Cómo restarle 100 años a una casa
Esta vivienda a las afueras de Barcelona es una casa y tres. Centenaria, en ella conviven los techos altos iniciales, las vigas de hormigón de una ampliación y los espacios diáfanos y el patio recuperado de la última intervención a cargo del estudio AcabadoMate.
Alessandra Faraone y Valeria Merola, las arquitectas del estudio AcabadoMate, han sido las terceras en llegar. Esta casa, levantada en 1930 a las afueras de Barcelona, multiplicó su espacio por dos en los años sesenta, añadiendo una planta, y ahora lo ha ordenado, despejado, limpiado e iluminado. Los dueños, Marie Ferreti y Mathieu Fiorini, se dedican a la animación y al diseño gráfico. Y son antiguos clientes del estudio que ya encargaron a las arquitectas la remodelación de su oficina, en el mismo barrio de Camp de l’Arpa. Fiorini pidió vivir con su familia en un lugar alegre, amplio y con v...
Alessandra Faraone y Valeria Merola, las arquitectas del estudio AcabadoMate, han sido las terceras en llegar. Esta casa, levantada en 1930 a las afueras de Barcelona, multiplicó su espacio por dos en los años sesenta, añadiendo una planta, y ahora lo ha ordenado, despejado, limpiado e iluminado. Los dueños, Marie Ferreti y Mathieu Fiorini, se dedican a la animación y al diseño gráfico. Y son antiguos clientes del estudio que ya encargaron a las arquitectas la remodelación de su oficina, en el mismo barrio de Camp de l’Arpa. Fiorini pidió vivir con su familia en un lugar alegre, amplio y con vistas. Y las diseñadoras supieron construir esa ligereza con ventanales —que abren el salón al patio o iluminan desde la escalera—, orden y limpieza —ampliando el patio y estirando el pavimento de hormigón del interior al exterior—.
Los arquitectos ubicaron casi todos los dormitorios y los dos baños arriba para convertir la planta baja abierta en el lugar amplio de convivencia para comidas, reuniones y ocio. El resto es la compañía del ficus y la sombra del limonero, la buganvilla y las persianas enrollables; la comodidad doméstica de pisar roble macizo, las huellas de vidas anteriores en las vigas de madera y las bovedillas cerámicas, la presencia de las plantas trepadoras y las vistas: un oasis inesperado en este rincón denso de la ciudad.