La Tremendita: “Soy mujer, flamenca, paya y lesbiana. Miedo no tengo ninguno”

Rosario Guerrero hace honor a su nombre artístico y al título de su nuevo disco, ‘Tremenda’. Esta hija de una saga flamenca sevillana es una artista rompedora, que mezcla tradición y electrónica, que busca “salirse” del molde y “divertirse” desde la raíz.

Rosario La Tremendita, posa con su bajo en Sevilla.Laura León

Justo antes de despedirse, cumple con su promesa. Rosario Guerrero (Sevilla, 37 años), conocida artísticamente como Rosario La Tremendita, saca el móvil y busca una fotografía que había comentado en mitad de la larga charla en una cafetería cerca del Museo Reina Sofía de Madrid. “Aquí está”, dice señalando la pantalla. “Esa soy yo. ¿A que no lo parezco?”, pregunta. Ciertamente, no lo parece, pero eso no es nada comparado a que, según la imagen, se la veía mucho más mayor con 16 años que ahora, con 37. “Parecía mi madre”, afirma sin guasa. La Tremendita, pelo rapado en un lateral de la cabeza, ...

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Justo antes de despedirse, cumple con su promesa. Rosario Guerrero (Sevilla, 37 años), conocida artísticamente como Rosario La Tremendita, saca el móvil y busca una fotografía que había comentado en mitad de la larga charla en una cafetería cerca del Museo Reina Sofía de Madrid. “Aquí está”, dice señalando la pantalla. “Esa soy yo. ¿A que no lo parezco?”, pregunta. Ciertamente, no lo parece, pero eso no es nada comparado a que, según la imagen, se la veía mucho más mayor con 16 años que ahora, con 37. “Parecía mi madre”, afirma sin guasa. La Tremendita, pelo rapado en un lateral de la cabeza, melena rizada en el otro, grandes pendientes, piercings, tatuajes y raya pintada en el ojo, sonríe como si aquella chica, mucho más grandota y cubierta con mantón, fuera otra persona, pero ella sabe que no lo es. “Esta raya del entrecejo que tengo viene de esa época”, afirma, señalando ahora su frente. “Vivía enfadada. Y mi enfado era casi una enfermedad”.

Ahora, dice, no hay enfermedad. Rompió con las ataduras. “Gracias a mucho psicólogo, la verdad”, apunta. Rompió con las normas, con el purismo en el flamenco y con una vida que se esperaba de ella. “Si rompí fue porque no iba a poder seguir cantando. Necesité dejar de estar examinada. De cantar la misma letra toda mi vida. Quería divertirme, buscar un sitio más orgánico, más espontáneo y natural para mí. Necesitaba coger mi bajo eléctrico y tocarlo. Necesitaba gamberrear y no estar sentada con un mantón esperando la falseta”, explica. Ese sitio, en el que ya no lleva mantón, es el que disfruta desde hace más de una década. La Tremendita lanzó su primer disco en 2010, A tiempo, y desde entonces no ha hecho más que “divertirse” y “salirse” de su educación tradicional flamenca. Hoy reivindica más que nunca ese lugar con su último disco, Tremenda, un álbum “de cantaora que investiga sobre el cante y sobre su acompañamiento”, aunque señala, a modo de aviso: “No es un disco de canciones aflamencadas”.

Rosario La Tremendita, escribe una de sus canciones en un bar flamenco del barrio de Triana, en Sevilla. Laura León

Tremenda es un trabajo que se estrenó sobre los escenarios en la Bienal de Flamenco de Sevilla en octubre de 2020. A finales del año pasado vio su salida en disco. “Se ha evolucionado mucho en la danza y la guitarra, pero en el cante siempre se han tenido más prejuicios, o quizá miedo”, dice su autora. “Hemos tratado de funcionar como funcionaban antiguamente con los cantes. Los cantaores escuchaban un cante, se iban a casa, se les olvidaba parte e improvisaban desde el olvido. Entonces nacía un nuevo cante. Hemos tratado de jugar igual, pero con experimentación”. La experimentación a la que se refiere tiene que ver, especialmente, con el acompañamiento: añadir electrónica y crear texturas “como si fuera música de la serie Stranger Things o Daft Punk”. “Intento trabajar en habitaciones desconocidas y alejarme de donde me lleva mi inercia. Busco sitios que no están en la lógica del flamenco”.

Hija del cantaor José Tremendo, Rosario se crio en un ambiente de pura lógica flamenca en el barrio de Triana, en Sevilla. La saga musical se remonta a su bisabuela Enriqueta, una cantaora que no se dedicaba a ello como todas las mujeres de su tiempo, pero que organizaba unas buenas parrandas en su casa, un edificio de tres plantas en la calle del Rocío donde “la guitarra siempre estaba en el sofá”. “Eran fiestas muy flamencas, donde se vivía el cante, el toque y el baile. También la bebida y la comida. Allí todas las mujeres jugaban al bingo y se respiraba flamenco. Yo estaba en la planta de arriba jugando con el resto de los niños y me ponía a escuchar lo que pasaba abajo”, recuerda la cantaora, quien en el nuevo disco ha incluido Dime, una canción de Lola Flores en homenaje a aquellas mujeres. “En mi casa ha existido un matriarcado muy fuerte. Las mujeres han sido siempre gente muy libre. La copla en casa se ha vivido mucho. Mi bisabuela era como una Lola Flores. Hacía lo que le salía del coño”.

Detalle de una de las canciones de La Tremendita en una comanda. Laura León

Al final, ella también lo ha hecho, aunque no lo ha tenido nada fácil. Desde niña, su padre se encargó de formarla y la llevó a los festivales de cante flamenco de Andalucía, donde competía con hombres mayores. “¡No me daban ni un premio! Alguno se inventaba para mí…”, reconoce entre risas esta cantaora que llegó a quedar segunda en el Festival del Cante de las Minas de La Unión. Asegura que en el circuito flamenco era más complicado ser mujer que paya: “Si no hubiera existido mi padre, no podría haber llegado igual a todos los fregados. Eran reuniones de hombres”. Y añade: “También fue una relación dura. Mi padre fue muy estricto conmigo. Me hizo llorar mucho. Quería que conociese el flamenco de verdad y pasé muchas horas estudiando. No daba ni una en el colegio porque solo estudiaba flamenco”.

Después de muchas lágrimas y sesiones de psicólogo, la niña del Tremendo, aquella chica grandota del mantón, decidió romper salvajemente para estar conectada a algo que la tuviese “encendida”. “Soy hija del momento y las vísceras. Es algo que aprendí de la escena: a guiarme por la intuición”, señala. De esta forma, la Rosario adolescente, que también salió del armario en pleno proceso de hallar su identidad, se hizo a sí misma en la danza flamenca, donde conoció a Andrés Marín, Rocío Molina, Belén Maya y Mario Maya. “Me dio una nueva libertad. Me hizo sentir que eso sí era real”. Y también fue bebiendo de la calle, fuera de los tablaos, en “las raves vividas” donde le daban “las claras del día” y en los nuevos referentes que encontraba como Patti Smith o David Bowie, al que una noche de regreso de Cádiz escuchó con Blackstar en la radio y sintió que era “como estar escuchando un cante por cañas”.

La artista posa sobre un banco del paseo de Nuestra Señora de la O, en Sevilla.Laura León

Tremenda es la primera de dos obras que se complementan. La segunda entrega, prevista para primavera, irá sobre el mundo de la guitarra, que contará con colaboradores como José del Tomate (hijo de Tomatito). Ahí también jugará una baza importante la experimentación. “Hace años que me ha dejado de preocupar la opinión de los demás. Puedes decir si te gusta mi voz o no, si te gusta la electrónica o no, pero nunca puedes decir que cuando abro la boca no hago flamenco. Lo hago todo desde la raíz”, asegura esta cantaora que tiene todo para no gustar a los conservadores. “Soy mujer, flamenca, paya y lesbiana. Me he cogido de todo menos el tren”, señala. “Miedo ya no tengo ninguno. Me he ganado el derecho de hacer lo que me dé la real gana. Los años me dejan decir: ¿por qué no? Es una libertad ganada”. La misma libertad con la que saca el móvil, busca la foto de aquella muchachona enfadada, la enseña y, con naturalidad, afirma: “Ahora soy quien quiero ser”.


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