Trueno: “Los policías argentinos son más delincuentes que los propios delincuentes”

A sus 22 años, este bonaerense del barrio de La Boca ejemplifica el cruce de caminos de la ambición musical y la vocación reivindicativa en lo social. Figura del ‘freestyle’ y una de las voces clave de la escena urbana latinoamericana, el músico recorre la historia del hip hop en su nuevo disco

Mateo Palacios Corazzina, 'Trueno', una de las voces clave de la música urbana de Latinoamérica, fotografiado en Madrid.Daniel de Jorge

Es hora punta en el comedor del diario EL PAÍS cuando Mateo Palacios Corazzina, conocido por el nombre artístico de Trueno (Buenos Aires, 22 años), decide ponerse a la cola. Una veintena de trabajadores esperan delante de él y de su equipo, formado por cuatro chavales de su quinta y Pedro Peligro, activista argentino de hip hop y padre del cantante. A todos les tocará esperar un buen rato, pero Trueno toma la decisión: rechaza irse a un restaurante. “Está bien acá. Menú del día y comemos con los trabajadores”, dice despreocupado, sin ninguna gravedad. Sentados en el centro de una de las...

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Es hora punta en el comedor del diario EL PAÍS cuando Mateo Palacios Corazzina, conocido por el nombre artístico de Trueno (Buenos Aires, 22 años), decide ponerse a la cola. Una veintena de trabajadores esperan delante de él y de su equipo, formado por cuatro chavales de su quinta y Pedro Peligro, activista argentino de hip hop y padre del cantante. A todos les tocará esperar un buen rato, pero Trueno toma la decisión: rechaza irse a un restaurante. “Está bien acá. Menú del día y comemos con los trabajadores”, dice despreocupado, sin ninguna gravedad. Sentados en el centro de una de las mesas largas, el rapero pasa inadvertido en mitad del bullicio, aunque él, su padre y un par de sus compinches sean los únicos ataviados con gorras en mitad de la sala. Entre los currantes del periódico se distingue más al chico nacido y criado en el barrio de La Boca, casa histórica de los inmigrantes que llegaban a Buenos Aires y cuna del fútbol bonaerense, que a la estrella del rap argentino, uno de los últimos talentos de la música latina que en el último lustro se ha erigido como una de las voces más poderosas de la música urbana, tanto por sus colaboraciones con Bizarrap, J Balvin, Duki, Nicky Jam o Emilia como por sus letras, que conectan con el sentir de la calle argentina.

En mayo Trueno publicó nuevo disco: El último baile, un álbum que retrasó durante varios meses y en el que ofrece un perfil de un músico con un cambio de look donde destacan las trenzas de su pelo. La obra recorre la historia del hip hop mientras es capaz de fusionar géneros con el fin de sonar actual y distinto. “Estoy a favor de entender las músicas. No soy un rapero combatiente solamente, también hago canciones de reguetón, de bailar, que no combaten nada y hablan de amor. También me parecen importantes”, confiesa en una entrevista en la redacción del diario, donde también se lleva a cabo la sesión de fotos. El último baile es la constatación de un joven artista en evolución, pero que en ningún momento abandona su condición de chaval de la calle. Tal y como canta en los primeros compases del nuevo álbum: “Tengo mi propio acento, el espíritu del barrio es el poder del emprendimiento… Desde el barrio de La Boca para el mundo entero: Trueno”.

Mateo Palacios Corazzina, 'Trueno', en Madrid.Daniel de Jorge

No se puede entender a este músico sin entender su arraigo con La Boca. “Es mi lugar en el mundo”, asegura este producto 100% genuino de un barrio único de Buenos Aires, formado por inmigrantes y trabajadores que se aliaron en numerosas instituciones de apoyo comunitario durante los siglos XIX y XX. “Aprendí todo de este barrio. Tiene mucha historia y mucha cultura. Se dice La Boca porque es el barrio de la boca del Riachuelo por donde llegaban todos los barcos de fuera, los inmigrantes. De ahí también los colores del barrio y del equipo de fútbol, Boca Juniors. Porque dicen que el primer barco que llegó fue de Suecia y cogieron sus colores”, explica. Las alianzas comunitarias dieron como resultado la edición de diarios y la fundación de clubes culturales y deportivos. El más famoso es Boca Juniors, la entidad futbolística que se entiende como una religión pagana en la calle, hogar de Diego Armando Maradona. “Boca Juniors es la aspiración de todos los chicos del barrio. Estamos muy conectados con el club, con los colores. Como tantos pibes, yo soñé con ser Riquelme”, cuenta Trueno, quien años atrás pudo conocer a su ídolo y entablar con él una amistad. “Cada país debe tener un equipo que es más del pueblo, y este es Boca Juniors. Cumple la esperanza del equipo del barrio”.

Trueno es un músico del pueblo, resultado de La Boca. Al igual que el barrio desarrolló durante décadas una sensibilidad especial para el arte, convirtiéndose en caldo de cantores, tangueros, poetas y pintores, la familia del rapero también desarrolló un nervio con la música. “La música me llegó por varios ángulos de mi familia”, cuenta. “Mi padre era MC de hip hop. Mi madre era profesora de canto y daba clases. Y mis abuelos eran todos músicos. Mi árbol genealógico está inundado de música y arte. Fui nutriéndome de todos. No tengo ninguna fecha especial en la que me adentré en la música. Siempre ha estado en mi vida”. Quizá una fecha señalada fue cuando en 2015 participó por primera vez en un torneo nacional de freestyle celebrado en Buenos Aires. Tenía 13 años. Quedó eliminado. “No dijo una sola palabra en todo el viaje de vuelta”, cuenta su padre, su máximo mentor. Pedro Peligro, más conocido como MC Peligro, fue miembro del grupo Diferentes Actitudes Juveniles y es actual líder del colectivo artístico Sur Capital Clika. Él le enseñó a rapear. “A mi papá y DJ Kool Herc les debo todo”, confiesa Trueno, quien rememora sus inicios en el rap: “Cuando vi la película de Eminem y vi las cosas que se decían, me llamó mucho la atención y empecé a jugar con mi padre. Las batallas de freestyle fueron el primer gancho”. Al año siguiente de aquella derrota que sumió al chaval en el silencio, el rapero adolescente regresó al torneo y lo ganó. “Para batallar en la improvisación, hay que tener ganas y querer divertirte. Luego, llega la etapa de la disciplina”, dice. Con 14 años, el chico no dejó de participar en batallas de gallo con las que forjó un auténtico espíritu callejero. “Hoy en día, con un celular puedes entrenar para tus batallas, pero mi método era, sobre todo, batallar con mi padre y jugar con él”.

'Trueno', sentado y con su equipo detrás en el patio de EL PAÍS.Daniel de Jorge

Trueno despuntó muy rápido. Ganó varios torneos de freestyle y se consagró como el gran rapeador de su generación a medida que fue sacando canciones que fueron muy bien acogidas en redes sociales y haciéndose un nombre en el circuito internacional de batallas de gallo. El gran salto llegó en 2019: Bizarrap se fijó en él. La sesión BZRP Freestyle Sessions #6 fue un exitazo: récord del vídeo de freestyle más visto en YouTube, con cientos de millones de visualizaciones. Su nombre se sumó al del propio Bizarrap, el productor que revolucionó la música urbana global, pero también al de Duki, Wos, Tiago PZK, Nathy Peluso, Khea y otro buen puñado de jóvenes argentinos que cambiaron el paso en el país que siempre, aparte de tango, exportó rock and roll. “La música argentina no estaba tan establecida desde la época del rock and roll con Charly García, Fito Páez o Andrés Calamaro. Es importante transmitir nuestra etapa de consolidación. Ellos fueron las caras de una época. Ahora, ese puesto lo ocupamos nosotros”, explica Trueno. “Hubo gente que lo supo entender, pero otra lo interpretó de una manera confrontativa. La idea es seguir construyendo camino y no enfrentarse a nadie. No queremos apropiarnos de ningún género. Tan solo queremos representar a la voz del pueblo como hicieron ellos”. Y añade: “Calamaro me ha dado la razón diciendo que somos el nuevo rock and roll”.

En 2022, Trueno dio motivos para convertirse en un representante de la voz del pueblo. Su disco Bien o mal sonaba como un puñetazo en el estómago al sistema político social argentino, la voz de un chaval de barrio que se encontraba harto de lo que veía. “Hay algo muy difícil de combatir, que es el sistema. El pan está repartido de una forma desigual. En el arte, la cultura, el cambio empieza con uno mismo. Y nuestro cambio es decir lo que pensamos y compartirlo con nuestra gente”, afirma. “Pagar la comida o el piso son preocupaciones actuales de la gente. La pobreza está en todos los barrios de Argentina. Villas es un barrio pobre de Buenos Aires, es como una favela donde no hay territorios declarados jurídicamente. Los mensajes que pongo en mis canciones son temas que vivo. Hay siempre una sensación de injusticia”. La injusticia también señalaba con el dedo en sus canciones a la policía, como en Fuck El Police. “No solamente quería hablar de la corrupción policial, el abuso de poder y del gatillo fácil, sino también quería poder tocar un tema mucho más sensible que pasó en casi todos los países del mundo: la dictadura. En Argentina fue algo que realmente dañó a muchísimas familias y al país”. ¿Miedo a represalias? “Nunca me afectó tener un conflicto legal, en parte porque nunca hice nada malo y sé que tengo una conducta tranquila. Pero yo canto y pienso sin escrúpulos. Noto muy cerca lo que pasa con la policía. Lo veo en mi barrio por mis amigos y por la gente. Donde a mí me tocó vivir sé que los policías son más delincuentes que los propios delincuentes. Lo que siento es que tengo que decir lo que se oculta por debajo de la alfombra. Porque la policía, el Estado…, todo termina en las mismas cuatro personas que controlan la vida de los demás. Mi concepto de la vida no pasa por esas personas y no tengo miedo a las consecuencias. La palabra es una herramienta”.

Trueno, retratado en la escalera de incendios de EL PAÍS. El músico bonaerense visitó el diario, donde tuvo lugar la entrevista y la sesión de fotos y donde almorzó en la cantina.Daniel de Jorge

Sin embargo, cuando se le pregunta por la política populista y derechista del actual presidente argentino, Javier Milei, Trueno dice que él nunca habla de personajes políticos y afirma que a él lo que más le preocupa es defender la calle: “Obviamente que me preocupa cualquier tipo de situación crítica en el país, social, económica, gubernamental… Yo, por ejemplo, sigo viviendo en Argentina y no tengo pensado irme del país, pase lo que pase, porque eso también es defender la patria. Estamos muy al día de lo que pasa con los problemas. Lamentablemente, vivimos en un continente con mucho conflicto por estas situaciones del Gobierno y esperamos que, en algún momento, podamos estar mejor de lo que estamos”. Y el chico de La Boca, el rapero que se sienta con el menú del día en el comedor, hace un llamamiento: “Elegí ponerme en el lado de la conciencia de Latino­américa. Para mí es una casa y una familia. Hay muchas cosas que dividen un montón, como la política. La música es contraria a eso: nos une y es irrompible. Las conexiones que hace la música pueden ser piolas. Yo aprendo de otros lugares con la música. Intento reivindicar la cultura nativa y llamar la atención de que hay demasiado egoísmo en la política. En Argentina, como en Latinoamérica, hay como un método establecido de que el pobre sea muy pobre y el rico muy rico”.

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