de que los lectores potenciales entendieran de qué trataba el libro”, cuenta Home, cuya obra más celebrada tal vez sea Tainted Love (Colectivo Bruxista), en la que narra el Londres de los años sesenta a partir de los diarios que dejó su madre, prostituta y drogadicta.

En Fascist Yoga, el autor se dedica a repasar los orígenes de la implantación del yoga en Occidente hasta nuestros días. Lo hace con la mirada del escéptico al que le han contado demasiadas veces el mismo cuento. “El yoga moderno occidental es gimnasia europea del siglo XIX con un toque de polvo de hadas orientalista. Tiene unos 120 años y es muy diferente del yoga meditativo practicado en la antigua India, aunque a algunas personas les gusta confundir ambos. No soy solo yo quien sostiene que el yoga moderno tiene sus raíces en la gimnasia europea; existe un discurso académico y un buen número de libros y artículos sobre el tema”, apunta el autor. “Yo ya conocía algo sobre ideologías fascistas y contraculturas fascistas, así que no me pareció raro. Sabía de fascistas interesados en el tarot y otras formas de espiritualidad y religión, desde el paganismo hasta formas dominantes del cristianismo, incluidas las iglesias católica y ortodoxa, y en particular sus ramas más tradicionalistas. Así, hice algunas investigaciones y me sorprendió descubrir que no solo había más yoguis fascistas y supremacistas blancos, sino que algunos de ellos habían desempeñado un papel clave en la difusión del yoga moderno en la primera mitad del siglo XX”. Stewart Home atendió su primera clase de yoga en 2009 y ya entonces notó que algo no iba bien: “Me horrorizó la monitora hablando de chakras y otras estupideces new age mientras daba la clase”, recuerda.

En el libro, Home se mete en los recovecos que forman la historia del yoga: desde la curiosa reinvención del movimiento a principios del siglo XX en California, pasando por los nazis y llegando a los voceros de la alt-right estadounidense en una línea recta que lleva hasta Robert F. Kennedy, hijo, actual secretario de Salud en el Gobierno de Trump, y su corte de antivacunas que en nombre del bienestar están desmantelando el sistema de salud estadounidense. En Fascist Yoga uno puede darse de bruces con personajes tan delirantes como el de la francesa Maximiani Julia Portas, más conocida como Savitri Devi, quien creía que Hitler era una encarnación de un dios hindú y mezclaba paganismo, ecología y ocultismo, o descubrir los fantasmas que surgieron del cruce entre la mitología occidental y el nacionalismo hindú en la India de Modi en una espiral que lleva al lector a preguntarse cómo demonios algo tan aparentemente inocuo como la práctica del yoga ha servido de caldo de cultivo a algunas de las ideologías más extremas.

Obviamente, el libro ha molestado a muchos, divertido a otros tantos e ilustrado a unos cuantos más. “Algunas personas aficionadas al yoga se han enfadado muchísimo y escriben o hablan del libro como si el título fuera El yoga es fascista en lugar de Yoga fascista, con un subtítulo adicional que aclara que también hay otras corrientes en el yoga. Desde luego, no estoy diciendo que todo el yoga sea fascista ni que todos los yoguis lo sean, pero hay aficionados al yoga que quie­ren fingir que eso es lo que estoy diciendo, para poder descartarme y así proteger su subcultura de cualquier aproximación crítica. De hecho, creo que la desinformación alrededor de los temas de salud está saturada de ocultismo. Y eso es más problemático que el vínculo entre la práctica postural moderna y la extrema derecha”, concluye Home.

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