Barco del Corneta 2017, un verdejo fuera de rango

No sé si Beatriz Herranz, ingeniera agrónoma y enóloga, soñaba a menudo con el viejo viñedo de su abuelo en Cantarranas, a 750 metros de altitud, en el hermoso y seco paisaje vallisoletano de pinares. O si añoraba su infancia en tierras de cantos rodados y arenas silíceas, donde las viejas cepas de verdejo buscan la humedad para sobrevivir en el subsuelo de arcilla y caliza. Pero tal vez de aquellas nostalgias nació, en 2007, un sólido proyecto vitivinícola, cuyos vinos han logrado altas puntuaciones. La incorporación como socio, hace tres años, de Félix Crespo, curtido en Belondrade y Comando...

No sé si Beatriz Herranz, ingeniera agrónoma y enóloga, soñaba a menudo con el viejo viñedo de su abuelo en Cantarranas, a 750 metros de altitud, en el hermoso y seco paisaje vallisoletano de pinares. O si añoraba su infancia en tierras de cantos rodados y arenas silíceas, donde las viejas cepas de verdejo buscan la humedad para sobrevivir en el subsuelo de arcilla y caliza. Pero tal vez de aquellas nostalgias nació, en 2007, un sólido proyecto vitivinícola, cuyos vinos han logrado altas puntuaciones. La incorporación como socio, hace tres años, de Félix Crespo, curtido en Belondrade y Comando G, completa el cuadro.

Dentro de su oferta de blancos cabe destacar Barco del Corneta 2017, cuyo nombre se debe al pinar que abraza el viñedo ecológico de la familia. No solo se beneficia de sus excelentes uvas, sino de la esmerada elaboración, que incluye el fermentado en barrica de roble francés de 300 litros, con la posterior crianza de ocho meses sobre sus lías. Un verdejo fuera de rango, con una propuesta aromática rica en matices frutales maduros, notas de herbajes y especias, recuerdos de mantequilla y tostados. Expresivo conjunto armónico, con el peculiar deje amargo, que conforma una cadencia sápida, resuelta en boca con elegante y fresca untuosidad.