DÚOS

‘Bufón de voz’, un podcast para sanar nuestras neuras

Las donostiarras Ana Villar y María Arizmendi mezclan terapia, confesión y diversión para tratar temas como la psiconutrición, las frustraciones, los ‘bots’, la educación escolar o la maldad intrínseca de algunos refranes

Las donostiarras Ana Villar (derecha) y María Arizmendi, creadoras del podcast 'Bufón de voz'.Alex Iturralde

Hay gente ilusionante que sigue creyendo que algo puede ser a la vez desternillante y grave. Que puede divertir y también hacer pensar. Que se puede ayudar con una mezcla de humor y compromiso, que se pueden desescombrar con risas y lágrimas las neuras del personal. Las donostiarras Ana Villar y María Arizmendi, Haneke y Tukson en sus nombres artísticos, 30 ya no tan tiernos añitos cada una, llevan cerca de un año empeñadas en tal misión delante del micrófono y de la cámara de vídeo. ...

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Hay gente ilusionante que sigue creyendo que algo puede ser a la vez desternillante y grave. Que puede divertir y también hacer pensar. Que se puede ayudar con una mezcla de humor y compromiso, que se pueden desescombrar con risas y lágrimas las neuras del personal. Las donostiarras Ana Villar y María Arizmendi, Haneke y Tukson en sus nombres artísticos, 30 ya no tan tiernos añitos cada una, llevan cerca de un año empeñadas en tal misión delante del micrófono y de la cámara de vídeo. Bufón de voz es un podcast plagado de ternura y mala hostia casi a partes iguales que puede consumirse sin moderación en iVoox, YouTube y Spotify y que gana adeptos a velocidad de crucero en esta su segunda temporada, tras 15 episodios emitidos.

Bajo lemas como “Somos lo que podemos”, “No queremos dar lecciones a nadie” o “No sabemos de qué sabemos, aunque vamos de que sabemos”, Villar (licenciada en Comunicación) y Arizmendi (licenciada en Psicología) apelan a la confusión y el despiste generalizado de nuestras atribuladas sociedades de hoy. Con un estilo personal e intransferible: mezclar un tono asertivo y categórico en la forma con una irremediable vocación de duda metódica en el fondo. Porque de algo están convencidas: “Nuestra generación ha recibido verdades demasiado absolutas y rígidas, y estamos un poco empachadas”.

Tocan temas que van desde la salud mental hasta los bots y desde la dictadura de los cuerpos normativos hasta la conducta alimentaria, pasando por la educación escolar, los objetivos reales e imaginarios de lo que uno quiere ser en la vida, la búsqueda del equilibrio psicológico y hasta un crudo repaso a los 10 mandamientos. Como si dijéramos, un consultorio terapéutico para almas perdidas…, empezando por las suyas. Un consultorio en el que no faltan las lágrimas de las locutoras, que lo mismo hablan de la pérdida del padre que de lo mal que se sienten cuando llega el tiempo de playa y hay que exhibir lorza, o de la toxicidad de refranes como “querer es poder” (al que dedicaron recientemente un programa salvaje y profundo).

Las creadoras del podcast 'Bufón de voz', durante la grabación de un episodio en San Sebastián.Alex Iturralde

Ayudadas por un amigo productor musical, otro psicólogo especialista en salud mental, otro fotógrafo y otro diseñador gráfico, y tras quedarse las dos en paro en marzo del año pasado, se metieron al jaleo. Primero grabaron en un sofá en el sótano de una tienda de decoración de San Sebastián. Hoy lo hacen en un coqueto estudio del centro cultural Tabakalera, gozando al fin de lo que podría llamarse “algo parecido a medios adecuados”. ¿Un pod­cast terapéutico? Sería mucho decir, pero algo hay: “Para mí en lo personal ha sido poner en palabras todo lo que me encantaba desde pequeña: hablar, grabar vídeos, contar historias, hablar de mí y de cosas que creo que pueden ayudar al resto o de cosas que creo que pueden transmitir mensajes interesantes dentro de toda la mierda que hay ahora, y todo con ese toque de humor que a las dos nos ha salvado siempre”, explica María Arizmendi. Todo puede resumirse, quizá, así: Bufón de voz reúne los anhelos, tareas y compensaciones del puesto de trabajo ideal que a las dos les gustaría ocupar… y que seguramente no existe. Pero soñar es libre.

Trabajaban juntas en un gabinete de psiconutrición. Esa fue su escuela de vida, a veces con caricias, a veces a tortazos, como recuerda Ana Villar: “Teníamos conversaciones de 40 minutos con personas a las que creo que ayudábamos, pero encima les hacíamos reír, algunas se quedaban marcadas y luego cuando volvían a llamar pues pedían hablar directamente con alguna de nosotras. Así que a la empresa le hacíamos vender muy bien el producto con esa forma de ser nuestra. Podíamos haber sido robots, pero no lo fuimos. Esa parte de ser bufón nos ha venido bien y nos ha salvado…, pero la verdad es que otras veces nos hemos reído por no llorar”. La parte de bufón queda clara. No hay más que verlas, travestidas en ertzainas piscineras, en el surrealista retrato que les hizo su amigo el fotógrafo Andoni Beristain...

Arizmendi (izquierda) y Villar, pasadas por agua y disfrazadas de 'ertzainas' en una promoción de 'Bufón de voz'Andoni Beristain

Uno de los mejores piropos que se les podía lanzar, se lo lanzaron. Fue una chica desconocida que, en uno de lo numerosos mensajes que reciben, les escribió: “Estáis hablando de cosas de las que ni me atrevía a hablar con mis amigas, y poniendo en palabras cosas que me pasan pero de las que ni me había dado cuenta”. “Esto te hace pensar”, reflexiona Ana Villar, “que hay gente que nos escucha y que gracias al podcast igual está más cerca de la terapia para solucionar el problema que tenga, o al menos más cerca de tomar una decisión sobre si tiene que hacer terapia o no”. Y añade su compañera de micro: “Está claro: es intentar activar algo en la gente... al final creo que lo que hacemos, aparte de ser un pasatiempo, es algo muy generoso, porque en el fondo lo que estamos haciendo es ponernos nosotras en la palestra, exponernos, para ver si la gente se identifica”.

En Bufón de voz retumban bastantes palabrotas. Suelen venir a cuento. No es ese trazo grueso utilizado como forzado recurso literario o periodístico, tan en boga. “Mis padres ya me dicen: ‘María, no digas tantas palabrotas’. Yo les contesto: ‘Aita, ama, si ya sé que he ido a un colegio católico, pero es que ni soy católica ni sé no decir palabrotas. Bueno, en ese sentido Bufón de voz es para un público trotero”. Más que trotero, punki. Demostración: ¿la frase favorita de Ana Villar? “Tengo un puto lío que flipas”. Olé.

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