¿Qué hay de nuevo en Ibiza?

Parajes escondidos entre bosques autóctonos, retiros holísticos, hoteles que son una galería de arte, refugios postfiesta y mucha vanguardia en la mesa son pistas que desvelan el nuevo mapa hotelero de la isla balear. Todo es posible en un lugar que nunca duerme

Las vistas desde las piscinas del hotel Hyde Ibiza, en Cala Llonga.Luana Failla

Pocos lugares han generado tanta magia y liturgia a su alrededor. Tierra de acogida para hippies y amantes del techno desde hace décadas, Ibiza se ha convertido también en esa fórmula de escapismo que permite apartar la rutina de la Península durante unos días, incluso adoptar un nuevo personaje en alguno de los recónditos lugares de su territorio. ...

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Pocos lugares han generado tanta magia y liturgia a su alrededor. Tierra de acogida para hippies y amantes del techno desde hace décadas, Ibiza se ha convertido también en esa fórmula de escapismo que permite apartar la rutina de la Península durante unos días, incluso adoptar un nuevo personaje en alguno de los recónditos lugares de su territorio. La isla pitiusa tiene tantas caras como turistas que la frecuentan (el pasado año batió un récord histórico con más de 3.700.000 visitantes) y un sinfín de novedades en el escenario hotelero en las que desconectar, pasárselo bien o, simplemente, dejarse llevar.

Esa luz que tanta literatura y películas ha dejado a su paso tiene un lugar único para divisarla en Cala Llonga, en la cara oriental de la isla. Entre sus colinas de pinos con vistas al fulgurante mar del Mediterráneo se asienta Mondrian Ibiza, un nuevo refugio para los que huyen del bullicio turístico pero con las ciudades de Ibiza y Santa Eulalia a escasos minutos en coche. Con el arte como hilo conductor, la galería londinense Gone Rogue nutre al hotel de obras de artistas internacionales tanto en las habitaciones como en el vestíbulo. La aparente sencillez que domina la decoración con guiños al mobiliario local —como los varaderos donde los pescadores guardaban sus barcos y utensilios junto al mar— contrasta con la propuesta gastronómica que encabeza su restaurante Niko: una barra de sushi en constante fusión con la herencia mediterránea. Le sigue de cerca Sonrojo, su chiringuito a pie de playa donde disfrutar de una paella sin prisas y con el pelo aún mojado, como manda la tradición ibicenca.

Sin abandonar las aguas cristalinas de esta bahía uno puede cambiar de registro con la primera parada en Europa de la cadena hotelera Hyde, que emergió de la escena club de Los Ángeles durante los años 2000. Tener a pocos minutos las discotecas de Pacha y Ushuaïa no es casualidad, ni tampoco contar con un vestíbulo diseñado por Cuarto Interior con sofás envolventes donde tomar la primera copa antes de salir. Pero también será el escondite bohemio para descansar tras el fin de fiesta, en sus piscinas al aire libre con música en directo, con una excursión guiada o en su centro de wellness.

Terraza de la 'suite' panorámica del hotel Mondrian Ibiza.Julius Hirtzberger

A poco más de 10 kilómetros en sentido sur aguarda la ciudadela amurallada de Dalt Vila. Considerada patrimonio mundial por la Unesco desde 1999, su ubicación privilegiada sobre una colina frente al mar proporciona unas vistas inéditas a la ciudad de Ibiza. Entre las murallas renacentistas y englobando tres edificios emblemáticos en uno —el antiguo convento jesuita que es Casa Puget, la torre del siglo X y el Corsario, refugio de piratas y ahora el restaurante que regenta el cubano Liván Valdés— se alza La Torre del Canónigo. Este hotel boutique con el sello vanguardista del interiorista Lázaro Rosa-Violán será destino predilecto para los que quieran pernoctar a todo lujo entre las doradas anécdotas de la isla balear, ya que el Corsario ejerció en los años setenta de punto de encuentro entre intelectuales y artistas como Salvador Dalí o Pink Floyd.

Interior del restaurante Cuyo en el Hotel Hyde Ibiza. Julius Hirtzberger

La banda británica también se hospedó en el Montesol, otro lugar mítico a escasos metros por el paseo Vara del Rey, que vio desfilar entre los años cincuenta y ochenta a celebridades como Orson Welles o Carolina de Mónaco. Tras su reciente renovación a cargo de Dorothée Meilichzon, y como miembro de la cadena de lujo Experimental Group, vuelve a brillar con el mismo fervor de la era psicodélica, donde destacan elementos cósmicos en su decoración como las lunas talladas y los soles de latón. Lo español se impone en su café, a cargo del chef Alex Larrea, con delicias de Tudela y León para compartir, tras una mañana de desconexión, un paseo por su boutique con firmas como Malababa, o antes de despedir la tarde con un cóctel en su azotea que mira al histórico puerto.

En el ascenso por el este aguarda una de las inauguraciones más sonadas de este verano: el Meliá Ibiza. Este alojamiento solo para adultos es la gran apuesta de la cadena española en territorio ibicenco junto al 15º aniversario de Me Ibiza, ambos en Santa Eulalia. Rodeado de algunas de las playas más famosas de la isla, será este el fichaje para los que busquen descansar sin desplazamientos, una especie de miniciudad que abarca desde el primer circuito de aguas exteriores de la zona a cuatro restaurantes (ojo al bar Llum, especializado en brasas) o un spa de inspiración tailandesa. Pero si la escapada se nos antoja zen y nos tomamos las vacaciones como un reseteo de cuerpo y mente, Six Senses Ibiza ha inaugurado la temporada con una puesta a punto holística para sus huéspedes; de sesiones de mindfulness a retiros, que incluyen clases de yoga y terapias alternativas basadas en el frío o el oxígeno hiperbárico. Y como el autocuidado también pasa por estimular los sentidos, celebrará una programación musical al atardecer y el encuentro de Chef’s Table entre el 26 y 30 de junio basado en productos orgánicos de la granja del hotel.

Uno de los restaurantes del Hotel Montesol, en Ibiza. Karel Balas

Si lo que buscamos es sumergirnos en el diseño de vanguardia, el destino tiene nombre de flor: Petunia Ibiza. La última incorporación al grupo Beaumier, propiedad del hotelier Éric Dardé, mantiene su estilo rústico para abrazar en esta última reforma una odisea pop inspirada en los años setenta con piezas de coleccionista como el sofá Anfi bio, de Alessandro Becchi. Ubicado en lo alto de un acantilado con vistas al islote de Es Vedrà, todo apunta a que será un destino gastronómico por sus spots culinarios que abarcan cocina japonesa, especialidades mediterráneas de kilómetro cero, coctelería de autor y las ya famosas pizzas de Petunia. Y si tenemos el estómago creativo, a unos 15 minutos en coche podemos hincar el diente a Izakaya Urusai, lo nuevo de El Silencio, el chiringuito ibicenco más selecto. En un espacio de estética brutalista, fruto de la unión con el restaurante parisino Onii-San que lidera Arthur Cohen, este bar de tapas al estilo toquiota sublima los productos baleares bajo modernas creaciones, como el sushi temari de toro y caviar.

Sala de estar de la habitación 20 del hotel Petunia Ibiza.

En un casa futurista

Pero la agenda hotelera no termina aquí. El grupo Concept Hotel, autores del sabor a retro que acompaña a la isla con direcciones como Cubanito o Paradiso, añade con Los Felices una nueva parada a la bahía de San José. Palm Springs, la ciudad californiana que enamoró a Frank Sinatra, es el telón de fondo de sus villas dominadas por estética mid-century, junto a tiendas de moda y noches de DJ para un verano eterno. La guinda al pastel la pone Futuro House Stage, una casa-ovni inspirada en las creaciones del arquitecto finlandés Matti Suuronen que será el backstage de conciertos y desfiles de moda.

Productos frescos del restaurante del Six Sense de Ibiza.Luana Failla (Luana Failla )

Y como casi no hay escapada pitiusa sin un salto a Formentera, aquí también hay un estreno este verano con la reapertura de Paraíso de los Pinos. Una parada que seducirá a los amantes del ecoturismo por las sabinas, campos de labranza y calzadas romanas que rodean a este complejo de suites y villas de lujo. Un enclave natural para esconderse del mundanal ruido entre sus piscinas y jaimas, participar en una visita guiada sobre un meharis electrónico o saborear un arroz meloso con pulpo y gambas en el restaurante Es Mal Pas. Todo es posible cuando el tiempo y el sol acompañan.

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