El pop independiente inglés busca su lugar en el mundo
El cuarteto británico Yard Act es una de las sensaciones de la música alternativa de aquel país. Hasta hace poco eso era relevante en casi cualquier territorio. Hoy, con medio mundo perreando, su sonido y su idiosincrasia son casi un exotismo
Un disco de debut, The Overload (Music As Usual), que entró en el segundo puesto de las listas de éxitos del Reino Unido. Un fan con pedigrí como Elton John, quien ha grabado con ellos una nueva versión de uno de los temas de ese largo. Un cantante que ha sido extra en Peaky Blinders y que durante el rodaje tuvo un encontronazo con Cillian Murphy que terminó con el...
Un disco de debut, The Overload (Music As Usual), que entró en el segundo puesto de las listas de éxitos del Reino Unido. Un fan con pedigrí como Elton John, quien ha grabado con ellos una nueva versión de uno de los temas de ese largo. Un cantante que ha sido extra en Peaky Blinders y que durante el rodaje tuvo un encontronazo con Cillian Murphy que terminó con el músico en el suelo. Hace poco más de un lustro esto hubiese sido suficiente para que Yard Act aparecieran en el cartel de la mitad de los festivales de este país, coparan los medios independientes e incluso asomaran la cabeza en los masivos.
Pero ahora mismo ese pospunk independiente y anglosajón que les define vuelve a ser algo residual en casi todos los territorios de habla no inglesa. El mundo perrea. España aparcó la anglofilia para abandonarse al casticismo y la tradición propia. Mientras, estos cuatro treintañeros de Yorkshire y otros combos de música con guitarras de las islas (Idles, Wet Leg, Shame, Dry Cleaning) se mantienen empecinados en unos sonidos y una forma de entender este negocio que suena hoy arcaica y, sobre todo, ya no es universal. “Hay bastantes bandas que hacen cosas similares a lo nuestro y que han cosechado cierto éxito estos últimos años”, apunta vía Zoom Ryan Needham (Yorkshire, 32 años), bajista de la banda, desde su casa en Leeds. “Creo que se viene un cambio, que van a volver las guitarras, porque siempre vuelven. Al menos eso pensamos. Si te estás quieto, tarde o temprano alguna moda acabas pillando. Aunque, si te soy sincero, nosotros no estamos programados para el éxito. No sé hasta qué punto es normal que triunfemos”. James Smith (Yorkshire, 32 años), vocalista, asiente desde la otra mitad de la pantalla —está desparramado en el sofá de su casa, también en Leeds— y añade: “Cuando vimos que había opción de ser número uno, decidimos trabajar duro para lograrlo durante una semana. Llegamos al dos. Vale. Hora de volver a la normalidad”.
La normalidad, la cotidianeidad, las más abyectas miserias del ser humano y la ridiculez de sentirnos especiales son algunas de las pautas que marcan el discurso de James Smith, quien concibió The Overload como un álbum conceptual alrededor de un personaje, Graeme, que apareció ya en el primer sencillo del grupo, la autoeditada Fixer Upper, y que podríamos calificar en corto como un imbécil. Smith bebe de la tradición narrativa de Ray Davies (The Kinks), Damon Albarn (Blur) o Jarvis Cocker (Pulp), pero él vive en el Reino Unido pos-Brexit, por lo que esa mezcla de humor autolesivo y ternura tiende a escorarse hacia lo primero más que hacia lo segundo. “Estoy luchando por ser optimista. De hecho, logré que al final del disco hubiese cierta redención, cierta humanidad”, apunta con respecto a una narrativa que mezcla el estudio del carácter esencialmente inglés al estilo del clásico de la literatura de las islas, Caída y auge de Reginald Perrin (David Nobbs, 1975), con una casi enfermiza afición a ver cada noche First Dates. “Creo que en las letras hay un elemento muy inglés, incluso muy de Yorkshire, sobre todo en el humor, pero luego también hay una intención universal, de afrontar grandes problemas. Pero sin darme importancia, sabiendo que en cualquier momento me puedo cansar. No tiene sentido ser todo el rato cínico, porque con el cinismo no se logra nada. Tampoco me voy a convertir en un hippy, porque con el hippismo se consigue incluso menos”, apunta.
No solo la apuesta por un sonido hoy algo denostado y hasta desnortado es heroico en Yard Act. Hay más. El éxito les ha llegado tras más de una década peinando el circuito alternativo de Leeds. “Imagina cómo somos que mudarme a Leeds me pareció la hostia de cosmopolita”, bromea el cantante, quien no vio factible salir adelante en esto de la música hasta que conoció a Needham y juntos empezaron a componer unos temas en los que se daban cita desde Talking Heads hasta Sleaford Mods, pasando por The Fall, Gang of Four o ese hip hop del que Smith es fan “incluso antes de saber que EE UU tenía dos costas”. “Y entonces llegó la pandemia”, interviene el bajista. “Siempre habíamos tenido bandas aparte de nuestros trabajos, porque hay que pagar el alquiler. De golpe, no se podía salir a trabajar, por lo que podíamos dedicar todo el tiempo a esto. Grababa una línea de bajo, se la mandaba a James y este me devolvía cinco opciones de melodía en media hora. Como estaba en casa…”.
Hoy la banda parece a punto de llevar su sonido a nuevas cotas. “El otro día no pude ir a ensayar porque estaba solo con mi hijo”, inicia Smith de forma espontánea una charla con su bajista. “Pasamos por delante del local donde estabais tocando y sonabais casi como Rage Against The Machine. Me gusta eso”. Yard Act actuarán el 10 de septiembre en el Mad Cool Sunset, festival de un día en el que los cabezas de cartel son precisamente Rage Against The Machine.