Un buen comienzo de año
Sí, los miserables y los corruptos existen, pero también hay muchas personas maravillosas como muestra esta historia | Columna de Rosa Montero
Yo no me atrevería a escribirlo en una novela porque parecería una torpe exageración, algo increíble. Pero en la vida real pasan cosas tan alucinantes como que el exdiputado europeo Pier Antonio Panzeri, socio en el latrocinio de esa petarda joven y mala de la griega Eva Kaili, es el fundador de una ONG llamada Combatir la Impunidad (por favor, lean este artículo imaginando que coloco un supuesto delante de todas las acusaciones, por el aquel del principio de i...
Yo no me atrevería a escribirlo en una novela porque parecería una torpe exageración, algo increíble. Pero en la vida real pasan cosas tan alucinantes como que el exdiputado europeo Pier Antonio Panzeri, socio en el latrocinio de esa petarda joven y mala de la griega Eva Kaili, es el fundador de una ONG llamada Combatir la Impunidad (por favor, lean este artículo imaginando que coloco un supuesto delante de todas las acusaciones, por el aquel del principio de inocencia). Que los malvados se permitan llegar a estos excesos es algo que me deja desconsolada. Como en el caso Noos, el de Urdangarin, que utilizaron una ONG para niños discapacitados como tapadera para evadir dinero. Es como si esos delincuentes se solazaran pisoteando todos los principios. No sólo transgreden unas cuantas leyes determinadas, sino que ensucian la credibilidad y la esperanza colectivas. Por eso estoy muy en contra de que el PSOE aligere la responsabilidad penal de los corruptos. Aunque también me parece fatal que el PP se haya tirado al monte antidemocrático. Qué mal comienzo de año.
Pero en este mundo chirriante y amenazador suceden otras cosas más gratas, y hay personas de las que apenas se habla, pero que son la sal de la Tierra. Déjame que te cuente una historia preciosa que viene de Perú, de ese maravilloso Perú ahora hundido por enésima vez en un torbellino de dolor y violencia (en el momento en que escribo esto ya han muerto 21 manifestantes). Es un país de 33 millones de habitantes, un tercio de los cuales viven en Lima. El resto están diseminados por una geografía en general durísima, a menudo soportando unas condiciones de vida muy precarias. Pues bien, a ese mundo estoico, sacrificado y resistente pertenecen Heber Ocaña; su mujer, Regina, y sus hijos Ghandy y Jovaldo, la llamada Familia Futura, originarios de la ciudad de Huarmey, en el departamento de Áncash. En 1999, Heber, que había estudiado Literatura en los ochenta, creó una biblioteca pública en su propia casa con los libros que tenía. Después emigró a España. Mientras trabajaba como jardinero en Torrejón de Ardoz, vio los bibliobuses madrileños y al regresar a Perú, en 2009, cogió la mototaxi que tenía su hijo y la convirtió en una bibliomoto para llevar la lectura a zonas remotas durante el fin de semana (“porque el resto del tiempo tenemos que trabajar y, además, no puedes salir todos los días por los gastos de gasolina”, dijo en un periódico). Los libros eran gratis; venían de la biblioteca de Guadalajara (Castilla-La Mancha), de la Biblioteca Nacional (Perú), de donaciones de editoriales y amigos. El plan se centraba en fomentar la lectura entre los niños. Cuando renovaban la selección de libros, regalaban los viejos volúmenes a los usuarios.
La familia en pleno ha estado gestionando este proyecto, el Proyecto Futura, durante años, con su único esfuerzo y sin ayudas oficiales. Entre otros reconocimientos, en Perú obtuvieron en 2015 el Premio Nacional al Voluntariado. En 2016 el Gobierno les donó una moto de carga, más grande, que era casi una biblioteca rodante: la familia instaló una estantería capaz de transportar 870 volúmenes, más 10 mesitas y 20 sillas de plástico para que los chavales se pudieran sentar a leer. Además, crearon un centro de investigación, documentación e información en la provincia de Huarmey y abrieron una emisora de radio.
En 2017 Heber y su familia regresaron a España y desde entonces viven y trabajan en Zaragoza (qué riqueza para nuestra sociedad contar con gente así). El proyecto siguió en marcha gestionado por tres voluntarias, pero la pandemia paralizó todo. Ahora la familia quiere relanzarlo. Para ello van cada domingo al rastro de Zaragoza a recoger los libros que se tiran a la basura al acabar la feria. Ya han reunido 57 cajas, unos 3.200 volúmenes; los tienen depositados en la biblioteca de la Fundación CAI, que les echa una mano. Sí, los miserables y los corruptos existen, pero también hay muchas personas maravillosas. Te aconsejo que pongas en tu buscador “Las dos etapas de la bibliomoto de Huarmey” para abrir un vídeo de menos de dos minutos, con la trepidante música del Equipo A como banda sonora, que no se puede ver sin que se te dibuje una sonrisa en los labios. Esa sí que es una buena manera de comenzar el año.