La moda se enamora de los chicos buenos

Los nuevos chicos favoritos de la moda de lujo son tan sensibles y emocionales que hasta se ha inventado para ellos un apelativo de género femenino con el que resaltar sus cualidades favorables: ‘babygirls’.

Jeremy Allen White, protagonista de la serie The Bear.MEGA (Getty Images)

Los llaman babygirls, pero son señores crecidos, con pelos donde hay que tenerlos. El término, uno de esos hallazgos lingüísticos de los nativos digitales de última generación, lleva coleando en las redes sociales —dónde si no— desde hace un año, aplicado de manera invariable a un cierto tipo de masculinidad, esa que explotan como un filón el cine y, sobre todo, la televisión de nuestros días: melancólica, taciturna, ingenu...

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Los llaman babygirls, pero son señores crecidos, con pelos donde hay que tenerlos. El término, uno de esos hallazgos lingüísticos de los nativos digitales de última generación, lleva coleando en las redes sociales —dónde si no— desde hace un año, aplicado de manera invariable a un cierto tipo de masculinidad, esa que explotan como un filón el cine y, sobre todo, la televisión de nuestros días: melancólica, taciturna, ingenua, esquiva, a veces hosca, oscura tirando a torturada, vulnerable. Hay quien añade, incluso, sumisa. Lo curioso del caso es que la expresión, aun susceptible de meme, se celebra como un hito entre los lingüistas que observan la evolución del lenguaje en internet: he aquí una manifestación de la feminidad utilizada para referirse al hombre sin carga peyorativa o despectiva. “A veces, una nenita es un tipo de 44 años”, tuiteaba en marzo de 2023 una usuaria del viejo Twitter. E ilustraba el comentario con un par de imágenes del actor Oscar Isaac cándidamente ruborizado.

“El sexismo y la misoginia son los motivos por los que, casi siempre, los hombres heteronormativos se ofenden si se los apela con un nombre femenino. Sin embargo, lo que tendría una valencia negativa atribuido a las mujeres, en este caso adquiere un valor positivo, como si al llamarlo babygirl se estuvieran resaltando cualidades favorables en un hombre”, explicaba la lingüista Sylvia Sierra, profesora adjunta de Comunicación y Estudios Retóricos de la Universidad de Siracusa (Nueva York), interrogada por NBC News a propósito de un fenómeno cuya viralidad es, sorpresa, de autoría femenina. Según revela el portal Know Your Meme, suerte de enciclopedia británica de la cultura online, fueron las usuarias de plataformas como el foro de escritura creativa Wattpad y el espacio de microblogging Tumblr quienes habrían acuñado el calificativo para ponderar las personalidades de los protagonistas de sus fanfictions, relatos en los que dan continuidad a sus personajes favoritos, sean literarios, cinematográficos o catódicos, ya en 2017. De ahí a extenderse al vocabulario digital, un paso, alentado por la conquista del lenguaje inclusivo, neutro respecto al género.

El actor Manu Ríos, en el entourage lo mismo de Pedro Almodóvar que de Jacquemus, es el exponente español de los llamados babygirls. Stephane Cardinale (Corbis / Get
Daniel Craig, de encarnar a James Bond a ser imagen de la firma Loewe. David Sims (Loewe)

Apenas audible offline, como suele ocurrir con la jerga de ordenador y dispositivos móviles, el término sigue con todo circunscrito a la conversación digital para designar a esos tipos de atractivo tan primario que suscitan en ellas un sentimiento de protección, “como si necesitaran ser cuidados, mimados, achuchados”, según recoge la entrada babygirl en la última edición del Diccionario cachondo elaborado por la multiplataforma Mashable. En principio atribuida a personajes de ficción como el lastimero Kendall Roy de la serie Succession, la expresión no ha tardado en alcanzar a los actores que encarnan a estos individuos de masculinidad desconcertante, frágil, si se quiere. Véase a Pedro Pascal (49 años), babygirl seminal no solo por su papel como el taciturno y sufrido Joel de la exitosa The Last of Us, sino también por la desafectación de sus comparecencias públicas y la fluidez que gasta en la vida real.

Imagen del perfume Solo, en 2020, Pascal fue el acierto de Loewe para encarnar a ese hombre sin prejuicios, no solo para vestir, que defiende en sus colecciones masculinas desde que Jonathan Anderson ejerce de director creativo, cargo al que accedió en 2014. Alternativa a la fría androginia efébica que propaga Hedi Slimane allí por donde pasa y la fluidez redicha, artificiosa, travestida, que campa desde hace una década entre no pocos de sus homólogos, la masculinidad propuesta por el diseñador norirlandés es juguetona, deliberadamente naif, poética. Un traje / segunda piel que ni cortado a medida de las hechuras del hombre que mayores simpatías emocionales despierta ahora mismo. “A todo el mundo le gusta estar en su compañía. En especial, a las mujeres del equipo, que fantaseaban melancólicas con emparejarse con alguien así. ¿Nos imaginas en la playa, con dos [perros] labradores?”, constataba el productor Carlo Cresto-Dina durante el estreno de La quimera, a propósito de las pasiones despertadas por su protagonista, Josh O’Connor. El desgarbado sex-appeal del actor británico (34 años), con su altura de junco, extremidades lánguidas, rizos oscuros caóticos, ojos tristones y orejas de soplillo —fue el joven casadero Carlos de Inglaterra en The Crown—, mezclado con las tortuosas personalidades de muchos de los personajes que le ha tocado interpretar, lo sitúa a la cabeza del actual pelotón babygirl que desafía los convencionalismos de género. “Parece que el tema que guía mi carrera es el de los hombres que bregan con su masculinidad”, reconocía el propio O’Connor el pasado agosto. Ni que decir tiene que Loewe ya lo tiene fichado como embajador.

El francoestadounidense Timothée Chalamet, que saltó a la fama con Call Me by Your Name en 2017.Marilla Sicilia (Mondadori Portf
El australiano de ascendencia vasca Jacob Elordi se ha convertido en nuevo chico Bottega Veneta. SGP (Sipa USA / Cordon Press)

Para el caso, la enseña más jaleada del grupo LVMH está consiguiendo llevar a su redil incluso a tipos de los que, en principio, nadie se atrevería a decir jamás que lucen nenitas. Pero ahí está Daniel Craig, imagen de la actual campaña otoño-invierno que ni salido del club de los poetas torturados de Taylor Swift. Al arquetípico James Bond, fornido y compacto, le favorecen, por otro lado, sus más recientes elecciones profesionales, perfectas para sacudirse cualquier encasillado: en la popular franquicia Puñales por la espalda encarna a un detective de amaneramiento dandi, mientras que en Queer, presentada en el pasado festival de Venecia, entra de lleno al trapo gay de la mano de William S. Burroughs versión Luca Guadagnino. El cineasta italiano, por cierto, tiene igualmente bastante que ver con la adopción de Timothée Chalamet (véase Call Me by Your Name) para una causa que encuentra en el estadounidense Mike Faist (Rivales), también chico Loewe, su reclamo más reciente. Jeremy Allen White, achuchable desde sus días como el tan atribulado como bonachón Lip Gallagher de la serie Shameless y servido en bandeja de plata por The Bear; Tom Holland, ese tierno Spider-Man respaldado por Prada (y Zendaya); Paul Mescal, experto en explorar la angustia vital y banderín de enganche de Dior Men; Manu Ríos, en el entourage lo mismo de Almodóvar que de Jacquemus, o Jacob Elordi, bigardo de oscura mirada ternesca que por fin ha alcanzado una campaña de Bottega Veneta, redondean esta última vuelta de tuerca a las masculinidades disidentes. Nótese, en cualquier caso, que todos sus exponentes son más blancos que los polvos de taco. A ver si en el desafío de género babygirl va a haber un poco de racismo, por lo que sea…

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