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Los destinos más extremos del mundo

El lugar más alto, el más grande, el más profundo, el más extraño, el más salado… Trece pistas para coleccionar enclaves únicos y extraordinarios

El salar de Uyuni, en Bolivia, se extiende 12.000 kilómetros cuadrados hasta todo horizonte visible, como una inmensidad blanca apenas interrumpida por unas pocas islas diminutas tachonadas de cactus milenarios. Es la mayor extensión de sal del mundo. En la estación seca (entre mayo y agosto), el mineral presenta una costra suave parecida al glaseado de un merengue; en la húmeda (entre diciembre y abril), una fina capa de agua convierte la llanura en un espejo natural. A diferencia de la Gran Muralla china, el salar de Uyuni sí puede verse desde el espacio. Conducir en medio de este lago de sal es una experiencia extraordinaria, sobre todo durante el invierno, cuando el blanco brillante contrasta con el azul intenso del cielo. Y si hay nubes, se produce un efecto extraño que difumina la línea del horizonte hasta hacerla desaparecer del todo: resulta imposible diferenciar la tierra del cielo. Para redondear la aventura hay que probar a dormir en el hotel Palacio de Sal (palaciodesal.com).Ignacio Palacios (Getty Images)
El desierto de Atacama, en Chile, es el lugar más seco del mundo (hay estaciones meteorológicas que jamás han registrado lluvias). También es uno de los parajes más sobrenaturales del planeta gracias a sus flamencos, sus brillantes salares y sus extensos y humeantes campos de actividad geotérmica. Se puede ir de excursión al atardecer por el valle de la Luna y ver brillar la sal que cubre los escarpados valles como si fuera nieve; pedalear hasta la laguna Cejar, un lago salado natural ideal para un baño rico en sales minerales, o plantarse ante los géiseres del Tatío (la tercera concentración de fuentes termales más grande del mundo). El complemento perfecto es hacer un ‘tour’ astronómico, ya que debido a la escasa contaminación lumínica y la falta de humedad en el ambiente, Atacama es un lugar privilegiado para contemplar el cielo de noche. Un alojamiento curioso: las casas de adobe en el oasis de San Pedro de Atacama.Eric Hanson (Getty Images)
Aunque cada año son más los alpinistas que intentan el arriesgado ascenso a la cumbre del Everest (8.848 metros), la más alta del mundo, lo más factible (y más seguro) sigue siendo una excursión hasta el campamento base de su vertiente nepalí, ubicado al pie de la cascada de hielo del Khumbu (en la imagen), a unos 5.200 metros de altitud. De camino, se contemplan imponentes y hermosas montañas, como el Ama Dablam, el Pumori o el vecino Nuptse. La ruta discurre en su mayor parte por el parque nacional de Sagarmatha, patrimonio mundial, en el que las aldeas de sherpas y los monasterios budistas son el contrapunto cultural a la impresionante belleza natural del lugar. Hay que planificar la expedición entre octubre y diciembre (después del monzón), previendo tres semanas de duración (ida y vuelta) desde el aeródromo de Lukla.John Harper (Getty Images)
Nueva Zelanda son nuestras antípodas y su capital oficial, Wellington, la capital más lejana. Si decidimos visitarla nos encontraremos con una ciudad muy artística y moderna, en la que se vive muy bien. Lo mejor es su ubicación, en el centro del país, rodeada de un espectacular entorno natural. La visita puede comenzar en Te Papa, frente al mar, el museo nacional de Nueva Zelanda, que alberga una exposición interactiva de todo lo kiwi. El propio ‘marae’ (lugar de encuentro) del centro expone una excelente colección de objetos maoríes. Los aficionados al cine no deben perderse la cueva de Weta, en Miramar, un pequeño museo dedicado a la oscarizada compañía responsable de los efectos especiales de películas como ‘El Señor de los Anillos’ o ‘Avatar’. También se puede asistir al New Zealand International Rugby Sevens (sevens.co.nz), torneo al que los espectadores tienen que ir disfrazados.Mohd Syafiq Arshadd (Getty Images)
Australia es más grande pero suele considerarse un continente, por lo que Groenlandia suele designarse como la isla más grande del planeta. Llamada “tierra verde” (Greenland) por un optimista explorador vikingo, Erik El Rojo (quizá para atraer a colonos de Islandia), esta región autónoma de 2,16 millones de kilómetros cuadrados forma parte de Dinamarca. En verano, la retirada del hielo marino en los fiordos permite desplazarse en los barcos de los pescadores inuit locales. La primavera es ideal para los paseos en trineo de perros y en los oscuros días de invierno (entre noviembre y febrero) las auroras boreales danzan en el cielo.Education Images (getty images)
Tras sobrevolar el paisaje surrealista de tepuyes (montañas de cimas planas) hasta el Parque Nacional Canaima de Venezuela y aterrizar junto a las cascadas teñidas de rosa de la laguna homónima, aún quedan cinco horas de travesía fluvial a través de selva exuberante. Desde el Mirador Laime se puede ver el Salto Ángel, la catarata más alta del mundo que se precipita atronadora durante 979 metros desde la meseta de Auyantepui. 807 metros son en caída libre, por lo que es también el mayor salto de agua en caída libre ininterrumpida. El viajero puede nadar mientras contempla la cortina de agua, y dormir luego en un campamento de hamacas, con la serenata de la selva crepuscular.Jane Sweeney (getty images)
A menos que el viajero sea un entusiasta de las aventuras en el Polo o trabaje para una agencia gubernamental en la Antártida, la única forma de explorar el continente más grande y más meridional del planeta es en barco. Si se soporta bien el mareo, se puede optar por una embarcación pequeña, que permite un mejor acceso a las pequeñas bahías y calas de la Antártida. Casi todas las expediciones empiezan y terminan en Ushuaia, esquivando icebergs en el paso Drake para ver la fauna de las islas Shetland del Sur y de la península Antártica; y desembarcando para ver de cerca pingüinos, focas y ballenas. Los viajeros solo pueden visitar el continente más frío y seco del mundo en época de deshielo (entre noviembre y marzo). Para más detalles se puede consultar la guía en español Lonely Planet sobre la Antártida.Andrew Peacock (getty images)
Dallol, situado en Etiopía, cerca de la frontera con Eritrea y entre el peligroso y escarpado paisaje de la depresión de Danakil (una inhóspita amalgama de llanuras salinas, volcanes activos y terremotos —en la imagen—), es oficialmente el lugar habitado más caluroso del planeta. La temperatura media anual ronda los 35°C pero en verano el termómetro puede alcanzar los 64°C. Si a ello se le suma la amenaza latente de los rebeldes separatistas de Afar, a nadie le extraña que los lugareños llamen a esta región remota “la puerta del infierno”. Desde Addis Abeba hay que conducir en dirección norte cinco horas y después montar en un camello para recorrer el último tramo por un desierto implacable.Guenter Guni (getty images)
Con más de 6.650 kilómetros, el Nilo pasa por 10 países. Evitando el debate sobre su origen (¿Burundi, Ruanda, Uganda o el lago Victoria?), lo mejor es viajar al norte, a Egipto, para comprender cómo este río poderoso ha hecho historia y creado imperios. Su navegación y, sobre todo, la búsqueda de sus míticas fuentes dio lugar a algunas de las más fascinantes historias de exploración. En sus orillas viven actualmente millones de personas vinculadas directamente con el río. En la enmarañada y fértil red que recorre todo el país, lo ideal es el viaje al valle del Nilo, de Luxor a Asuán, de octubre a marzo, en la estación templada y fuera de la temporada alta turística. La mayor parte de los cruceros fluviales tardan entre cuatro y seis días en unir las dos ciudades. En los alrededores de Luxor destaca la fascinante necrópolis de Tebas, en la orilla oeste; mientras al sur, en Asuán, falúas de velas blancas navegan llevadas por las brisas egipcias (en la imagen).Natalie Winter (getty images)
Bordeado por tres países (Israel, Jordania y Cisjordania), el mar Muerto está bañado en historia antigua y hace siglos que atrae a viajeros que buscan paz y tranquilidad. Cuenta la leyenda que era un refugio para Cleopatra, y que Herodes I el Grande creó en él uno de los primeros ‘resorts’ de salud de la historia. Hoy los turistas siguen visitando este lago a 400 metros bajo el nivel del mar por sus aguas minerales curativas (un 1.000% más saladas que el agua del mar) que, según dicen, alivian el reuma, los problemas respiratorios y la artritis. Y, claro está, no pueden faltar las fotografías de rigor del viajero embadurnado de barro curativo del mar Muerto. Con 330 días de sol al año, las temperaturas más confortables son en invierno, entre noviembre y marzo.getty images
El Transiberiano tarda ocho días en cubrir los más de 9.000 kilómetros que separan Moscú de Vladivostok a lo largo de siete zonas horarias. La mayoría concibe Siberia como un páramo infinito cubierto de hielo con unas cuantas fábricas de la época comunista dispersas, pero la región ofrece mucho más: pueblos con caserones de madera, estepas envueltas en la neblina y la cautivadora belleza del lago Baikal. Durante el viaje no resulta raro encontrarse con trineos tirados por perros, comerciantes de poco fiar y paisajes que dejan sin habla. Además, el trayecto está plagado de ramales en dirección a Mongolia y China. Para emprender esta aventura hay que planearlo todo bien: webs especializadas en ferrocarriles, como la de Trainsrussia (www.trainsrussia.com), pueden ser útiles.getty images
Oficialmente hay una disputa sobre dónde está la carretera más larga del mundo: los australianos consideran que es su Highway 1 y los canadienses votan por su Trans-Canada Highway. Pero la red de 11.000 kilómetros de rutas que comunican San Petersburgo, en el Báltico, con Vladivostok, en el mar del Japón, da a los rusos una buena aspiración al título. Si no es la más larga, debe de ser la más intimidante. Algunos tramos de tierra se vuelven pantanosos en verano y se congelan en invierno (en la imagen, a su paso por el lago Baikal). En otras partes, las poblaciones son escasas y entre unas y otras hay grandes extensiones de desoladora nada. Los conductores independientes deben estar bien preparados: llevar combustible extra, una rueda de repuesto, comida, agua y una tienda de campaña.Tatyana Mu (getty images)
Tristán da Cunha es un archipiélago ubicado en el sur del océano Atlántico, a 1.700 millas de la costa de Sudáfrica. Es sin duda un buen lugar para ir si uno está harto de la muchedumbre porque se encuentra lejos de todo. Estas islas tienen una rica historia: fueron descubiertas en 1506 por un explorador portugués y los británicos se las anexionaron posteriormente por miedo a que los franceses las utilizasen para rescatar a Napoleón, que en esos momentos estaba exiliado cerca de Santa Elena. Fue una base temporal de los balleneros y cazadores de focas norteamericanos y hoy solo viven unos 280 habitantes, que se rigen todavía por la legislación británica, en su único asentamiento, Edimburgo (en la imagen). El complicado acceso a su isla principal hace que se encuentre dentro del libro Guinness de los récords como la isla habitada más inaccesible de la Tierra.

Más información en www.lonelyplanet.es.

Geoff Renner / Robert Harding (getty images)